Hoy es nuestro último desarrollo, de modo que trataremos de redondear temas en lugar de extendernos sobre un punto en particular.
Comencemos por considerar aspectos secundarios en torno a nuestro estudio y trabajo interno.
A uno de estos aspectos secundarios se lo vió en el día de ayer, cuando uno de nuestros amigos expuso el estado de la cuestión referido a los fenómenos llamados paranormales.
Escuchamos su informe y caímos en cuenta que respecto a esos fenómenos el sistema no tiene una sola prueba aceptable. Que la llamada hoy parasicología no tiene suficiente rigor, y que las universidades y centros de investigación no han definido su objeto de estudio. Vimos también que los controles de prueba han fallado; que la bibliografía existente no es seria; que en ocasiones ha existido distorsión interesada; y que, por último, el punto de vista científico que admite tales fenómenos, es para nosotros dudoso por su falta de rigor.
Ayer se mencionó también que nosotros no somos científicos y que nuestro objetivo no es hacer ciencia. Que nuestro objetivo se relaciona con el desarrollo interno y no con la ciencia. Pero ello no nos impide ser rigurosos y cuestionar a su vez a todo lo falto de rigor, aunque venga del campo de la ciencia.
Quedó en claro que cuando la sicología oficial, frente a determinados fenómenos, declara que la ciencia no puede explicarlo, nosotros decimos que su ciencia es insuficiente; pero al mismo tiempo, nuestros conocimientos nos permiten comprender a numerosos fenómenos, aparentemente extraordinarios, por los mecanismos de convergencia asociativa, de traducción y transformación de impulsos y, en los casos más groseros, por la ilusión y la alucinación, no sólo de sentidos externos sino de sentidos internos.
Sobre todo esto, la ciencia del sistema es ignorante. Y entonces se explican las declaraciones climáticas que en ocasiones produce.
Por último, que el control de pruebas esté en manos de científicos no nos garantiza nada, en cuanto a que éste quede exento de sus creencias y de sus climas personales, inclinando la balanza, en casos oscuros, a favor de sus propias expectativas.
Cuando un gran científico se aplica a estudiar estos fenómenos, nosotros nos preguntamos por qué se interesa ese científico en tal tema. Y tendemos a creer poco en las explicaciones científicas que nos da en cuanto a sus motivaciones.
Pero nuestros amigos siguen de cerca la información que se produce en el sistema, al par que continúan -y a partir de ahora esperamos que continúen con más fuerza-, en estos estudios, en base a nuestra concepción de la mente y no en base a la concepción que tiene la ciencia sobre la mente.
De modo que tenemos la sensación de haber cubierto suficientemente ese campo.
Otro aspecto secundario respecto a nuestro trabajo interno, es el que se refiere a la cuestión del doble. Como en muchos otros casos, también hemos seguido aquí las propuestas de las antiguas Escuelas de Sicología y lo que hemos dicho respecto al doble, no podemos probarlo de ninguna manera. Y no puede pasar del mero nivel de hipótesis a demostrar.
Si por el imperio de nuestros estudios y trabajos, nuestros amigos lograran producir y controlar de modo constante -repetimos: de modo constante- y no azaroso aquellos fenómenos extraordinarios, la antigua hipótesis sobre el doble estaría con seguridad en la base de esos fenómenos.
Pero como tal cosa no está probada por nosotros, no puede ser aceptada más que como mera hipótesis de trabajo. Y ello no modifica en absoluto nuestra concepción, salvo en aspectos secundarios.
Por otra parte hay entre nuestros amigos, muchos de ellos que son de formación científica, y desarrollan actividades científicas en el sistema. Es más, tal tendencia se acentúa con el correr del tiempo. Eso es digno de ser apreciado y de ser estimulado. Pero con respecto al trabajo interno, ellos no se consideran científicos, sino como todos nosotros, simples trabajadores a favor de su desarrollo personal y -ojalá sea así- a favor del desarrollo de toda la humanidad.
Está clara entonces nuestra posición respecto a ciertos fenómenos llamados extraordinarios y respecto a la antigua hipótesis sobre el doble.
También está clara nuestra posición respecto a la insuficiencia de la ciencia y particularmente de la sicología, en este campo secundario para nosotros.
Pasemos ahora a cuestiones de mayor interés. Son las referentes a los problemas de la trascendencia y del sentimiento religioso.
Hay quienes creen que pueden probar la trascendencia por el hecho de que alguna persona murió por un instante y volvió a la vida relatando cosas extrañas. Eso, no prueba más que, al cesar las funciones vitales o al retomarse las funciones vitales, se producen desajustes o ajustes no muy diferentes a los cambios de nivel de conciencia, o en algunos casos, semejantes a los que operan en algunas circunstancias transferenciales cuando ocurren los fenómenos de la luz.
Otros, han visto su propio cuerpo a distancia al entrar o salir de una anestesia profunda. Y hay quienes también han padecido tal fenómeno, por ciertas prácticas forzadas o en momentos de una gran conmoción.
¿Desde dónde han visto a su cuerpo?. Desde afuera, dicen. ¿Y desde dónde han visto a lo que ve?. No desde el cuerpo, por cierto. Porque si hubieran visto desde el cuerpo a lo que ve, no hubieran sino padecido una proyección cenestésica o visual alucinada, tal lo que sucede en vigilia, por ejemplo.
