Un mismo estímulo se traduce en formas distintas, en imágenes diversas. Y la conciencia puede, perfectamente, trasladar la imagen proveniente de un sentido, a imágenes que corresponden a otros sentidos, porque a los efectos del reconocimiento, funcionan del mismo modo.
Se produce el reconocimiento cuando al recibir un dato y ser cotejado con datos anteriores, aparece como ya registrado, siendo entonces reconocido.
Podría suceder en la conciencia que una información proveniente del ojo fuera traducida internamente como dato proveniente del oído. Es decir, podría operarse una traducción en conciencia de una señal perceptual, como si ese dato hubiera provenido de otro sentido. Porque para el caso, aunque sean imágenes diferentes las que despiertan ese signo, ellas se corresponden entre sí en cuanto al emplazamiento que tienen en el espacio de representación y respecto a la función con que van a cumplir luego como imagen, al lanzar sus disparos al centro de respuesta correspondiente.
Que se escuche el crepitar del fuego muy próximo, o que se vea al fuego muy próximo, o que se huela al fuego muy próximo; en todos los casos estas percepciones que llegan por canales diferente se estructuran de forma que les es característica, y todas ellas son permutables, reemplazables unas por otras. Reemplazables y por lo tanto traducibles en conciencia unas por otras, ubicadas en el mismo nivel de representación y, además, preparadas para dar el mismo tipo de disparo de peligro.
Así es que, se escuche, se huela, se vea el fuego, todas estas formas pueden ser aprehendidas y traducidas en la conciencia de igual manera.
Hechas estas distinciones, pasemos a examinar las formas ordenadas como: Símbolos, Signos y Alegorías.