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Vamos a ver rápidamente algunas de las consecuencias que se desprenden de los estudios y de los trabajos de operativa. Operativa en la que incluimos hasta ahora cuestiones de rélax, cuestiones de catarsis y cuestiones de transferencias.

De estos estudios y trabajos se desprenden por lo menos tres tipos de consecuencias: 1. Las consecuencias prácticas inmediatas; 2. Las que hacen a la mejor comprensión del propio proceso; y 3. Las que hacen a la comprensión de procesos de individuos y de conjuntos, es decir, a fenómenos de lo que podríamos llamar sicología individual y colectiva.

Las consecuencias prácticas inmediatas de los estudios y de los trabajos de operativa, se refieren a lo que, en general, y en su momento, habíamos llamado normalización de la conciencia, y particularmente, normalización de la vigilia.

Está claro que este punto es para nosotros de máximo interés, por cuanto aquella persona sufriente que encarna la posibilidad de modificar esa condición, debe comprender que la posibilidad de modificar esa condición de sufrimiento, no surge desde la proyección ilusoria de ese sufrimiento desde donde podría suponer que habría de darle término. Esa es una vía falsa, y esa es seguramente la vía más frecuentada; aquella que hace suponer a la persona sufriente que modificando la forma del sufrimiento, reemplazando objetos, podría entonces desplazar el sufrimiento en sí.

Es necesario saber que al sufrimiento se lo puede superar, no disfrazándolo infinitamente, o sustituyéndolo por compensaciones provisorias. Es necesario saber que la superación del sufrimiento es, sobre todo, una tarea de comprensión. Esto parece bastante difícil. Quien sufre fuertemente no está en condiciones de comprender. Esta persona preferirá registros internos de distensión provisoria, pero a partir de ese momento volverá a encadenarse al sufrimiento.

En ese sentido, la búsqueda del placer, por ejemplo, responde a ese registro de distensión que se anhela, pero la búsqueda misma es dolorosa y si el placer se logra, es provisorio. De tal manera que el proceso vuelve a iniciarse y normalmente vuelve a reforzarse.

Así, en esa trampa de la imaginación, el ser humano sufre y busca interiormente, busca posesivamente, aquello que habrá de concluir con el sufrimiento. Y la búsqueda es sufriente, y el resultado es sufriente.

Y en ese círculo vicioso, ¿cómo puede irrumpir la curación del sufrimiento?. Tal curación no puede irrumpir si no hacemos cesar, aunque sea provisoriamente, esos registros dolorosos.

Si podemos disminuir esos registros, podemos comprender y podemos avanzar. Ese es el objetivo práctico, inmediato, de lo que nosotros llamamos operativa.

Necesitamos recorrer camino que nos vaya elevando de comprensión en comprensión, y al cual vaya correspondiendo la curación del sufrimiento, como registro vivo, no como esquema teórico de tales realidades.

A esos registros vivos le llamamos normalización de la conciencia o normalización de la vigilia. Y hablamos de normalización no porque creamos que eso es lo normal, lo cotidiano en el ser humano, no. Lo normal y lo cotidiano en el ser humano es el sufrimiento, es la alteración, es el ensimismamiento, es la falta de centro en sus experiencias. Eso es lo normal y lo cotidiano.

Pero es que cotidianamente se ha forzado a la mente, se la ha distorsionado; cotidianamente se la ha anormalizado. Por tanto, cuando hablamos de normalizar, no nos referimos a lo que vemos cotidianamente en el mundo, sino al registro normal de la mente cuando ella no está deformada. La normalización se refiere al trabajo normal de la mente, para lo cual ella está preparada. Pero lo que sucede cotidianamente, no es normal, sino forzado y doloroso. Ese es el punto.

Entonces, nuestros trabajos, tienden a restablecer ese normal funcionamiento de la mente para lo cual ella está preparada. La operativa tiende a restablecer ese normal funcionamiento -no a superar mágica e inmediatamente el sufrimiento-; desde luego, es ya el paso más importante en la comprensión del problema, y en ese sentido, con ella comienza, de algún modo, la curación del sufrimiento.

No hay otra forma para atacar este problema, es decir, el problema de fondo del ser humano. Que es el problema del sufrimiento. No hay otra forma de atacarlo que no sea comprendiéndolo. Y esta comprensión exige estudio y trabajo interno. Hay que convencerse definitivamente, esto exige estudio y trabajo interno.

Así es que la operativa permite bajar tensiones perturbadoras, desplazar fijaciones perturbadoras, normalizar la conciencia; y ese trabajo da comprensión y permite ir directamente a la superación del sufrimiento.

Nadie que parta de un estado de conciencia irregular, puede atacar correctamente el problema del sufrimiento.

La segunda consecuencia del estudio y trabajo operativo, es que permite la mejor comprensión del propio proceso. Y este proceso, que lanzamos hacia la curación del sufrimiento, va más allá de él en cuanto se refiere a las posibilidades de ampliación y desarrollo de la conciencia. También la mente está preparada para esto, pero es el sufrimiento el que crea el impedimento. Y nadie puede ampliar y desarrollar la conciencia, con un trasfondo de sufrimiento. Eso, no es posible. Cualquier planteo milagroso en este campo, es ilusorio.

Hablaremos y experimentaremos sobre registros de ampliación de la conciencia, pero se verá que las dificultades estarán siempre ligadas al sufrimiento, o a la posesión, que es y genera sufrimiento.

La tercera consecuencia del estudio y trabajo operativo, se refiere a la comprensión de fenómenos, no solo individuales, sino de conjuntos de individuos, -de fenómenos colectivos, si ustedes quieren llamarles-, que delatan las fuertes tensiones y climas que genera ese sufrimiento destructivo; desde luego opuesto al desarrollo de la mente, o si se quiere, de la vida misma.

Hablemos entonces de ciertos aspectos importantes, revelados en los trabajos de operativa, que pueden servir para ilustrar este tema.

Hay ciertas constantes de registro válidas para todos los seres humanos. Ese es un punto de interés: las constantes de registro válidas para todos los seres humanos.

Las características del espacio de representación en semisueño y sueño, son válidas para todos los seres humanos. También son válidos los caminos o estados internos en los niveles de semisueño y sueño. También son validos determinados lugares, y también son válidos determinados seres que se encuentran en estos niveles de sueño y semisueño.

Las características del espacio de representación en semisueño y sueño, tienen que ver básicamente con este fenómeno de la oscuridad y de la claridad según el nivel del espacio de representación.

La base de esta representación, lógicamente es el cuerpo. Y así es que en esos niveles de semisueño y sueño, a medida que se emplazan los fenómenos en las partes bajas de ese espacio de representación, el espacio en general se oscurece, se confunde, se hace difuso. En las partes altas de ese espacio de representación, en tales niveles, nos encontramos siempre con fenómenos de luminosidad y claridad.

Es claro que en la medida en que la representación sube, aunque la representación sea interna, sube por el interior del sujeto, a medida que se acerca a la zona de los ojos, la claridad aumenta. A medida que se aleja nuestro sujeto de la zona de los ojos, la oscuridad aumenta.

Si en este mismo momento hacemos un registro interno de nuestro espacio de representación y comenzamos a descender por ese espacio, nos encontramos con que a medida que lo hacemos, como si fuéramos acercándonos a zonas más viscerales, más bajas, la pantalla se oscurece. Por lo contrario, a medida que subimos hacia el ojo, la pantalla se aclara.

De modo que no solamente por las asociaciones que existen entre las zonas altas y los fenómenos naturales -por esto de que en las alturas está el sol, desde arriba viene la luz, hacia abajo están las oscuridades, en los subterráneos no se ve nada-, no solo por asociaciones referidas a registros externos del mundo de lo natural, es que en el espacio de representación suceden tales fenómenos con las variaciones de la luminosidad. No, sino sencillamente por la conformación física misma; en donde, a mayores alturas corresponden visiones próximas a lo que ocurre con el aparato perceptual de la luz.

Lo que sucede es que estas cosas suelen coincidir, y cómo no va a coincidir esto de que el ojo esté preparado para ver la luz, y esta luz esté más bien en las zonas altas. Pero claro, la estructura misma corporal se ha ido articulando de acuerdo a esas condiciones naturales objetales. No es pues una casualidad, sino que responde a la lógica inflexible de los acontecimientos mismos. Esto es válido para todas las conciencias humanas. Esto tiene implicancias muy extraordinarias.

El hecho de que en las alturas de ese espacio se emplacen fenómenos luminosos, no implica que los seres que aparecen en tal espacio, sean luminosos; o los seres que aparecen en los espacios oscuros, sean seres oscuros, no; si eso sucediera, en las oscuridades, con seres oscuros, no veríamos nada.

Así es que, ustedes habrán observado, en los numerosos trabajos hechos, que han encontrado, en las profundidades, en las oscuridades, a personas de tez blanca pero vestidas de negro. Y no les ha resultado extraño encontrar en las alturas, aunque seguramente ustedes no lo hayan visto, personas negras pero vestidas de blanco. Esto tiene su importancia y sus consecuencias.

En determinadas condiciones de tensión, y en determinadas condiciones climáticas -todas ellas movidas por el registro de los fenómenos del mundo externo-, en determinadas condiciones en que estos registros se hacen muy intensos, podríamos decir, en momentos en que se acentúan determinadas crisis económicas, políticas, sociales, etc., la conciencia tanto individual como colectiva, registra determinados tipos de tensiones internas y de climas internos. Y entonces, en esos momentos, es muy proclive a alterar determinados fenómenos de representación, y colocar, por ejemplo, en los niveles bajos y oscuros a fenómenos de tensión interna que, como fenómenos dolorosos que son, pueden ser lanzados proyectivamente al mundo. Y así pues nos encontramos, en épocas de desequilibrio, con que lo negro está asociado, por ejemplo, a los negros. Y lo blanco está asociado a la salvación, y está asociado a personas blancas.

De tal manera que no solo estos fenómenos extraños, que se proyectan sobre el mundo, tienen que ver con situaciones económicas o políticas o sociales, sino que esas situaciones son las que generan tensiones y las que generan registros cenestésicos de un determinado tipo, a partir del cual se proyectan numerosos fenómenos sobre el mundo.

Debemos ser cuidadosos en la apreciación de estos fenómenos, porque tienen enormes consecuencias. Y debemos comprender que, si es válido para todos los seres humanos, esto de las oscuridades en la medida en que se desciende en el espacio de representación, y las claridades en la medida en que se asciende -esto en cuanto al espacio, es válido-, pero no es válido que en las zonas altas y luminosas las personas, por ejemplo, que aparecen allí, sean de determinadas características raciales o morfológicas. Tiene mucha importancia y ustedes habrán podido enterarse, por lo que ha sucedido en la historia, que se asocia a lo oscuro, a lo informe, a lo difuso, a lo sospechoso, a lo demoníaco, etc. etc., a determinados aspectos que se supone corresponden a las zonas bajas.

Para nosotros no tiene esto una importancia inmediata muy considerable, pero si sirve para explicar algunos fenómenos de interés.

Los caminos -aparte del problema del espacio de representación-, o estados internos en los niveles de semisueño y sueño, están, como todos los fenómenos que se producen a nivel de semisueño y sueño, emplazados en el espacio interno desde cuyo trasfondo se cree ver a los fenómenos, siendo este trasfondo abarcante de tales fenómenos.

En otras palabras y dicho de un modo más simple: el espacio de representación en vigilia admite un trasfondo desde el cual se ubica el observador. Los fenómenos le aparecen al sujeto como en el espacio externo. Si el sujeto cierra los ojos, de todos modos distingue, de los ojos para afuera, espacio externo, -aún en la representación con los ojos cerrados-: de los ojos para adentro, espacio interno. El hace esa distinción entre los espacios por su misma estructura. Y todo esto, se trate del espacio externo o del espacio interno, en vigilia está visto desde un emplazamiento posterior todavía a la distinción de estos espacios.

No sucede eso en semisueño y sueño, sino una cosa muy diferente, en donde los fenómenos no están emplazados en un espacio que se distingue entre lo externo y lo interno, sino en un espacio tal que es visto a la vez, no desde un trasfondo puntual, sino que es visto desde distintos puntos. Eso vale, también para todas las conciencias humanas.

Y los lugares, los paisajes que allí se emplazan, tienen esas características de ser vistos dentro de esos espacios de representación y desde puntos abarcantes y no focalizados. Eso vale, dada la estructura de la conciencia humana.

Hay algunos lugares y algunos seres de importancia para nosotros, porque se dan como categorías generales en todos los seres humanos. Cuando hablamos de esos espacios de representación, que se modifican según los niveles de conciencia; cuando hablamos de la luminosidad alta d ese espacio, la oscuridad baja de ese espacio; cuando hablamos de esos caminos, esos paisajes y esos seres, ustedes comprenderán que no estamos hablando del inconsciente colectivo, sino que estamos hablando precisamente, de fenómenos que tienen que ver con el ojo, o tienen que ver con las vísceras, y con las traducciones, como veremos, de estos fenómenos viscerales o de memoria que mueven ciertos registros internos, etc., pero que tienen que ver con el cuerpo, y no con una entelequia que flota por los espacios a la que puede llamársele inconsciente colectivo.

Veamos algunos de estos puntos de cierto interés: los lugares y correspondencias con esos lugares. Hay lugares de la vida caótica y difusa, lugares de fuegos subterráneos, lugares acuáticos; hay superficies abiertas, hay grandes alturas, hay recintos superiores, en donde se emplazan determinados fenómenos, fenómenos de imagen dependiente, correspondiente a esos lugares. En esas alturas luminosas aparecen determinados seres, o determinados fenómenos, que tienen que ver con la luminosidad y tienen que ver con la fuerza o cosas semejantes. Y en los reinos bajos se encuentran emplazados fenómenos de correspondencia también, con esto de lo caótico, de lo difuso, de lo informe y de lo indefinido.

Ascendiendo en ese espacio de representación en los niveles de semisueño, o de sueño, nos encontramos con una zona alta y luminosa en donde aparece, efectivamente, la luz, a veces dependiente de un determinado objeto. Se trata, allí, de un objeto que da luz, se trata de una persona que da luz, se trata de algo que proporciona luz, que está ligado a la luz.

En esos altos espacios de la representación, aunque siempre en el nivel de semisueño o de sueño, en esos altos lugares, estos fenómenos luminosos son dependientes de determinadas imágenes. No son independientes; dependen de determinadas imágenes.

Pero más allá, y en los límites ya del espacio de representación, surgen fenómenos de luz, a veces fenómenos de fuerza, cuya imagen no es dependiente de determinados objetos. Esta imagen de la luz pura, independiente, no está asociada a determinadas representaciones, sino que aparece simplemente como es fuerte destello, esa fuerte luz, precisamente, que invade todo el espacio alto de representación. Es más: esta luz tiene la curiosa propiedad de extender su influencia por todo el espacio de representación aún cuando se comience a descender en el mismo. Y esta luz tiene, además, la curiosa propiedad de iluminar al mismo espacio de representación, como si ahora tal espacio fuera visto desde afuera. Desde luego que es el espacio mismo de representación que se ha ampliado y está trabajando con registros anteriores en donde ve el espacio de representación como incluido en otra cosa. Por supuesto que siempre está esto observado en los límites del espacio de representación.

No vayamos tan lejos, veámoslo aquí mismo. Ustedes pueden, en su pantalla, ahora, emplazar un objeto. Al ver ese objeto lo ven en cierta altura del espacio de representación. Si ustedes ven los límites del espacio de representación, pueden ahora ya no preocuparse por objetos sino preocuparse por su propio cuerpo. Ustedes tienen los límites del espacio de representación más o menos coincidiendo con su propio cuerpo. Pero ahora pueden, también, si quieren, ampliar el espacio de representación y ver, o sentir, o experimentar el cuerpo como incluido en ese espacio. Entonces les da a ustedes la curiosa sensación de que aún en el espacio de representación estuviera visto desde afuera. Eso no es posible. Ustedes están viendo el espacio de representación con un límite que han puesto, que puede ser la propia figura de ustedes, pero ese espacio de representación no es lo que ven sino, de todos modos, una imagen del mismo. Han ampliado el espacio de representación y es ilusorio esto de creer que el espacio de representación es una cosa, y la visión del mismo es otra cosa que ahora ha superado aquellos límites. No. Hemos ampliado los límites del espacio de representación y estamos con una imagen de memoria que conservamos y a la cual vemos desde afuera. Seguimos en las mismas, no ha pasado nada especial.

Pero ahora, volviendo a nuestros pasos anteriores, observamos esto: que aquella luz, que tenía la curiosa propiedad de iluminar las altas regiones de ese espacio y ahora de descender y de también ir iluminando todo a su paso, ahora tiene además, la curiosa propiedad de iluminar, incluso, los límites del espacio de representación en cuanto que es visto por un nuevo espacio y desde afuera.

Así que esta luz, para un ingenuo observador, se encontraría adentro y afuera al mismo tiempo. Tal cosa no es así: siempre es interna al espacio de representación. Pero el espacio de representación se ha ampliado.

Sucede, sin embargo, que al trabajar con esta luz, no sólo en la iluminación de los distintos estadios, sino al trabajar con esta luz en los alrededores de lo que se considera el espacio de representación, sucede que el nivel de conciencia se modifica. Y normalmente, aquel sujeto que estaba trabajando con esta luz, en un nivel de sueño o en un nivel de semisueño, es impulsado fuertemente hacia la vigilia, y aún más allá, con ciertas consecuencias de organización perceptual posteriores que son de interés para nosotros.

Esta luz de la que estamos hablando, y de la que decimos que no depende de ciertos objetos de representación, sino que es «independiente», no coincide con la luz que nosotros imaginamos en un determinado momento.

Imaginen ahora ustedes una luz; será una luz más débil, más amarillenta, será una luz más fuerte, que corresponderá o no con algún faro que hayan visto, luminoso; corresponderá o no con una linterna mortecina, pero es una luz totalmente dependiente. Depende de objetos que en este momento se representan, o depende de imágenes de huellas mnémicas traídas desde el fondo de la memoria. Esta imagen luminosa -que de eso se trata, es una imagen luminosa- que representamos en este momento, es totalmente dependiente; depende de nuestras operaciones, y hay que estar haciendo fuerza para sostenerla. Esta luz se va, viene, sufre las fluctuaciones de la atención -se cansa uno-, al rato aparece con más fuerza, etc; es una luz muy dependiente de un objeto y es una luz muy dependiente de las operaciones del pensar, de la capacidad de concentración, etc. etc. Estamos sosteniéndola.

Aquella otra luz de que hablamos, esa luz diferente, propia de los altos espacios y correspondiente a estados muy especiales, se experimenta como independiente de las operaciones del siquismo, no hay que hacer ningún esfuerzo para que se mantenga. Ella está, ella se destaca en esta representación, no coincide con esa linterna mortecina, o no coincide con ese faro, sino que tiene calidades de otro tipo. Es sumamente obediente, en ocasiones, a las direcciones que se le quiera imprimir.

Si ustedes, en cambio, imaginan esa otra luz dependiente, claro, la pueden llevar a un punto, a otro, pero con todas las dificultades del caso. Y si ilumina algo, lo ilumina a fuerza de falsedad interna, de ficción interna, de imaginación.

La otra luz tiene características diferentes, es muy notable su independencia en ese sentido.

Comprenderán que se trata, en todo caso, de fenómenos síquicos internos, en donde esta luz de la que hablamos de todos modos responde a mecanismos sicológicos. No creerán ustedes que esta luz, por su independencia de esos mecanismos es una luz en sí y separada de la conciencia. No. Se trata de un nivel de representación bastante curioso donde, efectivamente, estas imágenes surgen y se independizan de cierta mecanicidad habitual de la representación.

Pero en determinadas condiciones de trabajo, como se ha visto en operativa -no se si lo habrán visto todos ustedes, pero si lo han visto algunos de ustedes- en determinadas condiciones de trabajo, en operativa, surge esta curiosa luz, con esas curiosas características. Y ahí está ella para el sujeto, actuando con independencia de esas imágenes, movilizándose voluntariamente hacia un punto u otro del espacio de representación y propagando su luz, actuando fuera -aparentemente fuera- del espacio de representación de uno mismo, iluminando lo que hay alrededor, y registrándose como afuera del mismo cuerpo cuando en realidad hemos ampliado tal espacio. Y ocurre con este trabajo con esa luz, que se modifica el nivel de conciencia y, en ocasiones, uno es disparado hacia afuera del nivel de sueño y de semisueño. Esto es registrable.

El estudio de esto, en cambio, debe ser cuidadoso porque incita fuertemente a hacer consideraciones en torno a la independencia de esta luz; en torno a la independencia real de esta luz, cuando se trata de una suerte de independencia sicológica que no es lo mismo. Desde luego que de lo único real de lo que podemos hablar es, en todo caso, de lo real sicológico. Pero claro, no lo confundimos con lo real objetal, externo, aunque provisoriamente hablemos de un mundo externo e interno.

De manera que tiene interés para nosotros el fijar ciertas características universales propias de la conciencia humana en general, en lo que hace a la conformación y a la luminosidad del espacio de representación. Tiene alguna importancia para nosotros, también, destacar estas características universales de los caminos de los estados internos y tiene alguna importancia para nosotros destacar la presencia de determinados vegetales, animales y objetos correspondientes a lugares. Esto aparece también como común a toda la especie, aunque las culturas hayan modificado, en parte, a los decorados y hayan modificado, en parte, a las vestimentas o a algunas de las características de tales objetos.

No les extrañe a ustedes que un sujeto alucinado por acción continua del alcohol, o un sujeto que padece «delirium tremens», haga surgir en su espacio de representación traducciones cenestésicas de ciertos niveles viscerales fuertemente afectados por el alcohol. El sujeto va a hacer siempre estas traducciones como arañas, serpientes y seres semejantes, y con tal fuerza que va a aparecer como externos al sujeto, es decir, con características alucinantes. Y estas personas que por acción de ese alcohol padecen tal enfermedad, suelen coincidir en el tipo de representación alucinante. Esto tampoco es un fenómeno de inconsciente colectivo sino precisamente, de zonas corporales fuertemente afectadas por ese tipo de tóxico, así como otros tipos de tóxicos afectan a otros puntos del cuerpo y la traducción que le corresponde es de determinados seres que se proyectan en el mundo alucinatoriamente. Así, a cada tóxico -se podría hacer una escala- van correspondiendo animales y seres que se proyectan en el mundo alucinatoriamente.

Eso lo conocen también todos los pueblos que han trabajado con ciertos tóxicos en sus ceremonias, en sus rituales, en sus momentos importantes. Todos los pueblos, en su medida, han tenido en cuenta estas sustancias porque tienen la virtud, tienen la propiedad, de hacer tomar a los sujetos contacto externo, aparentemente con estos curiosos seres. Así muchos pueblos se dieron con gusto a la ingestión de ciertos tóxicos porque entonces encontraban afuera, a ciertos personajes que les daban indicaciones, por ejemplo. A veces se encontraban con fenómenos horribles y había ahí una lucha entre las traducciones de unas vísceras u otras, proyectadas externamente, y claro, el fenómeno era bastante curioso. Y para manejar esa relación con estos seres alucinantes, incluso se preparaba convenientemente, se iniciaba en un largo proceso, a los que iban a ingerir tales tóxicos. Y se los preparaba largamente para que supieran a qué atenerse cuando estos seres irrumpían en el «exterior» de ellos mismos.

Estos seres que aparecen en el «exterior» de uno mismo, son de conformación muy antigua; son los viejos amigos antiguos que arrancan acompañando a la alucinación de la conciencia humana desde que la conciencia humana se estructuró en base al cuerpo que lleva. Así es que en la antigüedad, nos encontramos con la vieja imagen femenina, imagen que se proyectó externamente en determinadas ceremonias por la ingestión de tóxicos y que correspondió a la traducción de impulsos internos de vísceras similares a las actuales.

Esta vieja amiga con su carga de seducción y, al mismo tiempo, con su carga terrible; esta vieja amiga ambivalente, cuya imagen encontramos grabada en altares antiguos; cuyas representaciones encontramos esculpidas en culturas lejanas, esta imagen decorada con las vestimentas y los atributos de una época, esta misma imagen irrumpe hoy, decorada con los atributos de la época contemporánea.

Así pues, la antigua Astarté i la antigua Artemisa, hoy aparece en la configuración alucinante disfrazada de astronauta. Pero es que esta imagen, la imagen de la antigua Lilith que sigue al hombre desde su origen hasta hoy, responde a su conformación física. Y se manifiesta en determinados momentos como traducción de ciertas tensiones y, además cumpliendo amablemente y humildemente con una función de llevar estas tensiones, que se convierten en imágenes, a cumplir con la descarga de tales tensiones.

De manera que estos fenómenos que aparecen como antiguos enemigos del hombre, son siempre humildes servidores de la representación interna, y cumplen con una función precisa; como si en realidad se les hubiese encargado a ellos cumplir con esta función de servicio del ser humano, de llevar y de transportar tensiones hacia una determinada descarga.

¿Y por qué -ya que estamos tocando este caso- aparece en el varón humano esta sugestiva mujer en determinadas condiciones de tensión?. Por la conformación misma de su aparato sexual.

Nuestro sujeto, en los niveles de sueño y de semisueño, registra mayor vascularización, registra mayor circulación sanguínea, registra determinado hormigueo, cosquilleo, en la zona de su sexo. Registra calor, registra irritación. ¿Y que creen ustedes que va a asociar ese sujeto ante tales impulsos interno? ¿Qué va a asociar sino fuegos, que va a asociar sino figuras danzarinas, a veces rodeadas de objetos punzantes? ¿Y por qué va a elegir una mujer y no va a elegir, por ejemplo, una puerta?. A veces elige una puerta, pero lo normal es que elija una mujer porque está fuertemente asociada a la descarga de esas tensiones: es el nivel que le corresponde de asociación de imágenes.

Y lo sabemos bien, y en los trabajos transferenciales se ha visto que, precisamente, cuando esas zonas del sexo se tensan fuertemente, casi reflejamente, es que surgen tales imágenes. Y no se suele tensar la mandíbula, aunque luego le acompañen estos sistemas de tensión.

Y claro, sucede que estas descargas tienden a producirse involuntariamente, cuando el sujeto duerme, y si estas descargas se producen cuando el sujeto duerme, es porque esta imagen cumplió con su función de llevar las tensiones hacia el exterior. Pero cuando en el sujeto hay una fuerte oposición interna a que esto suceda, entonces surge tal imagen, se persigue a tal imagen, y esta imagen elude la persecución o, en el momento en que pudiera producirse la descarga, surgen determinados defensores que impiden que se concentre tal descarga.

Este carácter elusivo, este carácter de escape continuo que tiene esta imagen, desde luego impresiona fuertemente a la conciencia del soñante. Y este contenido se hace fuertemente sugestivo y presiona, incluso posteriormente en niveles de semisueño y en niveles de vigilia. En determinadas condiciones de alteración de la conciencia en general, esta imagen que presiona desde esas oscuridades viscerales, se manifiesta a la conciencia vigílica como un ensueño fugaz, como un ensueño pasajero. A veces se manifiesta configurándose en una percepción difusa, es decir, articulando una ilusión, pero con alguna base perceptual. Y ya en algunos casos, toma características propias y se la puede ver, aunque fugazmente en el exterior, como si proviniera de la percepción externa. Esto sucede en algunos casos de alteración.

¿Y por qué entonces, en el caso de la mujer, no aparece esta Lilith, primariamente?. Puede aparecer acompañando a alguna otra comparsa, pero ¿por qué no aparece esta mujer en el caso de la mujer, sino que aparece más bien su par, es decir Abraxas, o como se le pueda haber llamado antiguamente?. Pero, ¿por qué aparece una entidad masculina, si se trata de una mujer?. Tendrá que ver con su cuerpo, no tendrá que ver con el inconsciente colectivo, o con que existe un alma masculina y un alma femenina, esto es muy extraño. Porque, o esta alma tiene características físicas, en cuyo caso no es alma, o esta alma, si no tiene características físicas y es espiritual, no tiene sexo. Será cuestión de ponerse de acuerdo y saber entonces de qué estamos hablando. Si del alma, del inconsciente colectivo -que nada tiene que ver con el cuerpo- o del cuerpo, que entonces tiene que ver con el sexo, en cuyo caso, la conformación de esta imagen masculina para la mujer, es evidente.

Pero es claro, este Abraxas no aparece como un sujeto preciso, sino más bien -generalmente- como una sombra. Y tiene caracteres un tanto difusos generalizados, y refleja en gran medida lo que sucede con el sexo femenino en su sistema de impulsos internos. A veces esta sombra puede llegar a visualizarse, a visualizarse algunas de sus características, y en ese caso se producen descargas de tensiones y se producen también modificaciones en el proceso interno, cuando esta sombra adquiere características precisas.

Pero ahí está también la antigua sombra, que viene acompañando a la humanidad desde su origen. Claro, esa sombra acompaña al cuerpo. Pero a veces se independiza esa sombra del cuerpo, aparentemente en la representación, y opera de modo curioso. Entonces, no es anormal que las mujeres, en ocasiones experimenten la presencia de esta sombra en los alrededores de ellas y reciban su fuerte impresión, en determinadas condiciones de alteración de la conciencia.

Estos seres suelen estar emplazados en las proximidades de paisajes de fuegos mortecinos o, a veces fuegos muy intensos, en las profundidades de volcanes, en los recintos asfixiantes, a veces en lugares sumamente cálidos, y muchas veces están asociados a lo demoníaco en general, a lo insinuante, a lo seductor y siempre relacionado con trampas, con lazos, con engaños. Seguramente estas imágenes motivan también determinadas elecciones que tanto el hombre como la mujer, hacen de imágenes externas en la medida en que coinciden con ese registro interno de su propia Lilith, o de su propio Abraxas. Esto está operando en la conciencia vigílica, como están operando todos estos contenidos en la llamada elección vigílica. Cuando el sujeto elige una determinada cosa del mundo externo, siente más gusto por una cosa que por otra, elige en función de los registros y de los acuerdos internos de estas traducciones, de estas traducciones de tensiones internas.

De manera que esto de las elecciones que el sujeto hace en el mundo, es también digno de ser considerado a la luz de una sicología profunda. Y si las tensiones son similares para un conjunto humano, las elecciones del mundo externo suelen ser también comunes, hay acuerdo en la elección. Un gran conjunto humano puede estar de acuerdo en un determinado valor porque las tensiones en que vive ese conjunto humano son similares, y estas son características que valen, no sólo para el individuo sino para todo ser humano.

Hay a veces cuidadores del fuego, de esos fuegos; hay a veces demonios. En todos los pueblos encontramos demonios. Claro, algunos decoran a esos demonios de un modo, otros de otro modo, pero esos antiguos demonios, igual que esos antiguos ángeles, están en casi todos los pueblos o en todos los pueblos. Sucede que algunos no lograron estamparlos en imágenes externas, entonces no tenemos noticia de ello y de ello no podemos hablar mucho.

Pero estos cuidadores del fuego y estos demonios allí están, algunos con cuernos; otros sin cuernos, algunos vestidos de un modo, otros vestidos de otro modo; pero allí están presentes danzando en los fuegos, claro que sí.

El propio sujeto se representa también, en su espacio, y también se representa al guía, si está incluido en este tipo de operación. Así pues, en el caso de la operativa, va transitando el sujeto que se ve a sí mismo en ese espacio, y a él le acompaña a veces el mismo guía. Esto en operativa. Y si no hay operativa, a veces el sujeto en sus sueños o en su semisueño, es acompañado por algún tipo de guía. Será su antiguo profesor, será su padre, será alguien sabio que puede conducirlo, alguien que lo protege; esto también está en la base de la representación y es de tipo universal.

Y nosotros nos emplazamos en ese mecanismo que ya está preparado en la representación interna, nos emplazamos y ocupamos el lugar de este guía que naturalmente se da y entonces hacemos aparecer al guía -nosotros no somos sino los operadores que estamos afuera-, lo hacemos aparecer conduciendo los procesos, para lo cual está preparado el mismo siquismo. El siquismo mismo tiene traducciones de impulsos en donde aparecen estos guías y somos nosotros los que ocupamos el lugar de esos guías, porque la cosa está preparada de esa manera.

Habrán leído ustedes las leyendas de distintos pueblos, y habrán escuchado o se habrán informado sobre este asunto de los guías que aparecen en los sueños, aparecen en las religiones, etc. Y bien, es ahí donde nos metemos nosotros en nuestra operativa. Y es desde ahí desde donde podemos conducir las direcciones del proceso transferencial. Pero esto es posible y ese acuerdo entre guía y sujeto, ese acuerdo que puede hacerse suave, sin problemas, es posible precisamente porque está preparado así este sistema de representación.

En regiones más altas aparecen estos guardianes, estos tradicionalmente llamados guardianes del umbral. Estos guardianes que cumplen con funciones de intermediarios y de consejeros. (Ustedes leyeron, e días pasados, dos casos diferentes, casos que no habían sido influidos entre sí en absoluto, porque eran operaciones bien distintas, con personas distintas que no estaban en el mismo microclima).

En un caso aparecía un señor en las alturas, vestido de cierto modo, impidiendo el paso del sujeto y haciéndole ver que había más arriba un anciano que era el que manejaba la situación, que era el hombre importante de este asunto. Y no se podía llegar hasta el anciano y este guardián del umbral daba explicaciones al sujeto, le daba a entender que todavía no estaba en condiciones o algo así, como para llegar al anciano en cuestión. Es más, le daba una moneda a nuestro sujeto, si ustedes recuerdan bien uno de los ejemplos.

Nuestro sujeto tomaba la moneda, sabía que en esta moneda estaba su secreto, y al mirar adentro de la moneda estaba la imagen de Lilith. Ese guardián del umbral le daba en ese sentido mucha comprensión a nuestro sujeto y le revelaba su problema -precisamente con ese tipo de representación-, la dimensión que tenía ese problema en su sistema de representación.

El hecho de que hubiera aparecido toda esta situación con el guardián del umbral y hubiera aparecido esta suerte de pantalla de televisión primitiva en la moneda, nos hace pensar en cual fue la fuente mnémica o la fuente de tensión, para que se configurara la imagen de la moneda. Y nuestro amigo nos cuenta que en el momento en que efectuaba la transferencia, tenía muy cerca de su cara un micrófono, ya que esta transferencia se estaba grabando. Este micrófono era pulido, era más o menos brillante y es el que dió, sin duda, la materia prima para que apareciera luego como moneda, dentro de la cual surgieran luego aquellas representaciones.

Esto estaría bien y se puede rastrear ese elemento externo productor de por lo menos un tipo de imagen, la imagen de la moneda. Pero en el otro caso nos encontramos con una niña, como les dije, que ha trabajado afuera de esta situación y que no estaba incluida en este microclima; nos encontramos con esta niña que va transitando en su proceso y se encuentra con un zapatero. Este zapatero cumple con las funciones de guardián del umbral. Este zapatero es el que le aconseja no llegar a ciertos lugares; le explica que no está en condiciones de hacerlo; le explica una cantidad de cosas y le da también una moneda. Y al mirar esta moneda encuentra la imagen del zapatero. Estos juegos raros que hacen los ensueños…

Pero lo interesante del caso es que en esta ocasión, esa niña, no tenía delante de ella ningún micrófono, de manera que no pudo haber configurado tal imagen por ese estímulo externo. No creemos tampoco que los guardianes, que tienen que ver a veces con monedas, tengan que ver con micrófonos.

Cuando leemos muchas historias antiguas en donde se trata de entrar a un lugar, no se puede a menos que se le den determinadas monedas al guardián. Lo rastreamos en la mitología colectiva. Y tiene que ver con alguna forma de pago o con alguna forma de intercambio. Aunque en este caso -en el caso primero-, tal imagen pueda efectivamente haberse reforzado por la percepción externa del micrófono en cuestión; en este caso como que coincidió notablemente y contribuyó a reforzar esta imagen.

Pero encontramos no solo al guardián del umbral, sino que encontramos también este asunto de las monedas circulando, y esto de que impide la entrada pero al mismo tiempo aconseja, y al mismo tiempo esclarece al sujeto sobre determinados aspectos de su proceso interno.

Tales seres existen y existen desde antiguo, como representación de impulsos internos comunes a todo ser humano.

Mas arriba de este impedimento, que también es un consejero -este que impide el pasaje-, más arriba de él nos encontramos con otras funciones formalizadas como seres, tales como el anciano o los ancianos cuidadores de la luz. No son ahora los cuidadores del fuego interno, subterráneo, sino que son los cuidadores de la luz.

Cuando se trasponen determinados umbrales, y cuando se pasa hacia ciertos recintos interiores, se encuentra esta luz que cuidan esos ancianos o que cuida ese anciano. Pero, esta es todavía una luz de representación de menor calidad. Esta luz es la que a veces se toma, esta luz se propaga, esta luz se irradia, etc., pero es una luz dependiente de situaciones y dependiente de objetos (Diferente a la luz de la que habláramos al comienzo de nuestra exposición; de esa luz independiente de los objetos de base).

La naturaleza de esta luz y la función con que cumple en el siquismo es de interés. Y es de interés también el estudio de esta luz en la medida en que debe corresponder a algún registro cenestésico interno del propio cuerpo y de alguna zona, seguramente del sistema nervioso, que al movilizarse da registro interno y se formaliza como luz. Esta zona del sistema nervioso no está clara, pero con seguridad que existe algún punto dador de luz que es el que se traduce en estas producciones oníricas.

En todo caso, el asunto es de algún interés por las modificaciones que produce en la iluminación del espacio de representación, y también por la curiosa propiedad que tiene de ser movilizado este fenómeno hacia un punto u otro y la curiosa propiedad que tiene también de hacer irrumpir altos niveles de conciencia cuando se encuentra uno con tal fenómeno. Estos altos niveles de conciencia no es que se experimenten en el sueño o en el semisueño; tal cosa es contradictoria; eso no puede ser.

Lo que si acontece es que tomándose contacto con esta luz de las características que hemos mencionado, y no de las otras características, es muy observable, a menudo es observable y muchos de ustedes lo han observado, así como nos han hablado de este fenómeno desde muy antiguo -hay quienes han hablado de la perla luminosa; hay quienes han hablado de la cristalización de la luz; hay quienes han hablado de la luz fría que hace tales y cuales cosas; hay quienes han tratado de explicar incluso el mundo interno como un descenso de esta luz y cómo esta luz al caer ha ido formando mundos internos, etc.- todo este primitivismo descriptivo pero que de todos modos nos habla de un registro y es para nosotros de cierto interés en la medida en que produce esa subida de nivel de conciencia al llegar posteriormente a la vigilia.

Los primeros registros que tenemos de esta subida de nivel de conciencia, son los de una diferente organización perceptual de los objetos que ahora percibe el sujeto.

Queremos decir que nuestro amigo ha hecho ese trabajo con esa luz interna, ha aparecido esta luz, ha hecho sus corrimientos, sus movimientos, y ahora sale a la vigilia; se lo saca del estado transferencial, sale a la vigilia. Y ahora, rápidamente y durante unos cuantos minutos, observa que el espacio se configura de otro modo; observa que los objetos tienen más brillo; observa que los objetos tienen más relieve y más diferencia y más precisión entre ellos. Observa que se pueden manejar distintas estructuraciones perceptuales: como que mirando de un modo se organiza de una manera, mirando de otro modo se organiza de otra.

Esto es interesante y se produce normalmente luego de haberse hecho presente esta famosa luz. Y sucede esta reestructuración perceptual, cuando se sale a vigilia; dura pocos minutos, no se mantiene tal estado.

Esto, para nosotros, no es síntoma de un alto nivel de conciencia. Esto para nosotros es síntoma de que precisamente ha sido el ojo más que ningún otro punto del cuerpo el que al final ha sido afectado por estas operaciones internas. Y es con el ojo con lo que estamos mirando el mundo externo; y este ojo ha sido modificado por ese trabajo interno, y la acomodación de él ha sufrido variaciones y este ojo entra entonces a estructurar las cosas de un modo muy particular también.

Es claro, lo que para nosotros nos da indicación de la presencia de otro tipo de nivel de conciencia no es que haya una organización perceptual diferente, no; también en las alucinaciones hay una organización perceptual diferente y también en ciertas enfermedades mentales se ve la luz afuera y se ve que un objeto irradia esa luz. Hay sujetos que se ponen observando a los bombillos de luz y tienen los registros de que observándolos se van cargando de esa luz y de esa fuerza. Eso sucede en determinadas afecciones y a veces duraderas, a veces momentáneas; frente a determinadas afecciones mentales. Esto no es registro de un alto nivel de conciencia. Esto nos indica que hay una organización perceptual de la visión diferente y también sucede, a la salida y con efectos post a la ingestión de determinados tóxicos, o en el momento de la ingestión de determinados tóxicos, que la organización perceptual se modifica.

Y esto mismo ha hecho creer a algunos sicólogos primitivos que por la ingestión de determinados tóxicos se han limpiado las puertas de la percepción, y se ha abierto la entrada de un modo más real; porque claro, se percibe a los objetos de otro modo, de un modo más brillante, de un modo más nítido, de un modo más «verdadero».

Pues esto no es revelador para nosotros de un alto nivel de conciencia. Esto es revelador para nosotros de una nueva forma de estructuración perceptual, y no mucho más, por muy sugestiva que sea.

Y entonces, ¿qué es revelador para nosotros de un alto nivel de conciencia?. Dadas las características que hemos anotado en torno a los niveles, la presencia de un alto nivel de conciencia tendrá que ver con un mejor y mayor funcionamiento de los mecanismos de reversibilidad -se trate de que estos objetos sean más brillantes o no sean más brillantes, sean más destacados o no mas destacados-; se trata en todos los casos de que la actitud de la conciencia es más reversible, se registra con mayor efectividad el funcionamiento de su propia mente y el funcionamiento de los objetos y las referencias que estos objetos tienen con el propio pensar.

