No establecemos divisiones de partes y sub-partes. Hacemos diferencias graduales entre fenómenos que van desde los más perceptibles a los más sutiles. Perceptibles son los fenómenos de recurrencia o «esto ya lo he vivido» y otros conocidos como de «inspiración» y de «arrebato» pero no otros propios de trabajos como los de Meditación Trascendental (10) en los que surgen fenómenos de «vacío dinámico» o «conciencia cósmica», «orden universal». etc.

Dinámica intuitiva superior: fenómenos de éxtasis, arrebato y «reconocimiento».

Se producen accidentalmente o mediante trabajo sostenido.

Extasis: Todos los fenómenos motrices de tipo superior: inspiración artística en general.

Arrebato Fenómenos de tipo místico y percepciones que tienen que ver con esos estados: discos, círculos, bolas de fuego, puntos, auras, etc.

Reconocimiento: Todos los fenómenos de comprensión intelectual directa. Percepción directa de los pensamientos de otro, de objetos y situaciones que sensorialmente no están al alcance, de soluciones a problemas científicos que surgen «dictados» en los sueños.

Tanto el éxtasis como el arrebato y el reconocimiento aparecen como estados superiores a los normales y cotidianos y se corresponden en esos momentos con modificaciones concomitantes en el tono corporal, al par que son acompañados por armónicas emotivas intensas.

Frecuentemente se confunden los estados superiores con los crepusculares porque en ambos casos, pueden resultar (aunque con escasa frecuencia) manifestaciones hoy conocidas como parapsicológicas. En efecto, en la mediumnidad y aún en estados alucinatorios de conciencia (como en las intoxicaciones producidas por la acción de drogas) pueden verificarse fenómenos de este tipo. Debe saberse que en general en las religiones, los ocultismos, las drogas y los casos de peligro inminente para la propia vida se «sueltan» esos mecanismos superiores de tipo paranormal.

Ahora bien, en tales casos los sujetos no manejan el fenómeno sino que son «tomados» por él confundiéndolos con acciones de espíritus, demonios o cosas semejantes, situación que el Psicoanálisis explica como el afloramiento de contenidos inconscientes. Lo que esta corriente no explica, es cómo se producen los fenómenos, sí comprobados por la Parasicología.

Baste saber que se pueden producir «choques» en el centro superior desde los estados crepusculares, penumbrales, de sueño o semisueño y desde los estados de conciencia de sí y total lucidez, aunque lógicamente esta última vía que es la de mayor esfuerzo, requiere un trabajo tenaz de ampliación y evolución de la conciencia.

De manera que los fenómenos propios del centro superior pueden ser movilizados desde los niveles de conciencia crepusculares, automáticos, irracionales e incontrolados (con su secuencia de patología y desintegración síquica posterior) o desde el nivel de conciencia de sí, esforzado, racional y controlado (con sus efectos de integración y ampliación de la conciencia).

Conviene agregar que la movilización del centro superior no es independiente de la acumulación y salto energético que depende del centro somático y que es puesto en marcha por cierta polarización emotiva.

Los fenómenos del centro superior por su enorme complejidad, velocidad y efectos externos aparecen como la manifestación más viva de la luz en el hombre. A esta maravilla evolutiva no es incorrecto designarla como «centro luminoso».

Ya hablando de localización real de tal centro en el organismo, se puede afirmar sin errar demasiado que corresponde su ubicación a la glándula pineal. Esta glándula segrega varios tipos de hormonas entre las que reconocemos a la serotonina y la melatonina como las más importantes. Y es curioso comprobar que las secreciones están directamente relacionadas con la acción de la luz desde el ojo y por conductos nerviosos, y con el sexo a través de su poderosa red vascular solo superada (en proporción) por el riñón.

La glándula pineal actúa incluso sobre la hipófisis recibiendo muy poca influencia de ella. Regula ciclos y ritmos en el organismo, ordena la distribución de la pigmentación general (nuevo caso de relación con la luz) y deja de secretar hormonas inhibidoras de gónadas y ovarios cuando hacia los doce años de edad su estructura comienza comprimirse por recubrimiento de fosfatos y oxalatos cálcicos. En este momento, se suelta el mecanismo del sexo que había permanecido inhibido y comienzan los síntomas de la pubertad. Tal vez por eso desde antiguo se la designó como «glándula de la pureza» o tal vez por su relación con la luz.