Pasaron varios días antes que Grigori avisara al profesor Tókarev sobre la segunda reunión del comité. Para entonces aquel le había aclarado varios puntos. Según le informara, las reconvenciones de los dos sicólogos habían resultado de un premeditado forzamiento, a fin de comprobar la convicción de Yuri sobre sus propios argumentos. Pero tal situación debía explicarse en un contexto mas amplio. Al parecer, desde hacia unos meses, Grigori y otras eminencias habían formado el equipo investigador que apeló al Ministerio a fin de interesarlo en la estructuración de un comité con atribuciones mas o menos amplias y presupuesto adecuado. Sucedía que los científicos estaban siguiendo curvas estadísticas de desequilibrio psicosocial en la URSS. Habían comprobado una afluencia de fieles en aumento a los templos ortodoxos; una proliferación mas o menos subterránea de grupos ocultistas y un trasfondo sospechoso en los enunciados teóricos de la nueva generación científica, sobre todo en los campos de la Astrofísica y la Biología. Nietzsky, el biotrónico, a su vez constataba un sorprendente incremento de interesados en someterse a los tests paranormales en los que trabajaba su sección. Por otra parte, podía aportar pruebas irrefutables sobre porcentajes mayores de dotados extrasensoriales. Día a día, iba llegando a sus manos información desde los mas remotos lugares del país, sobre personas que espontáneamente producían fenómenos extraños. Según afirmara, pudo experimentar con una mujer que movía pequeños objetos a distancia y que provoco un derrame cerebral en un conejo, luego de fijar en él su mirada… El punto era grave. La señora Tolmacheva podía alterar campos magnéticos de poca intensidad y modificar a voluntad el vuelo de un minúsculo aparato accionado a control remoto. Simultáneamente, había sucedido el incidente con un periodista americano que fue interrogado en Moscú con referencia a esas investigaciones que venia desarrollando Nietzsky y que aquel quería publicar en Estados Unidos. Al parecer, también los occidentales andaban tras algo, que hasta el momento era indefinido. Pero eran dos notables historiadores quienes habían tomado mas en serio el articulo de Yuri. Ellos seguían estudiando el significado de las corrientes religiosas, en la disidencia ideológica. Era el caso de Svetlana Stalina y también de Solyenitzin. «Que esos dos ‑comentaban los historiadores‑ hubieran abrazado la causa de la traición a su patria podía explicarse cómodamente, pero que terminaran haciendo profesión de fe cristiana, era una variante innecesaria.» Si bien la hija del dictador, por la naturaleza del culto a la personalidad, estaba predispuesta místicamente, eso no justificaba su nueva adhesión. Era cierto que Stalin, en su juventud, había sido seminarista religioso pero luego de la Gran Revolución todo había cambiado. También de Rusia, después de todo, había salido la Teosofía de Helena Blavatsky y el Cuarto Camino de Gurdjieff y Ouspensky. Y nunca habían escaseado, durante el zarismo, los Rasputin y los Dostoievsky… ¿Acaso todo había cambiado después de la Gran Revolución? Estaban convencidos de que la disidencia podía ser capitaneada por grandes religiones como el Cristianismo y el Islamismo, que contaban con organización y estructuras suficientes. Argumentaban que aun cuando el articulo 124 de la Constitución proclamaba la libertad de cultos, se producía una contradicción en la practica y ello podía ser aprovechado como pretexto movilizador. Pero nada les preocupaba tanto como la religiosidad subterránea que se infiltraba retorcidamente en la ideología oficial, mezclando el materialismo con larvadas formas ocultistas. El mismo Grigori, había participado de las discusiones del grupo investigador, antes de hacer el petitorio de formación del comité. Su tesis era que las religiones surgían en las encrucijadas culturales y que la URSS tenia las características mas netas en el momento actual, de «madre de las encrucijadas culturales». En efecto: razas, lenguas, costumbres y climas se mezclaban en el país euroasiático más grande, que además contaba con un sexto de la territorialidad mundial. Todas sus fronteras estaban en choque y la misma ideología oficial era acosada crecientemente por los traidores internos y externos, aumentando el desconcierto espiritual de las masas. Esas consideraciones de los estudiosos llegaron con seguridad a las altas esferas del Gobierno, porque casi simultáneamente con la aprobación del Ministerio a la formación del comité, el camarada Brezhnev había dicho en un sorprendente discurso que «advertía a los jóvenes del peligro de coquetear con el misticismo».
