En orden al reclutamiento de los ciudadanos, nuestro punto de vista es favorable a la sustitución del servicio militar obligatorio por el servicio militar optativo, sistema éste que permitirá una mayor capacitación del soldado profesional. Pero a esa limitación de tropas corresponderá también una reducción importante del personal de cuadros y del personal de jefatura. Y es claro que no se efectuará una reestructuración adecuada sin atender a los problemas personales, familiares y sociales que se habrá de acarrear en numerosos ejércitos que hoy mantienen un esquema sobredimensionado. El nuevo emplazamiento laboral, geográfico y de inserción social de esos contingentes será equilibrado si se mantiene una relación militar flexible durante el tiempo que demande la reubicación. En la reestructuración que hoy tiene lugar en distintas partes del mundo debe tenerse en cuenta primariamente el modelo de país en el que se efectúa. Naturalmente, un sistema unitario tiene características diferentes al de uno federativo o al de distintos países que están confluyendo en una comunidad regional. Nuestro punto de vista, favorable al sistema federativo y abierto a la confederación regional requiere, para el diseño correcto de la reestructuración, compromisos sólidos y permanentes que permitan continuidad en el proyecto. Si no existe una voluntad clara de las partes en esta dirección, la reestructuración no será posible porque el aporte económico de cada integrante estará sometido a vaivenes políticos ocasionales. Siendo ese el caso, las tropas federales podrán existir solo formalmente y los contingentes militares serán la simple sumatoria del potencial de cada comunidad que forme parte de la federación. Esto traerá también problemas de mando unificado de difícil solución. En definitiva, será la orientación política la que tendrá que dar las pautas y, en tal situación, las fuerzas armadas particulares requerirán de una muy precisa y coordinada conducción.

Un problema de relativa importancia en la reestructuración es el referido a ciertos aspectos de los cuerpos de seguridad. Los cuerpos de seguridad, si no son militarizados, actúan en relación al orden interno y con referencia a la protección de los ciudadanos aunque, habitualmente, están involucrados en operaciones de control muy alejadas al fin para el que han sido creados. El organigrama en el que se inscriben, en muchos países, los hace depender directamente de las carteras políticas tales como el Ministerio del Interior, diferente al Ministerio de la Guerra o de Defensa. Por otra parte, las policías entendidas como servidoras de la ciudadanía y dispuestas para que se cumpla con un orden jurídico no lesivo para los habitantes de un país tienen un carácter accesorio y bajo jurisdicción del poder Judicial. Pero, a menudo, por su carácter de fuerza pública realizan operaciones que ante los ojos de la población las hace aparecer como fuerzas militares. Claramente se percibe la inconveniencia de tal confusión y es de interés de las fuerzas armadas que estas distinciones queden claras. Otro tanto ocurre con distintos organismos del Estado que manejan cuerpos secretos y de informaciones, imbricados y superpuestos, que tampoco tienen que ver con el régimen castrense. Los ejércitos requieren de un adecuado sistema de informaciones que les permita operar con eficiencia y que en nada se parece a mecanismos de control y seguimiento de la ciudadanía porque su función hace a la seguridad de la Nación y no al beneplácito o la reprobación ideológica del gobierno de turno.