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Habiendo estudiado este sistema integrado de lo que podríamos llamar aparatos y conciencia, y habiendo estudiado que este sistema integrado está en relación con un medio interno y un medio al que provisoriamente podemos llamar externo, habiendo hecho distinciones entre este medio interno y externo, nos hemos puesto a ver más específicamente lo que sucede en la conciencia y en los mecanismos que le son propios.

Esta conciencia trabajando en distintos niveles, puede hacerlo ponderándose en ella distintos canales, distintas vías, que según actúen, producirán fenómenos de tipo abstractivo o de tipo asociativo.

Dijimos que al estudiar los impulsos en general, íbamos a ocuparnos solo por aquellos que proviniendo de aparatos y llegando a conciencia, pusieran en marcha las vías abstractivas o las asociativas. De modo que no nos preocupamos si por otros mecanismos, ni por otros impulsos que no estén ligados estrechamente a la apertura de estas dos vías internas.

Pero desde luego que las cosas son enormemente complejas y por lo tanto, aunque nos preocupamos de los impulsos ligados directamente al canal asociativo o abstractivo, de todas maneras sabemos que, como todo está en una estrecha relación aunque haya impulsos muy lejanos a estas dos vías, estos -aunque sea por diferencia de potencial-, están comprometiendo al trabajo también de estas dos vías.

Así que, ¿para qué habríamos de preocuparnos, por ejemplo, de impulsos que van del aparato de sentidos a memoria, si esto no está directamente ligado con lo que sucede en estas dos vías que nos interesan?. En principio no deberíamos tenerlos en cuenta a tales impulsos. Claro, en principio no, pero desde luego que todo lo que sucede con un impulso en cualquier posición interna del siquismo, compromete también al trabajo de estas dos vías y compromete al trabajo de los niveles que son lo que permiten que se tome un canal u otro. Bien.

La posibilidad de que los fenómenos que se producen por la apertura de una vía o de otra, se efectivicen en el mundo, está dada por la producción de imágenes correspondientes.

Así que el sistema de imagen, y el emplazamiento de la imagen en el espacio mental, es el que nos permite comprender cómo estos fenómenos que han surgido de las vías abstractivas o asociativas, pueden movilizar determinados centros.

Este asunto del espacio mental y de las imágenes que se emplazan en él, es, desde luego, un punto de interés. Este espacio mental que corresponde exactamente al cuerpo físico, es registrable por mí como sumatoria de sensaciones cenestésicas.

En este sentido, esta especie de segundo cuerpo, esta especie de representación interna del cuerpo que no es del cuerpo exactamente sino del espacio mental, esta representación interna, es la que permite la conexión entre las producciones de la conciencia y el cuerpo mismo.

De manera que este intermediario entre las producciones de conciencia y el cuerpo, es necesario para que el cuerpo mismo entre a funcionar en una dirección u otra.

Porque ya hemos visto que, según la conciencia elabore un tipo de imagen en un nivel del espacio de representación y en un nivel de profundidad de dicho espacio, entonces se dispararán las señales correspondientes desde esa pantalla a un centro u otro.

Así es que este segundo cuerpo de la representación, motivado por las sensaciones, por que el mismo es sumatoria de sensaciones cenestésicas, va a dar disparos según las sensaciones que se conviertan en imágenes en él. Y en este sentido, toda señal que se convierte en imagen, responde a sensaciones que han provenido de sentidos externos o de sentidos internos.

Pero no solo eso, porque este espacio de representación también convierte en imágenes las señales que provienen de memoria y también, este espacio de representación, convierte en imágenes las señales que provienen del mismo trabajo de los mecanismos de conciencia, es decir, de la imaginación.

