Grigori explicó al profesor que saldrían de «vacaciones». Yuri debería ir a lugares precisos de la India y América latina. El, por su parte, se ocuparía de Teherán, Alejandría y algunos puntos de la URSS. El biotrónico partiría a Bulgaria, Hungría y Checoslovaquia, con un grupo de colaboradores. Allí tendría que hacer cotejos, con colegas de su especialidad. Por su parte, los historiadores y psicólogos del comité tratarían de perfeccionar un modelo complejo de la «explosión psicosocial». Los historiadores, basándose en datos anteriores intentarían hacer las cosas al revés, organizando libretos prospectivos. Proyectarían, ayudados por computadoras, los futuribles mas aceptables sobre los cuales habrían de trabajar los psicólogos, tratando de establecer las condiciones mentales de las poblaciones en cada caso. Y, cuando Yuri preguntó por la Europa occidental y Estados Unidos, recibió de su antiguo maestro una extraña respuesta:
‑Muchacho, tampoco ellos son idiotas. Déjalos que hagan su parte. Para localizar un punto, es necesario que se corten dos líneas. Nosotros trazaremos la ordenada y ellos la abscisa, o a la inversa. Veremos si distintas metodologías pueden acoplarse, como ya sucedió con las etapas de los cohetes espaciales. ¡Déjalos, no son tan idiotas!