Las formas, son las estructuras de percepción o de representación. De un mismo objeto puede tenerse distintas formas según los canales de sensación usados, según la perspectiva con respecto a dicho objeto y según el tipo de estructuración que efectúe la conciencia.

Los distintos niveles de conciencia ponen, cada uno, su propio ámbito formal. Cada nivel procede como estructura de ámbito característico, ligado a formas también características.

Las formas que emergen en la conciencia son reales compensaciones estructuradoras frente al estímulo. La forma, es el objeto del acto de compensación estructuradora.

El estímulo se convierte en forma cuando la conciencia lo estructura desde su nivel trabajo. Así, un mismo estímulo se traduce en formas distintas según respuestas estructuradoras de distintos niveles de conciencia.

Los diferentes niveles cumplen con la función de compensar estructuradamente al mundo.

Existen actos de conciencia que no son completados por formas. Esa suerte de actos puros en busca del objeto que los complete, están en la base del recuerdo.

La mecánica total de la conciencia busca completarse en un objeto definitivo.

La forma pura no es representable; no obstante se experimenta como el objeto del acto de compensación estructuradora de la conciencia en el mundo. Se experimenta como la «realidad” trascendente al transcurrir. Esta forma, para el siquismo, posee los atributos del plano de la inmortalidad, correspondiendo a la conciencia trascendida-en-reposo.