Climas y tensiones, procedentes de niveles infravigílicos, aparecen como ruido en el pensar, alterando la naturaleza correcta de las preguntas. Frente a esto, el interés por disminuir esas sobrecargas va llevando a la normalización de la vigilia.

Puede citarse el surgimiento de ese interés, como uno de los primeros indicadores que delatan una verdadera necesidad de trabajo, que deberá completarse con los registros correspondientes la disminución del ruido, para, con el tiempo, manejar tal disminución intencionadamente.

Se observa que detrás de las tensiones y de los climas hay una fuerza que ha sido incorrectamente canalizada; pero esta fuerza en sí, es una “fuerza amiga”, que por medio de transformaciones adecuadas sirve a la evolución. Esto propone toda una operativa para el trabajo de normalización, que se extiende al comportamiento.

Los indicadores de modificación de conducta son un testigo muy importante en los cambios del siquismo. El estudio de la propia conducta, como actitud en el mundo es más revelador que los estudios de ensueños o pensamientos. Por otra parte, la conducta y sus cambios encuentran parámetros según sea adecuación o inadecuación situacional; pero tal calificación de adecuación o inadecuación no se la debe buscar fuera de sí (en “la opinión ajena” por ej.), sino en sí mismo y específicamente en el grado de contradicción interna; allí están los mejores indicadores de la conducta errónea. En el grado de unidad interna, se encuentra el indicador del comportamiento acertado. Estos indicadores internos permiten ponderar el comportamiento a pesar de que externamente pueden buscarse también referencias. Esta búsqueda de una referencia externa -que tenga valor interno- ha hecho surgir las distintas formas de moral, que muchas veces llevaron al ser humano en dirección equívoca, poro que otras veces le ayudaron en su evolución. Nosotros encontramos esas referencias en los «Principios” que propone la Religión
interior. (1)

(1) Ver: “La Mirada Interna”, autor anónimo. Ed. Trasmutación.