La no-violencia es una actitud frente a la vida cuya característica fundamental es el rechazo y el repudio a todas las formas de violencia.

Su metodología de acción es la no-violencia activa.

Esta metodología impulsa una profunda transformación de las condiciones sociales que generan sufrimiento y violencia sobre los seres humanos.

Los antecedentes históricos más conocidos encuentran a las figuras de León Tolstoi, M. K. Gandhi y Martin Luther King, como precursores ejemplares y más conocidos de la lucha no-violenta frente a la violencia instituida.

Hoy mismo son miles los ejemplos cotidianos de acción no-violenta que se llevan a cabo en todo el mundo, en los diferentes niveles de la acción social, donde individuos, instituciones y organizaciones trabajan cotidianamente con el objetivo de denunciar y erradicar diferentes expresiones de violencia en la sociedad e impulsar la paz.

La no-violencia, en cuanto metodología de acción personal y social, promueve acciones concretas a fin de crear conciencia del problema de la violencia, de sus verdaderas raíces, de sus diferentes formas de manifestación como violencia física, racial, económica, religiosa, psicológica y moral, a la vez que impulsa acciones ejemplares que tiendan a erradicar las prácticas violentas de la faz de la Tierra.

Algunas de sus herramientas principales de acción personal y social son:

El rechazo y el vacío a las diferentes formas de discriminación y violencia.

La no-colaboración con las prácticas violentas.

La denuncia de todos los hechos de discriminación y violencia.

La desobediencia civil frente a la violencia institucionalizada.

La organización y movilización social en base al trabajo voluntario y a la acción solidaria de quienes la impulsan.

La no-violencia organizada, unida y movilizada constituye la única fuerza capaz de modificar la dirección violenta e inhumana de los peligrosos acontecimientos en el mundo actual.

La peligrosidad de la situación mundial actual y las posibles consecuencias en un futuro inmediato sostienen la urgente necesidad de reclamar y exigir la puesta en marcha de acciones concretas e inmediatas.

Algunas de ellas son:

  1. El desarme nuclear inmediato que ponga freno al peligro desatado por la nueva carrera de armamentos nucleares, mediante el desmantelamiento de los arsenales bajo supervisión de las Naciones Unidas.
  2. El retiro inmediato de las tropas de los territorios ocupados y el acatamiento de las resoluciones y recomendaciones de las Naciones Unidas.
  3. El avance inmediato en la presentación de propuestas regionales que incluyan el desarme progresivo de las regiones y el reemplazo de los ejércitos para la guerra, en fuerzas regionales de paz que colaboren en situaciones de catástrofes y en la solución de problemas básicos de las poblaciones.
  4. Avanzar en forma inmediata hacia una legislación internacional que declare la ilegalidad de las armas nucleares, y que su desarrollo y uso queden incluidos entre los crímenes de lesa humanidad.
  5. Exigir como medida urgente el re-direccionamiento de los fondos públicos nacionales e internacionales hacia el desarrollo de campañas que tengan como objetivo prioritario la erradicación de los terribles e inhumanos problemas de hambre, salud y educación que hoy afecta a vastas zonas del planeta y generan cientos de miles de muertes a diario.
  6. Promover una acción sostenida desde individuos y organizaciones de todo tipo y nivel, en el campo social, político y cultural, con el fin de crear conciencia de la peligrosa situación actual y con el fin de impulsar acciones ejemplares en la dirección de una “cultura de la paz y la no-violencia”.