Frecuentemente descubrimos que estamos divididos entre lo que pensamos, sentimos y hacemos. Por lo contrario, cuando logramos hacer algo de acuerdo a nuestras ideas y sentimientos, sentimos esa unidad en la que quisiéramos vivir cotidianamente. Pero, son tan diversas las situaciones y tan opuestos los compromisos que debemos afrontar a diario, que la unidad interna se ve seriamente comprometida. Y es la falta de unidad, la que crea sufrimiento. Puede decirse: «Es necesario vivir con unidad!». Pero cómo lograr tal cosa?
Comencemos por examinar nuestras actividades rutinarias hasta comprender la profunda división en el pensar, el sentir y el actuar. Por el solo hecho de comprobar esto a cada paso que damos, brotará la respuesta. Pero no será una respuesta teórica, como la que ahora podríamos dar, sino que será consecuencia de una necesidad comprobada. Digamos sintéticamente: toda persona que se preocupa por examinar en su vida diaria las contradicciones entre lo que piensa, siente y hace, advierte la necesidad de cambio en su situación y por ese hecho, obtiene de su misma experiencia, la respuesta adecuada.