En los mecanismos de conciencia hay un trabajo rítmico cuya alteración resta eficacia, pudiendo ser factor de ruido. Los centros tienen su biorritmo particular, dando un biorritmo particular para toda la estructura. Observando el biorritmo durante un periodo largo, se advierte como los centros se van compensando entre sí (unos “bajan” mientras otros “suben”), y como en ciclos completos se compensan las bajadas con las subidas.
Este sistema de compensación cíclico, es indicador del equilibrio que mantiene la estructura en el transcurrir. La descompensación, por su parte, está manifestando la alteración de tal equilibrio.
Por su parte, los niveles de conciencia tienen su ciclo de trabajo. Cuando la vigilia cumple su tiempo, la conciencia cambia ese nivel de trabajo por el de sueño. Así, el periodo de sueño compensa al periodo de trabajo vigílico. En la base de los niveles, operan los ciclajes de metabolismo y los ritmos vegetativos en general.
El ciclo mayor del hombre está dado por el tiempo vital, que va completando al pasar por las distintas etapas vitales: nacimiento, niñez, adolescencia, juventud, primera y segunda madurez, vejez, ancianidad y muerte. En cada etapa hay transformación del siquismo, según las necesidades orgánicas, según los intereses, según las posibilidades que ofrece el medio, etc.
Finalmente, los ciclos y ritmos del siquismo y del cuerpo, determinan modificaciones importantes en el comportamiento, por los cambios de dirección que surgen en los momentos de desgaste y surgimiento de cada etapa vital.