Es como en ocasiones se ha explicado en la Escuela, que este segundo cuerpo es un cuerpo de sensación, es un cuerpo de memoria y es un cuerpo de imaginación. Que no tiene existencia en sí, aunque en ocasiones algunos hayan pretendido darle entidad separada del cuerpo. Es un cuerpo que se forma por la sumatoria de las sensaciones que provienen del cuerpo físico; pero según que la energía de la representación vaya a un punto o a otro, moviliza una parte del cuerpo u otra.

Así es que, si una imagen se concentra en un nivel del espacio de representación, más interno o externo, a una altura u otra, se ponen en marcha los centros correspondientes. Esto no es difícil de comprender.

Pero claro, cuando aparece una señal, en el caso de la apertura de un canal asociativo y esta señal tiene que ver con una conformación alegórica, nosotros tendemos a buscar desde esta conformación alegórica la señal que ha sido la materia prima y que ha sido traducida en el espacio de representación, en la imagen.

Por consiguiente decimos: estas imágenes que surgen, surgen por ejemplo, por una determinada tensión corporal y entonces nos vamos a buscar la tensión en el cuerpo físico, en el punto que corresponda, esto es cierto.

¿Pero qué sucede cuando no hay esa tensión en el cuerpo físico, y sin embargo en la pantalla de representación aparece un fenómeno de alegorización?. Bueno, puede que no esté presente en el cuerpo físico tal tensión. Pero puede que una señal, que partiendo de memoria, actúa sobre conciencia y en conciencia destella como imagen, revele de todos modos, al surgir la alegorización correspondiente, revele de todos modos que desde memoria, el impulso de algún modo influyó en alguna parte del cuerpo. Se produjo en ese momento tal contracción, y esa contracción lanzó su impulso que es registrado por conciencia aparece en pantalla luego, como alegorización y nos da a entender que el fenómeno está en ese momento, lanzando su pulso desde ese punto del cuerpo. En ese momento es probable que lance su pulso desde un punto del cuerpo, pero resulta que esos fenómenos pertenecen al pasado, no están presentes, no hay una tensión permanente actuando, y sin embargo, esta tensión -que no es una tensión en sí, sino que es un impulso grabado en memoria-, en la medida que se efectiviza pone en marcha una tensión, se hace el registro cenestésico correspondiente y luego va a terminar apareciendo como imagen.

En esto debemos ser relativamente cautos, por cuanto a veces en una imagen, nosotros, sobre todo en los fenómenos de tipo transferencial, vamos a ir a buscar una determinada tensión en el cuerpo y en el cuerpo no la vamos a encontrar. Porque esa tensión se va a efectivizar unicamente cuando logremos hacer partir desde memoria un impulso, que va a poner provisoriamente en marcha tal tensión y luego va a desaparecer.

De manera que, según se evoque en el sistema de registro un determinado bip, diríamos, una determinada señal y esta señal sea soltada al mecanismo de conciencia, ahí podrán aparecer concomitantemente fenómenos de contracción del cuerpo, o fenómenos irritativos del cuerpo.

¿Pero que´estoy, en realidad, pesquisando?. Estoy pesquisando fenómenos que no existen actualmente. Fenómenos que puedo registrarlos en mi propio cuerpo en la medida en que son evocados, pero que no existen constantemente en el cuerpo, sino que existen en memoria y que al ser evocados, se expresan en el cuerpo. ¿Se entiende esta idea?.

De manera que este espacio de representación es de lo más singular, por el carácter de intermediación que tiene entre unos mecanismos y otros, y porque está conformado básicamente por la sumatoria de sensaciones cenestésicas; y porque en él se manifiestan fenómenos transformados de sensaciones externas o internas; y porque en él se manifiestan fenómenos ya producidos hace mucho tiempo, que en realidad están emplazados en memoria; y porque en él se manifiestan también fenómenos que no existen en ese momento en el cuerpo, sino que son producto del trabajo imaginario del mismo coordinador, pero que actúan sobre el cuerpo.

Así es que para nosotros, este espacio de representación, con sus curiosas características, es de especial importancia.