Ahora, Yuri tenia despejado el panorama con respecto a la formación del comité y comprendía esa mezcolanza de individuos, trabajando en un mismo organismo. A partir de esas aclaraciones, se abocó a organizar un modelo de investigación sobre los nuevos fenómenos que iban tomando cuerpo, en la URSS y el mundo…
Ahora, era un domingo en el que seguramente perdería la reconfortante compañía de Irina, Vladimir y Sofía. Había llegado a la dependencia del Ministerio. Esta vez, la puerta se abrió en el mismo momento en que se acercaba a ella.
‑Pasa, muchacho ‑dijo Grigori. Ambos hombres caminaron hacia la mesa central hasta sentarse en sus sillas, frente al comité en pleno.
‑Queremos conocer su modelo, camarada Tókarev ‑dijo Nietzsky. Y allí comenzó un largo desarrollo en el que Yuri expuso escrupulosamente su plan de investigación. Después de cuatro horas abigarradas de datos históricos y geográficos, concluyó: ‑en resumen, debemos comprender si el fenómeno esta siendo producido y luego exportado a la URSS, o si en otros lugares se registra lo mismo que aquí, sin conexión alguna. Personalmente, me inclino por la segunda posibilidad, aun teniendo en cuenta acciones de infiltración dirigidas hacia nuestro campo.
‑¿A que se refiere usted? ‑inquirió una desconocida, de aspecto armenio.
‑Me refiero a que todo tipo de información entra en la URSS por medio de la Prensa radial, escrita, televisiva y por el intercambio de personas, así como ocurre el fenómeno inverso. Pero, en todo caso, no me parece de una influencia tan grande como para desencadenar el proceso que al decir de este comité «esta presionando en distintos campos y capas de nuestra sociedad». Creo ‑continuó Yuri- que se podrían investigar algunos puntos de Oriente, tradicionalmente considerados como exportadores de religión. También otros en los que se produjo un colapso religioso por el choque con una cultura cualitativamente mas avanzada. El primer caso sería el de India; el segundo, el de América latina, zona en que los cultos vernáculos fueron destruidos totalmente por los conquistadores europeos. Tal vez allí se verifique lo que tantas veces se ha visto en la Historia; una revancha religiosa, frente a la cultura opresora…
‑¿Y que nos dice ‑interrumpió Kárpov‑ con referencia a los índices crecientes en la URSS y el mundo, de alcoholismo, delincuencia, drogadicción, suicidio y locura… sobre todo, locura?
‑Profesor Kárpov ‑respondió Yuri burlonamente‑, nuestros eminentes psicólogos deben dar respuesta a esos interrogantes. Yo simplemente expuse un modelo de investigación propio de mi especialidad. Aun así, siendo tan restringido mi esquema, pienso que se necesita un estudio detenido y serio, tal vez de años, antes de sacar conclusiones.
‑«¡Tal vez de años!» ‑replico Kárpov con indignación‑. Sepa, joven profesor, que las curvas se están haciendo exponenciales. Lo que, en otras palabras, quiere decir que hacia 1985 habrá una explosión psíquica colectiva capaz de romper la sociedad mejor organizada. Usted que cree, ¿que se trata de un problema de gabinete? Entiéndalo bien; ¡se trata de un problema de supervivencia!
En ese momento el coordinador del comité interrumpió la discusión, pidiendo a cada miembro la redacción de sus observaciones y propuestas, de las que debería extraerse finalmente una sugerencia concreta para el Ministerio. Cuando, ante la sorpresa de todos, fijo un plazo de cuarenta y ocho horas, los asistentes intercambiaron notas apresuradamente y se dio por finalizada la reunión. Eran las 11.50 p.m. Al abandonar el edificio, Yuri se pregunto por la celeridad que iban tomando los acontecimientos. «Tal vez ‑se dijo‑ nosotros somos los exponentes mas avanzados de la futura explosión psicosocial.»