La violencia no es parte integral de una supuesta naturaleza inmutable del ser humano, sino un estadio primitivo de su desarrollo social o individual.

La violencia puede ser superada mediante un trabajo de cambio intencional y simultáneo en el campo social y personal. A esto aspiran, y trabajan por ello, el Movimiento Humanista en general, y La Comunidad (para el desarrollo humano) en particular.

El Movimiento Humanista afirma que no es posible ni deseable superar la violencia social y personal con una metodología violenta. La violencia, que es congénita de un sistema deshumanizante y su metodología de acción, genera más violencia. Sólo la no-violencia es ajena al sistema violento, y ella es la única salida posible, deseable y digna del ser humano.

El Movimiento Humanista actúa según la metodología de la no-violencia activa para superar la violencia, habilitando así el cambio positivo de la sociedad y los individuos.

La metodología de la no-violencia activa tiene raíces muy antiguas en distintas filosofías, religiones, códigos éticos, sistemas legales, etc. Esto ha generado incontables antecedentes de conductas y de lucha no-violentas en grupos, movimientos, personalidades, etc.

Ya en tiempos más recientes encontramos los ejemplos destacados de Mohandas Karamchand (Mahatma) Gandhi y de Martin Luther King. En la actualidad, tenemos la expresión más acabada en el pensamiento de Silo y su obra social.

A la luz de estos ejemplos, no debe confundirse la no-violencia activa con simples actitudes pacifistas, no beligerantes, de disgusto por la violencia. Estas simplemente aspiran pasivamente a que no haya violencia o tratan de no ejercerla, pero sin llevar adelante ninguna acción no-violenta para ofrecer resistencia y cambiar las condiciones que dan origen a la violencia que se sufre.xii

Por el contrario, la metodología de la no-violencia activa implica un activismo intencional en el que se desarrolla una acción destinada a superar la violencia en su última raíz.

La no-violencia activa implica un rechazo de toda forma de violencia y una acción coherente con tal rechazo que tienda a modificar las condiciones de violencia existentes. La no-violencia activa es la metodología de los hombres y mujeres valientes.

Como dice el Documento del Movimiento Humanista: “Todas las formas de violencia física, económica, racial, religiosa, sexual e ideológica, merced a las cuales se ha trabado el progreso humano, repugnan a los humanistas. Toda forma de discriminación manifiesta o larvada, es un motivo de denuncia para los humanistas.

Los humanistas no son violentos, pero por sobre todo no son cobardes ni temen enfrentar a la violencia porque su acción tiene sentido. Los humanistas conectan su vida personal, con la vida social. No plantean falsas antinomias y en ello radica su coherencia.”

“Humanizar la tierra” es también acabar con la violencia, es también no-violencia activa. La no-violencia activa es una “Acción Válida” por excelencia.

Cabe aquí dar el encuadre que ofrece Silo a la metodología de la no-violencia, en el capítulo IX. La Violencia, tomado de “El Paisaje Humano”, en Humanizar la Tierra:

  1. Cuando se habla de metodología de acción referida a la lucha política y social, frecuentemente se alude al tema de la violencia. Pero hay cuestiones previas a las que el tema mencionado no es ajeno.
  2. Hasta tanto el ser humano no realice plenamente una sociedad humana, es decir, una sociedad en la que el poder esté en el todo social y no en una parte de él (sometiendo y objetivando al conjunto), la violencia será el signo bajo el cual se realice toda actividad social. Por ello, al hablar de violencia hay que mencionar al mundo instituido y si a ese mundo se opone una lucha no-violenta debe destacarse en primer lugar que una actitud no-violenta es tal porque no tolera la violencia. De manera que no es el caso de justificar un determinado tipo de lucha sino de definir las condiciones de violencia que impone ese sistema inhumano.
  3. Por otra parte, confundir no-violencia con pacifismo lleva a innumerables errores. La no-violencia no necesita justificación como metodología de acción, pero el pacifismo necesita establecer ponderaciones sobre los hechos que acercan o alejan de la paz, entendiendo a ésta como un estado de no-beligerancia. Por esto el pacifismo encara temas como los del desarme haciendo de esto la prioridad esencial de una sociedad, cuando en realidad el armamentismo es un caso de amenaza de violencia física que responde al poder instituido por una minoría que manipula al Estado. El tema del desarme es de importancia capital y si bien el pacifismo se aboca a esta urgencia, aún cuando tenga éxito en sus demandas no modificará por ello el contexto de la violencia y, desde luego, no podrá extenderse sino artificiosamente al planteo de la modificación de la estructura social. Es claro que también existen distintos modelos de pacifismo y distintos basamentos teóricos dentro de tal corriente, pero no deriva de ella un planteo mayor. Si su visión del mundo fuera más amplia seguramente estaríamos en presencia de una doctrina que incluiría al pacifismo. En este caso deberíamos discutir los fundamentos de esa doctrina antes de adherir o rechazar al tipo de pacifismo que de ella derive.