Bien, visto todo esto, y habiendo atendido al trabajo de estas dos vías; habiendo visto su composición, sus características, sus relaciones; habiendo visto lo que llamamos en general, simbólica y alegórica en el estudio particular de las producciones de esas dos vías, podemos muy sumariamente atender a esto que en su momento llamamos comportamiento.

Vamos a hacer una revisión veloz de cosas que ustedes saben muy bien. Vamos a tratar de ser breves en esto.

Observamos en las personas diversas conformaciones físicas, múltiples tendencias, diversas maneras de responder al mundo. No obstante, existe alguna remota posibilidad de clasificarlas en tipos según rasgos comunes. De esto, hablamos en su momento.

Pero claro, tal estudio debiera tener en cuenta que la situación de los indivíduos en el medio es dinámica, es variable, que a lo largo de una biografía se va adquiriendo experiencia, que se pueden sufrir numerosos accidentes, que se pueden producir numerosas transformaciones de conductas. Entonces esta tipología y luego una caracterología, desde luego que son materia muy volátil.

A nosotros nos importan cosas más registrables que estas del carácter o el temperamento. Nos importan cosas más definidas como el trabajo en el comportamiento de toda esta maquinaria, el trabajo cíclico que se efectúa; esto sí, es un factor de determinismo mucho más importante que lo que pudiera ser un determinado biotipo o una forma caracterológica, esto del ciclaje propio de la maquinaria, estos ciclos mayores que distinguimos; los ciclos menores que distinguimos.

Decimos también que hay numerosos factores que hacen variar estos ciclos. Claro, la maquinaria es muy sensible a variaciones de temperatura, de luminosidad, variaciones de clima, etc. Pero de todas maneras reconocemos los grandes ciclos que se van dando en los cambios de edad, por ejemplo. Y reconocemos ciclos menores en los cambios, día-noche, y luego en los microciclos propios del cuerpo.

Pero así como hay grandes ciclos, ciclos menores, microciclos en el cuerpo; también en el trabajo de producción onírica, en el trabajo de producción del semisueño, en el trabajo de producción vigílica, también hay un ciclaje y hay un sistema de compensaciones. Y entonces también en las imágenes y por lo tanto en los disparos que hacen estas imágenes hacia los centros hay una cierta ciclicidad. Y esto está en contínuo movimiento.

Volviendo a nuestro tema anterior. Este espacio de representación está sometido también a ciclaje, y del emplazamiento de las mismas imágenes -en este espacio de representación-, va sufriendo los ciclos del caso.

Sabemos bien, por ejemplo, que en los niveles bajos de conciencia, aunque las imágenes surjan con fuerza, estas imágenes no efectúan disparos sobre centros por el emplazamiento que se produce en el espacio mental.

Así es como en los sueños nos vemos separados, por ejemplo, y en vigilia vemos los fenómenos desde adentro de nosotros. Y esto de vernos separados en el sueño es, de todas maneras, un cierto emplazamiento de la imagen en el espacio mental. Si viéramos las cosas como en vigilia, en los sueños, entonces emplazaríamos la imagen en el punto de disparo correspondiente a los centros. Esto no sucede así, porque la ubicación en un nivel, de profundidad diferente, entonces los centros no registran el disparo correspondiente de la imagen (esto que, desde luego, tiene su explicación fisiológica elemental, pero que no entra en nuestras consideraciones).

Bien. Así que también este espacio de representación -esta suerte de segundo cuerpo, sensacional, imaginario, inmemorizado- éste también está trabajando con el ciclaje de la luz, día-noche, con el ciclaje de los niveles. El también está sometido continuamente -este espacio de representación-, a los diversos ciclajes. La idea es simple.

Bien. Entonces los ciclos tienen para nosotros bastante importancia.

Decimos que en los mecanismos de conciencia hay un trabajo rítmico cuya alteración resta eficacia, pudiendo ser factor de perturbación.

