A los centros podemos representarlos como círculos con sus designaciones (M. «motriz», p.ej.); a las partes de los centros como nivel en que actúa la energía reproduciendo en todos los centros el mismo diseño; motricidad (m); emotividad (e) e intelecto (i). Finalmente a cada nivel o parte, lo dividimos en tres sub-partes: elevadores (el); adhesores (a) y selectores (s).

S. A. EL.
M S. A. EL.
S. A. EL.

El centro vegetativo-sexual es el más veloz y el centro intelectual el más lento. El centro superior se moviliza muy rara vez y solo cuando en los otros centros se produce una acumulación y descarga o salto cualitativo, expresándose con mayor velocidad que las de los otros centros y logrando síntesis de comprensión intuitivas y totalizadoras.

Las partes o niveles de los centros responden a características motrices, emotivas o intelectuales. Son las que dan «tonos» distintos a cada centro. Las partes motrices son las más veloces, dinamizan, diferencian y su funcionamiento se expresa fuera del sujeto como tensión o relajación. Las partes emotivas son más lentas, sintetizan y trabajan siempre en adhesión o rechazo. Las partes intelectuales son las más lentas de todo centro y complementan (relacionan) trabajando siempre en selección o confusión.

Las subpartes representan trabajos diferenciados de cada nivel o parte. Los elevadores se limitan a permitir y aumentar el tono energético que proviene de otro centro. Los adhesores fijan y mantienen el potencial necesario para el trabajo del nivel en que están incluidos. Los selectores disponiendo de ese potencial distribuyen la energía a otros niveles o a otros centros de acuerdo a los requerimientos de ese momento.

Todos los centros están conectados entre sí y dependen para su trabajo del potencial energético del centro somático. A menudo en algunos centros, o en algún nivel o en alguna sub-parte, se producen descargas o retenciones de flujo energético. Normalmente, estos problemas surgen luego de «choques» o «traumas» en el punto dado. Tales cortocircuitos se reflejan en la estructura general del hombre. Las cosas llegan a mayores en los estados que luego se reconocen como patológicos.

Por consiguiente, todo Trabajo correcto sobre sí mismo debe comenzar por la filiación de actos de los centros, partes y subpartes a fin de reconocer deficiencias en los distintos puntos de la maquinaria. Pero como tal estudio no puede hacerse por simple introspección (ya que sólo se movilizaría el centro intelectual para tratar de comprender estructuras más veloces y de trabajo distinto al de él) se recomienda siempre poner en marcha a todos los centros para observar sus dificultades.

Debe tenerse en cuenta que algunos puntos responden mejor que otros y que puntos «perezosos» en ocasiones no están afectados por deficiencias sino simplemente por falta de ejercitación, por falta de grabaciones. Así reconocemos que la repetición de actos va formando la memoria o los hábitos de cada centro, parte y subparte.

Echemos un vistazo a la maquinaria: