Desde su surgimiento, el Movimiento Humanista ha considerado tanto el cambio de la estructura social y de los individuos, como la relación entre ambos términos. En consonancia con esta mirada, La Comunidad para el Desarrollo Humano propone el desarrollo personal en función de la transformación social.
¿Y a qué apunta esto? Apunta a la transformación social, a la humanización del mundo, a avanzar del campo de la determinación al campo de la libertad, apunta a avanzar en la felicidad y la libertad del ser humano.
Durante siglos, las doctrinas, las filosofías y las ideologías propusieron la transformación de los individuos y la sociedad de manera disociada. Algunos afirmaron que los individuos primero tenían que experimentar una transformación personal (por ejemplo, estar exentos de defectos) antes de intentar transformar la sociedad. A veces, esta propuesta tomó la forma de comunidades «Ideales» cerradas que, separadas del mundo, trataron de lograr tal cambio. Y fracasaron.
Otros pusieron el énfasis en cambiar primero la sociedad mediante un nuevo orden político, económico, cultural, etc. De éste debería surgir un nuevo tipo de individuo (por ejemplo, impulsado fuertemente por una ética personal dirigida a la solidaridad y al bien común, etc.). Esto debería suceder tan naturalmente como una manzana crece de un manzano. Y estos también fracasaron.
Sea que la transformación individual se ubique antes o después de la transformación social, en todo caso vemos que la propuesta es en términos secuenciales: primero una cosa, y luego otra. Algo o algunos tienen que esperar hasta que algo u otros logren ciertas condiciones. Algo o algunos tienen que ser pospuestos. Es decir, la transformación social tiene que esperar hasta que uno o muchos individuos estén preparados (por lo tanto, capaces de liderar o cambiar a otros); o bien los individuos tienen que “sacrificarse” por una causa social que beneficiará a otros en el futuro.
Estas propuestas ponen una trampa subjetiva por la que los individuos tienen que “sacrificar” su presente para algo que puede suceder (o no). La inconveniencia de tal forma de pensar es clara: el sufrimiento continúa hasta que se logren ciertas condiciones preestablecidas (a veces llamadas «objetivas»). Pero además de esto, de por sí suficiente para descalificar tales propuestas, la historia ha mostrado que éstos fallaron o, por lo menos, que las cosas no funcionaron de una manera secuencial.
La transformación debe ser simultánea, mundial, estructural; o no habrá tal transformación. Abundan los ejemplos de buenos ideales sociales arruinados por los individuos que los implementan y, a la inversa, búsquedas individuales de perfección que nunca brindaron frutos sociales. Por el contrario, el Movimiento Humanista propone una transformación simultánea tanto del individuo como de la sociedad. Es decir, no posponer al individuo ni a la transformación social, sino desarrollar ambos aspectos al mismo tiempo.
Aquellos que trabajan en una causa social sin la debida consideración por su desarrollo personal (o sea, sin humanizarse), antes o después se toparán con obstáculos y limitaciones personales. Eventualmente alcanzarán los límites de sus posibilidades como activistas de la no-violencia, y abandonarán su intención o se estancarán, contaminando así con sus limitaciones todo que hagan.
Por otro lado, aquellos que sólo se concentran en su desarrollo personal (se llame éste «realización», «salvación», «iluminación», o similares), sin la debida consideración por el dolor y el sufrimiento de otros, nunca conseguirán lo que desean ya que su encerramiento, al ser una condición psicológica negativa, genera distorsiones mentales y emotivas que impiden el propósito mismo de su pretendido desarrollo personal (por ejemplo, intolerancia, debilidad, beatería, egoísmo, etc.). De hecho, si tomamos los más altos ejemplos personales del desarrollo personal, siempre vemos una espiritualidad acompañada por un alto grado de compromiso con otros.
Por consiguiente, el Movimiento Humanista propone una transformación simultánea del individuo y la sociedad. Esto tiene al menos dos significados. Uno está referido a los miembros del Movimiento Humanista quienes, a la vez que trabajan humanizando la sociedad, también realizan su trabajo de desarrollo personal.x Otro significado remite a la propuesta del Movimiento Humanista para la sociedad en general y los individuos en particular. Aunque el Movimiento Humanista no confía en los planes detallados para un futuro lejano, en la medida en que su capacidad de transformar la sociedad crezca, el Movimiento Humanista implementará los medios para promover el cambio de los individuos (por ejemplo, poniendo los medios masivos de comunicación, la educación, etc. al servicio de la humanización).
La ausencia de un “manual” preconcebido no resta validez alguna a la propuesta. Al contrario, le suma la ventaja de no impedir su logro con recetas y fórmulas detalladas que pudieran resultar inadecuadas en las futuras condiciones en que debieran ser aplicadas.
Los miembros del Movimiento Humanista se fortalecen gracias a su desarrollo personal, y dotando a su acción social con un sentido que es tanto social como personal. Y el desarrollo personal no se agota, porque trabajar por la libertad y la felicidad de otros amplía, da fundamento y referencia a tal desarrollo. Esto nos refiere a la Acción Válida, que tratamos por separado.