Los centros tienen su biorritmo particular dando un ritmo general para toda la estructura. Observando el biorritmo durante un período largo se advierte cómo los centros se van compensando entre sí. Unos bajan, diríamos, en su trabajo, mientras otros suben. Y encontramos también ciclos completos a lo largo de mucho tiempo, en donde se compensan las variaciones del siquismo.

Este sistema de compensación cíclico es indicador del equilibrio que mantiene la estructura a lo largo del tiempo. La descompensación de este ciclaje, inmediatamente nos pone en presencia de fenómenos de desequilibrio, la alteración de este ciclaje nos pone en presencia de fenómenos de desequilibrio.

Los niveles de conciencia, habíamos dicho, tienen también su ciclo de trabajo. Cuando la vigilia cumple su tiempo, la conciencia cambia ese nivel de trabajo por el de sueño. Así el período de sueño compensa al período de trabajo vigílico.

En la base de los niveles operan los ciclos de metabolismo, y los ciclos vegetativos en general.

El ciclo mayor del hombre está dado por el tiempo vital que va completando al pasar por las distintas etapas vitales: nacimiento, niñez, adolescencia, juventud, segunda madurez, vejez, ancianidad, muerte, etc.

En cada etapa hay una transformación del siquismo según las necesidades orgánicas, según los intereses, según las posibilidades que ofrece el medio, etc.

Finalmente, los ciclos y ritmos del siquismo y del cuerpo, determinan modificaciones importantes en el comportamiento, por los cambios de dirección que surgen en los momentos de desgaste y surgimiento de cada etapa vital.

La conciencia frente al mundo tiende a compensar este mundo, se trate del llamado mundo externo o del mundo interno, esta conciencia trata de compensarlo estructuradamente. Para producir esta compensación organiza un sistema de respuestas.

Algunas respuestas llegan al mundo objetal, directamente, es decir, expresadas a través de los centros, pero otras quedan en conciencia y llegan al mundo indirectamente por alguna manifestación de conducta.

Para nosotros puede ser sorprendente una conducta que esperábamos que fuera reactiva y sin embargo, frente a la acción, no se produce la reacción. Ha pasado algo con ese fenómeno que estimula y que de todos modos trabaja y que sin embargo, no efectiviza respuesta; desde luego que de algún modo, si entra el impulso hay variación de potencial, algún tipo de respuesta se efectiviza.

Puede que no se efectivice inmediatamente y la respuesta sea diferida, ese es un caso. Pero también puede ser que en ningún caso la respuesta salga al mundo, sino que actúe sobre el propio cuerpo. Si actúa sobre el propio cuerpo, podemos observar, a lo mejor, que en lugar de moverse se inmoviliza el sujeto; podemos observar que en lugar de moverse típicamente se mueve atípicamente; o bien que en el sujeto tal tipo de estímulos, a la corta o a la larga provoca somatización. Son, de todas maneras, formas conductuales.

Estas compensaciones de la conciencia tienden a equilibrar el medio interno respecto del externo; tal vinculación se establece por exigencias, encontrándose el individuo urgido a responder a un mundo complejo, que es un mundo natural, que es un mundo humano también, un mundo social, cultural, técnico, etc.

Hemos estudiado en su momento lo que pasaba con el núcleo de ensueño, que compensaba las dificultades de estructuración total y que orientaba conductas, y no lo hacía a esto porque el núcleo de ensueño pudiera ser visualizado como imagen, sino más bien, la compensación de imagen del núcleo de ensueño era la que orientaba las conductas hacia el mundo.

Por consiguiente en realidad, lo que se va a ver en conducta, no va a ser el núcleo de ensueño. Lo que se va a ver en conducta va a ser la compensación de imagen de tal núcleo de ensueño, porque es la imagen la que puede actuar sobre centros y manifestarse en el mundo.

Y como este núcleo de ensueño en sí, no tiene imagen, sino que la imagen compensatoria de él es la que actúa, veremos en la conducta del sujeto las compensaciones y no el núcleo que motiva a tales imágenes. La idea es simple.