Pero en cambio, como han visto al propio cuerpo desde afuera de él, han padecido más bien el mismo fenómeno que en los sueños, con la alteración del caso y referido a una situación real en principio. Tal por ejemplo, que el cuerpo estaba en una mesa de operaciones rodeado de médicos, y se veía y escuchaba esto, desde cierta distancia, como también se escuchan y se ven los fenómenos con registro inhabitual, al recuperarse alguien de un desmayo.
También existe un sentimiento religioso profundo en el ser humano; y de tal vigor que incluso se ha impuesto a los instintos básicos de conservación individual y de la especie. Y ese sentimiento se ha expresado de distintos modos y ha tomado diferentes objetos.
Pero tal tendencia y tal impulso no demuestran la existencia de Dios, sino que nos dan el registro simplemente, de tal sentimiento.
No hay registro sobre la trascendencia. No hay registro sobre Dios. Tal vez todo sea trascendencia y todo sea Dios, y por eso, precisamente no hay registro.
Por eso, si alguien nos dice que hay trascendencia y Dios, le diremos que eso está bien. Si alguien nos dice que no hay trascendencia ni Dios, le diremos que eso está bien.
En ambos casos diremos que está bien, no por vía de la prueba sino de la creencia. Tal es el estado de la cuestión y la actitud abierta de la mente.
Y si observamos a la mente misma, ¿en donde está ella?: ¿sólo en la inteligencia humana?. Si ello es así, ¿qué significado tiene su aparición entre las cosas naturales?. Y si la mente no solo está en la inteligencia humana ¿desde dónde surge y hasta dónde se extiende, adónde están los límites?. ¿Acaso en los individuos, que aparecen como delimitados, como separados entre sí?. Entonces, ¿cómo pueden, estos individuos, registrar a su mente?.
Sin duda que la mente es más interesante que la trascendencia y Dios. Y en lo que a nosotros toca, observamos que, de acuerdo a las condiciones que ponemos al trabajo de la mente, ella se expresa con sus mejores potencias, o limitadamente. Y ése es nuestro problema. Y es el sufrimiento el que impide la más profunda expresión de la mente.
No son las preguntas ni las respuestas, en torno a la cuestión de Dios y la trascendencia, las que solucionan el sufrimiento. Por ello estudiamos las tres vías del sufrimiento y estudiamos la raíz posesiva del sufrimiento. Porque allí está la solución.
Pero la raíz posesiva del sufrimiento no es fácil de estirpar, ya que en todo está la posesión. Y cuando esto se comprende se comienza a buscar la no posesión, posesivamente.
Y aquél que quiere no poseer, queda también encerrado en el círculo de su sufrimiento. Y aquél que quiere no sufrir, sufre por esto mismo.
Nosotros estudiamos las tres vías del sufrimiento y su raíz posesiva, pero no tratamos de no poseer, porque esto produce sufrimiento. Tratamos de comprender y de generar una nueva actitud en base a registros de unidad o contradicción interna, y no en base a registros de posesión o de no posesión.
Por ello, nosotros estudiamos las tres vías del sufrimiento y su raíz posesiva y generamos una nueva actitud liberadora cuando al hacer obtenemos registros de unidad interna.
¿Y cómo producimos tales registros?. ¿Acaso valorando los objetos de un modo especial?. Sin duda que no.
He aquí entonces sintetizada la doctrina acerca de la liberación de la mente.
Si alguien me pregunta qué es lo más importante, le diré: Debes comprender las tres vías del sufrimiento, que son la sensación, la memoria y la imaginación. Debes comprender además, la raíz posesiva del sufrimiento.
Y si me pregunta, qué debe hacer además de comprender, le diré: Ir contra la evolución de las cosas es ir contra uno mismo. Cuando fuerzas algo hacia un fin produces lo contrario. No te opongas a una gran fuerza; retrocede hasta que aquella se debilite, entonces, avanza con resolución. Las cosas están bien cuando marchan en conjunto, no aisladamente. Si para ti están bien el día y la noche, el verano y el invierno, has superado las contradicciones. Si persigues el placer, te encadenas al sufrimiento; pero en tanto no perjudiques tu salud, goza sin inhibición cuando la oportunidad se presente. Si persigues un fin te encadenas: si todo lo que haces lo realizas como si fuera un fin en sí mismo, te liberas. Harás desaparecer tus conflictos, cuando los entiendas en su última raíz, no cuando quieras resolverlos. Cuando perjudicas a los demás, quedas encadenado, pero si no perjudicas a otros, puedes hacer cuanto quieras con libertad; cuando tratas a los demás como quieres que te traten, te liberas. No importa en qué bando te hayan puesto los acontecimientos, lo que importa es que comprendas que tú no has elegido ningún bando. Los actos contradictorios o unitivos se acumulan en ti, si repites tus actos de unidad interna, ya nada podrá detenerte.
Y ésta es entonces la doctrina y la propuesta precisa: estudia, investiga, medita y comprende progresivamente las tres vías del sufrimiento y su raíz posesiva, mientras vas generando en todo instante una nueva actitud de acuerdo a estos principios.
En este tiempo hemos estado estudiando y operando, en un nivel, las tres vías del sufrimiento y su raíz posesiva. Pero queda en pie la propuesta de investigar, meditar y comprender progresivamente, mientras vamos generando, instante tras instante, una nueva actitud liberadora de la mente.