Acto-objeto
Su estructura mínima es la relación acto-objeto, ligados por los mecanismos de intencionalidad de la conciencia.
Esta ligazón entre actos y objetos no es permanente ya que existen actos lanzados en busca de su objeto, y es precisamente esta situación la que da dinámica a la conciencia. De tal manera que los objetos de conciencia (percepciones, recuerdos, representaciones, abstracciones, etc.), aparecen como los correlatos intencionales de los actos de conciencia.
La intencionalidad siempre está lanzada hacia el futuro, lo que se registra como tensión de búsqueda, y también hacia el pasado en la evocación.
Así, los tiempos de conciencia se entrecruzan el en presente. La conciencia futuriza y recuerda, pero en el momento de la implesión trabaja en presente. En el caso de búsqueda de un recuerdo, cuando el objeto evocado aparece, «se hace presente» y hasta tanto esto no suceda, la conciencia no se completa.
La completación del acto se registra como distensión. Cuando los actos encuentran su objeto, queda energía libre, que es utilizada por la conciencia para nuevos trabajos.
Tiempos de conciencia
Estas operaciones descriptas son características del nivel vigílico, ya que en otros niveles (como en el sueño, por ej.), la estructura del tiempo es distinta. Así, el tiempo sicológico depende del nivel de trabajo del siquismo. El tiempo de trabajo del coordinador -considerado sicológicamente- es el presente, en vigilia, desde donde pueden efectuarse múltiples juegos temporales de protensiones y retenciones, pero siempre entrecruzándose en el presente. La eficacia de los mecanismos de reversibilidad y el tiempo presente son características vigílicas.
Atención, presencia y copresencia
La atención es un aptitud de la conciencia que permite observar los fenómenos interno y externos. Así, cuando un estímulo supera el umbral, despierta el interés de la conciencia, quedando en un campo central de presencia, al cual se dirige la atención. Sucede lo mismo cuando la conciencia es la que se dirige a un determinado estímulo o dato por propio interés. Cuando la atención trabaja, hay objetos que aparecen como centrales y objetos que aparecen en la periferia, copresentes.
Esta presencia y co-presencia atencional, se da tanto con los objetos externos como con los actos internos. Al atender a un objeto, se hace presente un aspecto evidente, y lo no evidente opera de modo copresente. Se cuenta con esa parte aunque no se la atienda. Esto es porque la conciencia trabaja con más de lo que necesita atender, sobrepasa el objeto observado. La conciencia dirige actos a los objetos, pero también hay otros actos co-presentes que no se relacionan con el tema u objeto presente atendido.
En los distintos niveles de conciencia se experimenta lo mismo; por ej., en vigilia hay copresencia de ensueños y en los sueños puede haber vigilia copresente. Así la presencia se da en un campo de co-presencia. En el conocimiento por ej., la masa de información co-presente importa cuando es necesario concentrarse en un tema específico. El conocimiento se entiende en este horizonte de co-presencia, por lo que al ampliarlo, se amplia también la capacidad de relacionar. Presencia y co-presencia configuran la imagen del mundo que tiene un individuo o una época. Aparte de conceptos e ideas la mente cuenta con elementos no pensados, co-presentes, que son las opiniones, creencias, supuestos, a los que rara vez se atiende. Cuando este sustrato con el que se cuenta, varía o cae, es la imagen del mundo la que cambia o se transforma.