En determinados momentos del sueño profundo se registra la aparición de imágenes, a éstas se las llama sueños. En esa situación, el durmiente tiene considerablemente disminuidas sus facultades de crítica y autocrítica. El poder sugestivo de los sueños es sumo, en ellos se cree sin discusión interna.

En el estado de vigilia, aparecen también imágenes emparentadas con las de la actividad onírica. En ocasiones se habla de “soñar despierto”, o simplemente de “ensoñar”. El poder sugestivo de tales imágenes no tiene ya la fortaleza del sueño pero de todas maneras, hace que las facultades intelectuales superiores se vean empañadas. Puede reconocerse en los ensueños a la mayor fuente de distracción. Es muy difícil seguir una secuencia matemática correctamente si se está ensoñando, esto es evidente.

Sin embargo los ensueños cumplen con su función en la vida cotidiana. Puede decirse que los ensueños son respuestas no racionales a los estímulos externos.

También puede vérselos como compensaciones de capas distintas de la personalidad, que se movilizan por acción de los distintos centros y en respuesta a los estímulos externos.