La atención es la aptitud de la conciencia que permite observar los fenómenos internos y externos. Cuando un estímulo pasa el umbral, despierta el interés de la conciencia quedando en un campo central al que se dirige la atención. Es decir que la atención funciona por intereses, por algo que de algún modo impresiona a la conciencia, dando registro. El estímulo que despierta interés puede quedar en un campo central de atención, al que denominamos campo de presencia, que tiene que ver con la percepción. Todo lo que no aparece ligado estrictamente al objeto central se va diluyendo en la atención, acompañando sin embargo a la presencia del objeto mediante relaciones asociativas con otros objetos no presentes, pero vinculados a él. A este fenómeno atencional lo llamamos campo de copresencia y tiene que ver con la memoria.

En la evocación se puede desplazar la atención de las presencias a las copresencias, y ello es así porque hubo registro del objeto presente y de los objetos copresentes. La copresencia permite estructurar los nuevos datos, y así decimos que al atender a un objeto se hace presente lo evidente, y lo no evidente opera de modo copresente. Esto lo hace la conciencia sobre la percepción, de manera que siempre se está estructurando más de lo que se percibe, sobrepasando al objeto observado.

Existen diversos tipos de atención dependiendo del modo en que se está atendiendo al fenómeno. Así, podemos hablar de una atención simple, de una atención dividida, de una atención dirigida y también de una atención tensa.

La atención simple es un modo de atender donde la atención está dedicada exclusivamente a la actividad que se efectúa.

La atención dividida es aquella en la que se atiende a dos estímulos simultáneamente. Por ejemplo atiendo un objeto o fenómeno dado y simultáneamente estoy atendiendo a una parte de mi cuerpo.

La atención dirigida es una forma de atención aperceptual en la que la actividad del pensar está ligada a registros de relajación, de auto-observación, de comprensión y de claridad interna. Atiendo y mientras atiendo, observo desde mi interior a qué estoy atento.

También existe una atención tensa en la que la actividad del pensar está ligada a tensiones corporales de carácter muscular, por demás innecesarias al proceso atencional.

Es importante destacar que directamente ligado al tipo de atención que se pone en práctica en cada situación, se pondrá también en juego la perspectiva, la mirada, la ubicación frente a la cosas, frente a los demás y frente a la vida en general.

Bibliografía

Luis A. Ammann, Autoliberación, Prácticas Psicofísicas, Lección 6, Perfeccionamiento atencional.