Así es que, pongan ustedes un caso y digan de una persona que su núcleo de ensueño es registrado por ella como un clima de inseguridad total. Es muy probable que no vean ustedes eso en su conducta, sino que en su conducta más bien vean una exageración de comportamiento posesivo en el mundo, que responde, precisamente, al equilibrio con este núcleo de ensueño de inseguridad.

Lo que ustedes van a ver en el mundo, probablemente no sea la inseguridad propia del clima del núcleo de ensueño, sino más bien la compensación de imagen que corresponde a esa inseguridad; y van a ver a un sujeto, sumamente seguro, y posesivo y dominante, por ejemplo. ¿por qué?; precisamente por el carácter de la imagen, que es la que va a disparar conductas en definitiva.

Habíamos dicho hace mucho tiempo que el ensueño rige las aspiraciones, ideales e ilusiones que en cada etapa vital van cambiando. Tras estos cambios o variaciones en el núcleo, la existencia se orienta en otras direcciones y se producen concomitantemente cambios en el sistema de roles; este núcleo se desgasta.

Mientras que por una parte el núcleo da una respuesta general a las exigencias del medio y por otra compensa las deficiencias y carencias básicas del sistema de roles, todo esto va imprimiendo una especial dirección a la conducta.

Esta dirección puede ponderarse, desde nuestro punto de vista, según se encamine o no, en la línea que llamaríamos evolutiva, que desde un punto de vista más externo se le puede llamar, de adaptación creciente, pero que desde un punto de vista más interno esta línea evolutiva puede registrarse como integración creciente o desintegración creciente, en el otro caso.

El registro interno de esta suerte de evolución corresponde más bien al registro de la integración, del equilibrio interno, de la no contradicción. Mientras que el registro de la contradicción creciente, del desequilibrio, es para nosotros un importante registro interno de lo que va sucediendo en la línea evolutiva de ese siquismo.

Así que visto desde afuera, la cosa se relativiza mucho por los valores de la época, y se puede considerar evolutiva una conducta que se adapta al medio, por ejemplo, pero pudiera ser que este medio se está desencajando, y entonces esa adaptación creciente a un medio que se desencaja, puede ser no tan evolutiva como una primera propuesta pudiera hacernos entender.

Pero viendo las cosas más desde adentro, para nosotros el registro del acuerdo interno consigo mismo, el registro de la concordancia del trabajo de los centros, es un buen indicador de lo que puede ir pasando con esta evolución en nosotros. Bueno, pero volvamos afuera, y veamos las cosas como conducta en el mundo.

Los sistemas de respuesta, van organizando un sistema de roles; este sistema de roles es el mediador con el ambiente, que para su mejor dinámica se va articulando como en distintas capas, por así decir. Entonces se habla de un círculo de actividad en el mundo, de otro círculo de actividad, de otro, según uno se confronte con un medio o se confronte con otro.

Se van organizando roles con una función precisa, que es la de buscar formas de lograr menor resistencia en el medio. Esta organización de roles que ofrecen menor dificultad en la relación ambiental, se va codificando de acuerdo al aprendizaje por sistema de acierto y error.

La acumulación de conductas ordena un sistema de roles ligados a situaciones en donde unos se aparecen mientras otros se ocultan. El rol del trabajo se manifiesta, y el rol de familia desaparece. En familia el rol de trabajo desaparece y se manifiesta el rol propio de familia. Y seguramente que estas conductas tienen que ver con un nivel de representación de imagen sobre sí mismo, por ejemplo, o de imagen de la situación dada; y de acuerdo al ajuste que hay del sistema de roles, se confronta entonces la maquinaria humana, con el medio que la rodea.

Con el tiempo se van organizando estos círculos de roles en distintas capas de profundidad. Esto de las distintas capas de profundidad, no es simplemente una forma alegórica de decir las cosas, sino que corresponde a distintas capas de profundidad en el sistema de representación del espacio interno.

