El siquismo en su dinámica total, trabaja estructuradoramente, manifestando actos en busca de objetos que los completen. Esta búsqueda se produce en todos los niveles de conciencia, poniendo cada uno su propio ámbito formal y su modo característico de trabajo. La conciencia se da en el transcurrir del tiempo, mientras articula su propio modo temporal. Se observan diferencias entre el «tiempo puro» y «el tiempo sicológico», en el que -para la conciencia- hay variaciones, pudiendo desplazarse hacia el futuro y el pasado, poner un pasado en el futuro, futurizar el presente, etc. De manera tal que con el registro del pasar del tiempo, del transcurrir, el siquismo advierte su finitud y aniquilación futura. La conciencia, en esta situación busca un objeto que la complete totalmente, elaborando las respuestas de trascendencia del tiempo, donde aparece la «inmortalidad» como forma del no-transcurrir, del tiempo detenido. Esta tendencia hacia «algo» que haga trascender el tiempo, mueve al hombre a intentar posibilidades. Esta tendencia está a la base de todos los caminos trascendentales y está también a la base de lo religioso, cómo búsqueda de respuesta a esa necesidad radical del hombre.