Para la metodología de la no-violencia, no se trata simplemente de actitudes voluntaristas de individuos o grupos, sino también de reforzar y dar dirección a procesos en marcha. Es inevitable que la crisis general del sistema esté acompañada por el fortalecimiento de movimientos a favor de la paz y en contra de la violencia, de tal modo que a partir de la presión social éstos comiencen a determinar la orientación de los poderes establecidos y los conjuntos, en dirección opuesta a la que hoy llevan.

En cuanto a la participación en tal corriente, hay dos actividades a tener en cuenta: el esclarecimiento y la movilización. Es decir: esclarecerse y esclarecer a otros sobre los problemas y, simultáneamente, movilizar al medio en el que uno vive, en la dirección de la paz y la no-violencia.

En este contexto, adquiere particular importancia la creación de conciencia en la sociedad acerca de las condiciones de violencia y las propuestas para superarlas.

Muchas y variadas son las formas o tácticas que puede adoptar la metodología de la no-violencia. Basta revisar la profusa historia de la no-violencia. Algunas de ellas son muy conocidas y otras no tanto. A modo de ejemplo, podemos citar entre muchos la denuncia pública de la violencia, el vacío a toda forma de violencia, la huelga, la toma de establecimientos, la no cooperación, la desobediencia civil, el boicot, las protestas, el no pago de impuestos, las marchas y las sentadas. Todo esto bajo el signo de la no-violencia y de la justa resistencia ante la violencia en sus distintas formas.

Las acciones ejemplares no-violentas son aquellas que, más allá de su éxito inmediato o aparente fracaso, inspiran e incentivan a nuevas acciones, crean conciencia, y dan referencia de comportamiento ético ante la violencia.

Seguramente los nuevos tiempos impondrán nuevas condiciones a la lucha no-violenta, y esto dará lugar a una gran creatividad de nuevas formas y tácticas que aumenten su eficacia.

Y así como los humanistas desarrollan la metodología de la no-violencia, también aprenden a desarmar la bomba de violencia que pudiera anidar dentro de sus cabezas y corazones, de manera que sus acciones estén inspiradas e impulsadas por lo mejor de sí mismos.

La solución al problema de las diferentes formas de violencia existe, y reside en aplicar una metodología precisa: la “Metodología de la No-Violencia Activa”.

  • La no-violencia es una metodología de acción que impulsa una profunda transformación individual y social.
  • La no-violencia es una fuerza capaz de modificar la dirección violenta e inhumana de los acontecimientos actuales.
  • La no-violencia promueve una nueva actitud interna y externa frente a la vida, que tiene como herramientas principales:
  • El rechazo y el vacío a las diferentes formas de discriminación y violencia.
  • La no-colaboración con las prácticas violentas.
  • La denuncia de todos los hechos de discriminación y violencia.
  • La desobediencia civil frente a la violencia institucionalizada
  • La organización y movilización social, voluntaria y solidaria.
  • El desarrollo de las virtudes personales y de las mejores y más profundas aspiraciones humanas.

Esta metodología no es simplemente la expresión de una intención. Esta metodología tiene formas precisas que definen claramente un modo de pensar, un modo de sentir y un modo de actuar. Su aplicación tiene indicadores claros que permiten a cada individuo y a cada conjunto medir con precisión su eficacia en función de ir superando los problemas de dolor y sufrimiento a los que puedan estar sometidos.

¿Cuáles es la forma de actuar y los parámetros precisos que definen esta metodología de acción en la conducta personal y social?

  1. Un trato personal basado en la siguiente regla de conducta básica: “Trato a los demás como quisiera ser tratado”.
  2. Una conducta interna y externa basada en la coherencia: “Actúo sobre la base de aquello que pienso y siento es lo mejor para mi vida y la vida de aquellos que me rodean”.
  3. Rechazo, denuncio y hago vacío a las diferentes formas de violencia que se expresan a mí alrededor.

¿Cuáles son los indicadores personales y sociales que muestran la bondad y eficacia de esta conducta?

  1. El crecimiento de la felicidad y la libertad en aquellos que ejercitan esta conducta y en su medio de relación inmediata.
  2. La disminución o el retroceso de los factores que generan sufrimiento personal y violencia social.
  3. Una sociedad más justa donde haya igualdad de oportunidades y donde se respete y valore la diversidad.
  4. La transformación de la Democracia Formal en una Democracia Real.