Aún aquellos que no se encuentren en situación-límite cuestionarán su condición actual formando un esquema de vida futura. Aún aquel que prefiera no pensar en su situación, o que transfiera a otros esa responsabilidad, elegirá un esquema de vida. Así, la libertad de elección es una realidad desde el momento en que nos cuestionamos vivir y pensamos en las condiciones en que queremos hacerlo. Que luchemos o no por ese futuro siempre deja en pie a la libertad de elección. Y es únicamente este hecho de la vida humana el que puede justificar la existencia de los valores, de la moral, del derecho y de la obligación, al tiempo que permite refutar toda política, toda organización social, todo estilo de vida que se instale sin justificar su sentido, sin justificar para qué sirve al ser humano concreto y actual. Cualquier moral, o ley, o constitución social, que parta de principios supuestamente superiores a la vida humana, coloca a ésta en situación de contingencia negando su esencial sentido de libertad.