Es muy probable entonces, que estas conductas se organicen con posturas corporales determinadas según el medio en que el indivíduo actúa; lógicamente de acuerdo al sistema de imágenes que va actuando. Entonces se asumirá una posición corporal diferente según se esté en un medio, o se esté en otro.

Ahora bien, en este juego de roles que tratan de ofrecer menor resistencia al medio, tales roles pueden ajustarse o no a un consenso general convencionalmente aceptado, dando respuestas, a las que llamamos típicas o atípicas respectivamente.

Las respuestas típicas, no solo son codificadas por el indivíduo, sino también por grupos sociales amplios. De tal manera que cuando en estos grupos surge una respuesta distinta a la habitual, puede resultar desconcertante, atípica, por ser diferente a las respuestas que normalmente se dan; esto puede ocurrir sobre todo en situaciones nuevas, para las que no hay respuestas codificadas. La respuesta que se da en esos casos, puede resultar oportuna, o resultar inoportuna. Así aparecen las respuestas atípicas, sin coincidencia con la situación, pudiéndose ponderar el grado de inadecuación que manifiestan. Las respuestas típicas, si bien pueden ser adecuadas en un medio que se mantiene sin mayores cambios, no lo son en un medio cambiante, que en su dinámica modifica costumbres, valores, etc. En ocasiones la tipicidad de las respuestas es un bloqueo para la adaptación al cambio.

Hay otras manifestaciones atípicas que actúan de un modo de lo más curioso, que poco tienen que ver con el medio en sí, tienen más que ver con el sistema de tensiones internas. Hay conductas que actúan como catarsis de tensiones, o manifestando emociones negativas, como catarsis de climas. Ambas respuestas atípicas surgen por presión de los impulsos internos que se sueltan en situaciones no necesariamente coincidentes. En este caso, las tensiones y los climas operan como perturbación situacional, irrumpiendo en el medio con brusquedad. Existen también esas manifestaciones hacia el mundo, pero que tienen que ver con contenidos puramente internos, y nada que ver con el medio en cuestión.

Desde el punto de vista de la adaptación creciente, los tipos de conducta que interesan son aquellos que cuentan con numerosas opciones de respuesta, situación que permitirá ahorro de energía, utilizable para nuevos pasos de adaptación. Por tanto, habrá respuestas de adaptación creciente, y respuestas de adaptación decreciente, y esto sucederá tanto en las respuestas atípicas, como en las típicas, con sus distintos grados de oportunidad. Así la conducta puede cumplir o no, con una función adaptativa.

Podemos ponderar los cambios de conducta, como significativos o circunstanciales. Un cambio será significativo, si la nueva orientación es hacia la línea de integración, hacia la línea evolutiva; y será circunstancial, cuando solo haya reemplazo de roles, reemplazo de ideología, ampliación de los roles, apogeo o decadencia de ensueños, etc… nada de eso es significativo para nosotros, esos son cambios situacionales. Un cambio de ideología, por ejemplo, desde el punto de vista del problema de la adaptación creciente, y del problema de la integración de contenidos: cero, coma, cero, probablemente uno. Nada de eso es indicador de un cambio interno de importancia. Se salta de ideología, y se conserva la misma estructura de tensiones morales por ejemplo; frecuente de observar.

Hay cambios significativos de conducta, desde un punto de vista más general, cuando se agota una instancia síquica. Los contenidos, vigentes en una instancia, con su temática y argumentación característica, se van desgastando hasta agotarse. El siquismo se orienta entonces, hacia una nueva instancia, como respuesta articulada en su relación con el mundo.

La conducta es un indicador de los cambios que interesan. Muchas decisiones de cambio, o planes de cambio, quedan encerrados en el siquismo, y por esto no indican modificaciones; mientras que cuando se expresan -estos planes, o estos proyectos-, en cambios de conducta, es porque ha habido modificación en la estructura conciencia-mundo, en la relación misma de la conciencia con los fenómenos.

