Se observa que la mente se traslada de un objeto a otro instante tras instante; que es muy difícil mantener una idea, un pensamiento o aún una línea de conversación sin que se filtren elementos ajenos (otras imágenes, ideas o temas). Estas infiltraciones son justamente los ensueños o divagaciones que en principio dependen de estímulos externos (ruidos, olores, formas, colores, etc.), de estímulos corporales (sensaciones corporales como tensión, calor, hambre, sueño, etc.), de estímulos internos síquicos (estados emotivos, confusión de ideas, etc.).

Estos ensueños son inestables y cambiantes y constituyen el mayor impedimento de la atención.

Para determinar los principales temas de divagación o ensueños secundarios conviene usar las tres técnicas siguientes:

a) La escala de críticas dada por los círculos de personalidad y su complemento de círculos de prestigio.

b) Anotación de sueños nocturnos al despertar. En éste caso se trata de definir relaciones o temas comunes, no obstante la variedad de elementos en el mismo sueño (p. ej. violencia, persecución, preeminencias).

c) Observación y anotación de las propias divagaciones o fantaseos en estado de vigilia cotidiana, rastreándolos así de un modo directo.

Los materiales obtenidos con estos tres métodos deberán cotejarse, buscando los elementos comunes. Al estudiarlos en momentos distintos, veremos que movilizan nuestra acción durante períodos de tiempo relativos a la variación de los deseos inmediatos. Es decir, pueden ir modificándose, mientras se mantiene un mismo núcleo central fijo.