La violencia religiosa es una de las muchas formas de la violencia que se manifiestan en grupos humanos (violencia social) y entre individuos (violencia interpersonal).
Quien haga algo que provoque daño en otros debido al credo que profesan, o porque no profesan ninguno, ejerce violencia religiosa. Esto es, cuando las agresiones están basadas en la diferencia de las creencias o prácticas religiosas, o cuando una facción daña a otra porque esta última no acepta los mandatos religiosos de la primera, o simplemente cuando algunas personas se convierten en blanco de otros por no tener ninguna creencia o práctica religiosa, etc.
Por cierto, el daño por motivos religiosos el daño podría también estar acompañado de otras clases de daño, o sea, físico, económico, psicológico, etc. Pero ahora estamos tratando el aspecto religioso de la violencia sufrida o ejercida.
Los siguientes son ejemplos que pueden ser vistos primariamente como violencia religiosa, aunque estén acompañados por las otras formas de la violencia: la intolerancia religiosa, el oscurantismo, el fanatismo, la persecución, la difamación, la intocabilidad, la discriminación de castas, la inquisición, la excomunión, la censura, las guerras santas, la oficialización de una religión, la quema de viudas, etc..
Hay muchas otras formas de la violencia religiosa que coartan la libertad, la felicidad y el desarrollo del ser humano, creando así divisiones entre las personas, bloqueando caminos positivos de investigación científica y progreso social, justificando (o no condenando) leyes y prácticas inhumanas, restringiendo la libertad por sanción “divina” mediante varias amenazas y violencias.
La Comunidad se opone al uso de la violencia como medio para conseguir cualquier fin. Se opone a la violencia mediante la no-violencia activa.