Repasemos brevemente algo que también conocemos desde hace mucho tiempo. Estos errores de relación con el mundo.

Un caso de error es el que surge por vacío de roles ante una situación desconcertante, en la que se responde en base a codificaciones anteriores o improvisando alguna conducta. El error en este caso está vinculado al desajuste de la respuesta con la circunstancia dada.

Otro error es la fijación de roles, que en forma estereotipada se aplican en situaciones no coincidentes con ellos. El rol de la amistad aplicado en el trabajo burocrático por ejemplo; problema. Aquí los roles van encerrando al siquismo, en lugar de abrirlo al mundo, experimentándose estos mismos sistemas como suertes de prisiones internas, alegóricamente consideradas. El sujeto se siente aprisionado en sus roles.

Hay también casos de desajuste más amplios del siquismo con el mundo, ya sea por shock o por la llamada inadaptación. Los acontecimientos bruscos pueden llevar, tanto a grupos sociales como a individuos, a errores de adaptación. Tales shocks pueden ser síquicos, físicos, o sicofísicos, pero en todos los casos producen desvíos en la adaptación creciente.

Sigamos revisando. Los límites del comportamiento están dados por las posibilidades del siquismo y del propio cuerpo. El siquismo no puede sustituir al cuerpo en la relación objetal, error frecuente, por cuanto el siquismo se conecta con los objetos a través del cuerpo. Si el siquismo trasgrede estos límites; nos encontramos con un comportamiento atípico. Así mismo el cuerpo no puede prescindir del siquismo en su relación con el mundo, sin exponerse a la desintegración. La fijeza, en cambio, en su estructura, limitará o ampliará sus posibilidades.

El cuerpo efectuará sus operaciones objetales con mayor o menor acierto. En el primer caso habrá adaptación, en el segundo, inadaptación.

El siquismo puede negar lo objetal, puede negar el mundo, del cual tiene noción a través de los sentidos; si quiere puede negarlo; puede negarse a sí mismo incluso. O puede crear disfunciones en el comportamiento frente al objeto. Todo eso puede hacerlo el siquismo.

Cuando niega lo objetal, hablamos de comportamiento ensimismado. Este comportamiento surge como reacción frente al mundo percibido como estímulo irritante. Los sentidos externos tienden a desconectarse, reforzándose el trabajo del circuito cenestésico. Los mecanismos y contenidos propios de ese nivel de trabajo de la conciencia son proyectados luego sobre el mundo, cuando el indivíduo, presionado por sus sistemas de placer y dolor, retoma su contacto con el medio.

Cuando se niega lo síquico interno en cambio, hablamos de comportamiento alterado.

De manera que estos dos comportamientos, ensimismados o alterados, se dan a veces con fijeza en una persona, o se dan alternadamente en esa misma persona, también respondiendo a una suerte de ciclaje. Y uno puede reconocer etapas de la vida, ensimismadas o alteradas según el caso. Allí el conjunto de disposiciones -hablando del comportamiento alterado-, el conjunto de disposiciones, dependencias e intereses del individuo están colocados en el mundo, no de un modo elegido sino impuesto. La relación con el mundo, está manejada desde afuera, y no desde adentro.

Cuando se crean disfunciones entre siquismo y mundo, hablamos de comportamiento ritual, en el cual se niega al objeto la calidad objetal y se lo convierte en calidad síquica, sustituyendo al cuerpo en la relación con el mundo con operaciones síquicas exclusivamente. Ustedes saben bastante de lo que pasa con la magia, los ritos y todo aquello. Pero no solo con la magia y los ritos, como sistema, sino en cuanto a comportamiento ritual, incluso, de los ciudadanos contemporáneos.

