Denominamos impulsos a las señales que llegan a la conciencia desde los sentidos o desde la memoria y que se traducen como imágenes al ser trabajadas por las vías abstractivas o asociativas. Estos impulsos sufren numerosas traducciones y transformaciones, aun antes de ser formaliza­dos como imágenes. La conciencia procesa esas estructuras de percepción o reminiscencia, a fin de elaborar respuestas eficaces en su trabajo de equilibrar los mundos interno y externo.