Individualmente considerado el hombre, se observan en él “centros” de control. Estos centros son localizaciones de determinadas actividades que coinciden con zonas del sistema nervioso. Desde luego que el trabajo síquico es estructural, pero se diferencia a los centros por la exaltación de determinadas actividades.

Así: en la corteza cerebral se verifican los procesos más conscientes; en la zona límbica, los procesos emotivos; en la médula, los motrices. En todo momento están trabajando simultáneamente todos los centros, pero la energía sicobiológica predomina en uno sobre los otros en cada actividad, o bien, como sus velocidades son distintas, la actividad se manifiesta en unos antes que en otros. Por ejemplo: cuando sorpresivamente un coche frena al lado de una persona, ésta experimenta el disparo de reflejos de defensa, posteriormente siente la emoción de temor o la pasión de cólera y por último reconsidera lo sucedido y piensa en las consecuencias que tuvo o pudo haber tenido el acontecimiento.

Cuando un centro actúa sobre los otros se dice que dispara energía a expensas del resto y cuando habitualmente trabaja más que los otros, se dice que está sobrecargado y que tiene más hábitos, más huellas, más grabaciones que los otros.

Cada persona tiene una tendencia más marcada a trabajar preferentemente con un centro sobre los otros y en cada centro con una parte de él o una sub-parte. Las partes y sub-partes (de los centros) son puntos de actividades diferenciadas.

No debe confundirse a los centros con sus terminaciones nerviosas o plexos. El plexo cardíaco refleja las emociones; el plexo solar los movimientos; el plexo sexual los fenómenos del sexo. Pero los centros de control de esas actividades están en el sistema nervioso y no en los plexos.

Desde el punto de vista evolutivo, la motricidad se desarrolla a partir de los instintos y reflejos; posteriormente se manifiesta la emotividad y más tarde, el intelecto. Sin duda, que en un nuevo paso evolutivo debe provocar el surgimiento de una nueva función y de un nuevo centro de tipo sintetizador.

Este proceso evolutivo se verifica en las especies animales y en el mismo hombre desde sus primeros días de vida hasta que se integra al mundo cotidiano condicionadamente. Para la vida corriente actual del ser humano no es necesario que un nuevo centro comience a funcionar.