La metodología de la “no-violencia”, según se desprende del Humanismo Universalista toma en cuenta tres aspectos fundamentales
En primer lugar, surge de la profunda interioridad y necesidad del ser humano, y no como simple especulación en busca de un resultado.
En segundo lugar, su aplicación, rechaza por principios cualquier desvío que por cualquier factor transformara esta acción en violenta o en cómplice de la misma.
Y en tercer lugar, la acción no-violenta se inspira en un “propósito mayor”, es decir un objetivo claro de superación de las condiciones que generan sufrimiento humano, comenzando por los más necesitados, quedando fuera entonces de este enmarque toda acción que, aunque quiera ser llamada no-violenta tiene como objetivo el progreso de unos pocos, o la reivindicación de valores opuestos a la libertad y al progreso humano.
La “no-violencia” contiene entones, un profundo contenido espiritual, entendiendo a este, como aquel valor que conecta la acción social y personal con los más profundas y valiosas intenciones y aspiraciones humanas. “Espiritualidad y No-Violencia” son conceptos inseparables y cuando se los separa o se deja de lado alguno de ellos, pierden su profundo significado transformador.
Los proyectos y acciones ejemplares de líderes y guías como han sido Tolstoi, Gandhi, y Luther King, y como lo es en la actualidad Silo, son modelos ejemplares de esto que aquí se menciona.