Se dice que las personas imaginan cosas fantásticas, sueñan absurdos deshilvanados, bellos, confusos, alegres o monstruosos. Y todo ello, a veces, se manifiesta por medio de la plástica, el poema, la música… , en un complejo concierto de imágenes alegóricas y de símbolos diversos.

Ante esto, la pregunta sobre el porqué de estas actividades humanas surge de modo casi inevitable.

Digamos, de comienzo, que la producción alegórica, sígnica y simbó­lica no es algo prerrogativo del artista plástico, del músico, del erudito matemático, del poeta o del desequilibrado psíquico. Es algo inherente al hombre desde los primeros rudimientos del lenguaje gestual hasta nues­tros días.

Esto es lo que se trata de dilucidar en este libro. Ese es su objetivo principal, procurando responder a las preguntas: ¿cómo surgen estas imá­genes? ¿cómo operan? ¿con qué función cumplen?.

Las producciones del psiquismo no son algo arbitrario que surge al acaso, sino que cumplen con una función definida, respondiendo a nece­sidades que han de ser compensadas para el buen desarrollo y equilibro psicofísicos. Por consiguiente, y ante todo, su estudio va a permitir un avance en el mejor conocimiento del ser humano.

La conciencia humana (siempre conciencia de algo, o hacia algo) frente al mundo, tiende a ser compensación de éste. La actividad de la conciencia es un modo de estar, en dirección hacia el mundo; se trate del mundo lla­mado externo o del interno, la conciencia trata de compensarlo estructural-mente y para producir esa finalidad organiza un sistema de respuestas.

Estas operaciones de la conciencia desempeñan la misión de equilibrar al medio interno con respecto al externo, estableciéndose esa vinculación por contínuas exigencias, pues se encuentra el individuo urgido a respon­der a un mundo complejo; un mundo natural, humano; un mundo social, cultural, técnico, etcétera.

Un ensueño es una imagen-respuesta dirigida al medio interno, mien­tras que un desplazamiento motriz es un movimiento-respuesta (animado, también, por imágenes), hacia el medio externo del psiquismo. Incluso en la circunstancia de ideaciones puramente intelectuales llevadas a expre­siones sígnicas, a cotas exclusivamente conceptuales, se pone de relieve una forma de imagen-respuesta dirigida al medio externo de la concien­cia, de manera que los signos resultantes asuman una función precisa, por ejemplo, de comunicación en el caso del lenguaje.

En este contexto, la psicología, la antropología, la etnología, así como las distintas artes, podrán considerar desde otra perspectiva el estudio de estas producciones de los hombres, de los pueblos, volcadas en sus mitos, leyendas, religiones, artes y folclores. Pero, sobre todo, estas páginas están dirigidas a las personas deseosas de conocerse cada vez mejor.

No es siempre preciso estudiar las mitologías para que alguien pueda vivir los temas míticos más extraordinarios en sus sueños y ensueños, de manera que los héroes, dioses, animales fabulosos, gnomos y brujos, así como los variados «monstruos» que pueblan la imaginación y los sueños de esa persona, sigan utilizando parecidos papeles a los desempeñados en las mitologías de los distintos pueblos, muchas veces notablemente separados entre sí en el tiempo y el espacio, ayudando al hombre -en definitiva-, a libe­rarse, a transferir cargas y presiones internas que oprimen circunstancial o permanentemente a su conciencia, por medio de tales imágenes.

El conjunto de tensiones a que está sometido un pueblo, grupo o indi­viduo es traducido como imagen, y ésta es fuertemente determinada por la acumulación histórica (memoria), sobre cuya base es interpretado el mundo.

Toda una mitología puede estar escondida en la existencia más medio­cre. Los sueños y ensueños de cualquier persona están inundados de imágenes que operan en los tres tiempos: imágenes del pasado o recuerdos, imágenes del presen­te que llegan por vía de las sensaciones, e imágenes lanzadas al futuro o imagina­ción. De igual modo el hombre más realis­ta vive de imágenes. De suerte que los sueños y los ensueños, las imágenes de los recuerdos, de los deseos y de las ilusiones, son grandes fuerzas que actúan en el hom­bre de hoy, influyendo sustancialmente en su vida cotidiana.

Por último, para que el lector pueda servirse de esta obra con agilidad, será conveniente tener en cuenta el plan de la misma, estructurado de la siguiente forma:

  • Capítulo I (Impulsos, Campos de Presencia y Copresencia, Espacio de Representación e Imagen);
  • Capítulo II (Vías Abstractivas y Asociativas);
  • Capítulo III (Símbolo-Alegoría-Signo);
  • Capítulo IV (Simbólica);
  • Capítulo V (Sígnica);
  • Capítulo VI (Alegórica).

Este estudio de los temas morfológicos proviene, en su inspiración y desarrollo, de la filosofía siloísta.

En él se ha procurado ejemplificar, incluyendo abundante material grá­fico (fotografías, esquemas y dibujos), aunque para una mayor compren­sión y profundización es ineludible remitirse al texto de Autoliberación de L.A. Ammann,(1) obra que ampliará notablemente y dará un mayor con­texto a varios temas, tratados aquí sólo colateralmente.

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[pie]1. Luis A. Ammann, Autoliberación, Plaza Y Valdés, México, 1991.[/pie]