La luz convergió sobre sí y esto dio lugar a expresiones energéticas y materiales densas. Ese fue el paso de la caída de la luz.
Aquello provocó la explosión original, y desde ese centro, proyectándose desde ese centro, radiación y masa de materia ígnea se expandieron a velocidades crecientes.
De este modo, lo que fue configurándose como nebulosas; galaxias; soles; planetas y lunas de distintos sistemas, se sigue acelerando mientras se aleja de su centro original describiendo ciclos espiralados.
A medida que se alejan esos cuerpos van regresando a su origen por su trayectoria curva, mientras se aceleran aproximándose a la velocidad de la luz.
Finalmente, todos los cuerpos terminarán convirtiendo su materia en energía radiante y esta energía se transformará en luz que conexionará sobre un centro desde todas las direcciones del espacio curvo, para producir una nueva explosión creativa.
En síntesis: la luz es eterna, es el origen y fin del Universo.
No interesa estudiar aquí los procesos de densificación u opuestamente de mayor vibratoriedad de la materia, la antimateria y la energía. Baste decir, que estas son tres expresiones del mismo principio, que cada una de ellas puede convertirse en luz y a la inversa.