En una situación opresiva, se niega la realidad objetal de esta situación y se intenta operar por medio del rito. Conocen el caso y no vamos a volver sobre ello.

Esta actitud que es ineficaz en el mundo de los objetos, puede ser eficaz cuando se actúa sobre otros siquismos, en cuyo caso, es una conducta adecuada, si actúa sobre el siquismo que es influido por tal conducta ritual. Pero claro, si esa conducta ritual se expresa frente a un fenómeno objetal, el fenómeno objetal nada tiene que ver con tales disposiciones rituales. De manera que esa conducta en ese caso, no es adecuada; y decimos que es adecuada, en tanto esa conducta logra modificar favorablemente una situación. De manera que en esto hay que tener cierta calidad de distinción. Y calidad de ponderación.

Cuando hablamos de conciencia mágica, o de conciencia emocionada, hablamos de esa actitud ritual. Y podemos hablar de una conciencia emocionada, de un estado de conciencia emocionado, únicamente y gracias a que en su conducta aparecen esas conformaciones rituales. Porque de otro modo estamos haciendo inferencias, un tanto aventuradas, acerca de lo que va sucediendo en conciencia. Lo podemos hacer merced a las conductas que se manifiestan a nuestra percepción. A la de nosotros, los observadores.

Otro caso de disfunción entre siquismo y medio se da cuando se utiliza un intermediario que reemplaza al propio cuerpo en la relación objetal proyectándose sobre el intermediario contenidos internos. Esto origina dependencia síquica respecto del intermediario. El fenómeno de intermediación es un caso particular de conciencia emocionada y que configura también actividades de roles rituales.

Decíamos que esto origina dependencia síquica respecto del intermediario experimentada como falta de decisión y ambivalencia afectiva con respecto al mismo intermediario. En ocasiones se ama al intermediario, en ocasiones se odia al intermediario… y hay una ciclicidad extraña de esta conciencia que se comunica con el mundo por medio de otro. Esta ambivalencia, esta contradicción se acumula como climas y tensiones generando poderosas correntadas de violencia interna. La violencia interna se expresa situacionalmente como respuesta desproporcionada frente al estímulo. Un pequeño estímulo y una respuesta que salta sin ningún tipo de equivalencia.

Todos estos casos los resumimos como perturbación en la respuesta. La perturbación en la respuesta da la medida del centro o equilibrio que tiene toda estructura. Una estructura equilibrada o desequilibrada; centrada o descentrada, como quieran Vds. llamarlo, pero esto nos va a dar la medida. Este centro se logra por el aprendizaje y por la eliminación de la perturbación, o sea, cuando no aparecen errores en el comportamiento. Hablamos entonces de conducta centrada. Es desde este centro desde donde es posible el desplazamiento en las distintas direcciones. Sucede como en las artes marciales, no es posible el desplazamiento cuando se está arrinconado en un punto de ese espacio en el que se efectúan las operaciones. No es posible cuando se ha avanzado hacia otro punto que impide nuevos avances por ejemplo; es necesaria la ubicación en el centro, desde ese centro se avanza, se retrocede, hay libertad operativa.

Hay un pasaje suave entre el medio interno del siquismo y el externo del medio ambiente. Este suave pasaje de información por un lado y de acciones por el otro tiene un manejo central del cual existe registro. La formación y desarrollo de este centro integrado es un paso necesario en el trabajo evolutivo en general.

Con esto terminamos de revisar todo lo dicho desde hace mucho tiempo. De modo que para comenzar inmediatamente con nuestros trabajos teórico-prácticos sobre operativa y cosas semejantes, sugerimos entonces que se pongan en marcha estas formas de trabajo que conocemos, de equipos que resumen, sintetizan y lanzan hipótesis diversas sobre todos estos esquemas generales que hemos revisado.

Si quieren ustedes entonces, mañana comenzamos con los temas que nos interesan y pasamos a discutir hipótesis que los equipos puedan producir en tan corto tiempo.