Si alguien dice: «yo con más dinero sería feliz!», debería consultar a los que tienen más dinero para saber que ellos no han logrado la felicidad. Se podría revisar una larga lista de actividades y al final de la cadena, hallaríamos siempre el sufrimiento. Por cierto, muchos confunden un breve instante de felicidad, con un estado creciente de felicidad a medida que pasa el tiempo. Por ejemplo, un poeta podría decir: «me basta con mirar una flor, para ser feliz». Es claro que será feliz… por un corto instante. Eso mismo vale para cualquier actividad placentera. El placer del instante, muere en el instante. En cambio, el estado de felicidad por pequeño que sea si se continúa en el tiempo, va creciendo. Eso es posible si tal estado está orientado por un sentido de la vida, no por un acto que muere inmediatamente.
Nosotros no decimos que el placer sea perjudicial, sino que es corto. Decimos que está bien en su momento, pero que no puede dar fundamento a la vida. Uno debe saber si su vida se hace más plena o más vacía a medida que pasa el tiempo. Entonces, comprenderá si su felicidad crece o dismimuye. Pero (r)cómo saber eso? Hay que aprender a comparar momentos, de un modo justo. Si mis buenos momentos actuales son inferiores a los de otra época, algo anda mal. Si son mejores, estoy bien orientado. También hay que saber comparar los aspectos negativos. Si mis malos momentos actuales, son peores que los malos momentos de otra época, entonces algo falla. Si estos malos momentos, de todas maneras no me afectan como en otras épocas, es que estoy avanzando, estoy creciendo internamente. A medida que un nuevo sentido orienta a la propia vida, la comparación con momentos anteriores positivos y negativos, deja un saldo favorable. Haga lo que haga, si al comparar, el saldo no es favorable está claro que estoy viviendo falsas soluciones que me llevarán tarde o temprano al sin-sentido.