La Escuela tiene un núcleo que no varía con las épocas y que surge siempre aunque se modifiquen las con­diciones de existencia.

Las manifestaciones externas de la Escuela son epocales. Así, la Escuela se cubre de elementos periféricos para actuar y comunicarse con el mundo, cambiando ropajes y decorados, adoptando su lenguaje y creando en ocasiones mo­vimientos externos que permitan la comunicación entre dos mundos. Los movimientos mueren, los decorados mutan, los ropajes y el lenguaje se transforman, pero la Escuela permanece y perma­necerá inmortal mientras exista el hom­bre.