Sabemos que al cambiar positivamente nuestra situación estaremos influyendo en nuestro medio y otras personas compartirán este punto de vista dando lugar a un sistema de relaciones humanas en crecimiento. Tendremos que preguntarnos: ¿por qué deberíamos ir más allá de donde empezamos? Sencillamente por coherencia con la propuesta de tratar a otros como queremos que nos traten. ¿O acaso no llevaríamos a los demás algo que ha resultado fundamental para nuestra vida? Si la influencia comienza a desarrollarse es porque las relaciones, y por tanto los componentes de nuestro medio, se han ampliado. Esta es una cuestión que deberíamos tener en cuenta desde el comienzo porque aún cuando nuestra acción empieza aplicándose en un punto reducido, la proyección de esa influencia puede llegar muy lejos. No tiene nada de extraño pensar que otras personas decidan sumarse en la misma dirección. Después de todo, los grandes movimientos históricos han seguido el mismo camino: comenzaron pequeños, como es lógico, y se desarrollaron gracias a que la gente los consideró intérpretes de sus necesidades e inquietudes. Actuar en el medio inmediato, pero con la mirada puesta en el progreso de la sociedad es coherente con todo lo dicho. De otro modo, ¿para qué haríamos referencia a una crisis global que debe ser enfrentada resueltamente si todo terminara en individuos aislados para quienes los demás no tienen importancia? Por necesidad de la gente que coincida en dar una nueva dirección a su vida y a los acontecimientos, surgirán ámbitos de discusión y comunicación directa. Más adelante, la difusión a través de todos los medios permitirá ampliar la superficie de contacto. Otro tanto ocurrirá con la creación de organismos e instituciones compatibles con este planteamiento.