Y sí es observable, que al salir de ciertos momentos, de ciertos fenómenos de la transferencia, al salir de estos trabajos con la luz interna, sí es observable, que hay una estructuración ya diferente de la reversibilidad, y se establecen relaciones de otra naturaleza. La mente se registra como más amplia y como más comprensiva, y con mayor capacidad. Y claro, esto está acompañado de esa curiosa organización perceptual, en donde los objetos son más brillantes y son más destacados y son más nítidos: pero no es aquello lo que define el alto nivel. Sino lo que define el alto nivel es la estructuración de la reversibilidad y la aptitud para el enlace y para las relaciones más complejas de la conciencia. Eso es lo que define al alto nivel y no este hecho vistoso de que los objetos adquieren características más relevantes.

Es más, estos objetos que adquieren características más relevantes, de todos modos no tienen esa carga irracional y esa carga climática, que sí tienen cuando se organizan así los objetos, pero merced a la presión de alteraciones internas o merced a la presión de tóxicos que pudieran haber desorganizado al siquismo en ese momento. Esto es muy bueno destacarlo porque se puede, como de costumbre, tomar el rábano por las hojas, y poner como primario aquello que es absolutamente secundario.

Lo que define al alto nivel de conciencia es, entonces, el funcionamiento diferente de la mente, más que la reestructuración perceptual, que también coincide, pero nos encontramos con fenómenos muy distintos a los otros, a los de alteración.

Es curioso, entonces, que seguramente por activación de algún punto o de algunos puntos de ese sistema nervioso -del cual ustedes tienen algún conocimiento, en ese nivel de representación-, se produzca un trabajo diferente de los niveles de conciencia. Y hemos rozado, en ocasiones, estos altos niveles de conciencia, luego de un trabajo transferencial bien hecho, en donde se ha hecho presente este fenómeno de luz que ha comenzado a movilizarse.

Y seguramente de esta misma situación interna dan cuenta numerosos místicos en la historia y dan cuenta numerosos estudiosos y gentes que se han aplicado al trabajo interno. De estos altos niveles de conciencia dan cuenta, y también acompañan en sus descripciones al fenómeno de la luz, y en ocasiones, a este fenómeno de la reestructuración perceptual. Este punto es para nosotros de interés.

Este roce de los altos niveles de conciencia es un roce provisorio, no dura mucho tiempo.

No es inimaginable, sin embargo, esto de que tan alto nivel de conciencia pudiera funcionar normalmente. Y hay algo que impide que este funcionamiento sea constante.

Tercero. (Si ustedes recuerdan, estamos hablando de las consecuencias de los estudios y trabajos de operativa, en donde en primer lugar hemos considerado las consecuencias prácticas inmediatas de estos trabajos. En segundo lugar hemos considerado las consecuencias en cuanto a la mejor comprensión del propio proceso, y en tercer lugar vamos a considerar las cuestiones que hacen a la comprensión de procesos de individuos y de conjuntos, es decir, a fenómenos de sicología individual y colectiva.

Las características del espacio de representación, propias del sueño y del semisueño, en ocasiones irrumpen alterando a la vigilia de modo evidente para el sujeto, o a veces la alteran sin evidente registro para el sujeto.

Estamos diciendo que ahora lo que irrumpe en vigilia, son características propias del espacio de representación que corresponde a otros niveles. De modo que se ve al mundo o se experimenta al mundo, ya no con objetos curiosos que surgen presionando de otros niveles; no con objetos. Estamos viendo que se ve al mundo o se percibe al mundo dentro de un espacio de representación que en realidad corresponde al semisueño o al sueño.

Y es todo un problema de espacio en la configuración de ese mundo, que ahora se está viendo en vigilia. Entonces es bastante curioso como se articula este mundo que uno percibe o que uno ve, en vigilia. También los lugares y los seres de los que hemos hablado antes, irrumpen en la vigilia, en la configuración ilusoria (o de un modo más violento, alucinatoriamente, como por ejemplo en el caso que mencionamos del «delirium tremens»), presionan sobre vigilia cuando desde vigilia se hace el registro de situación. Y aquello da la sensación de agrado, de desagrado, impulsa a su posesión o rechazo u orienta hacia esos objetos externos, en la medida en que se relacionan con esos seres, con esas entidades, con esos paisajes internos, a los cuales llamamos ensueños, y particularmente con ese núcleo de ensueño.

Cuando estos objetos que se perciben externamente, coinciden con esos registros propios de los niveles de sueño o de semisueño, hacen experimentar a uno esta sensación interna de distensión o de tensión, de agrado o rechazo, en coincidencia con el sistema de impulsos y sus traducciones que en ese momento esté operando.

Y todo lo situacional, individual o colectivo, obtiene su registro vigílico de acuerdo a las configuraciones de aquellos lugares o seres internos.

Externamente, entonces, uno ve que las modas sociales se desplazan; estos sistemas alegóricos de vestimenta. Se desplazan las modas de época en época. La gente se viste de otro modo. Es claro, esto responde a presiones del mercado, a exigencias económicas, hay que salir con nuevos modelos. Si claro, muchas exigencias y mucha propaganda, pero si no hay registro, éso, no funciona. Y por eso es que se preocupan por buscar el registro adecuado para que funcione. Y por eso es que ponen a sus expertos a que busquen el registro adecuado; y propagandean lo que va adecuadamente con el registro. Y si no, tal moda o tal estilo, fracasa.

Vemos eso, que estas modas se desplazan. También se desplazan los temas epocales y los estilos. Ahora ya hay desagrado por esas casas con almenas o esas casas protegidas o esas casas cerradas. Ahora entonces hay gusto por los espacios abiertos y por los grandes ventanales, etc. Desde luego que hay exigencias externas que no se pueden eludir. En los países muy fríos y de poca luz, no podemos poner grandes ventanales, esto es de sentido común. Pero la adhesión a un estilo, la adhesión a un gusto epocal y todo aquello y su desplazamiento, va correspondiendo a los sistemas de registros de tensiones de los individuos o de pueblos enteros.

De manera que el estudio del desplazamiento de estas modas, de estos estilos, de estas formas arquitectónicas, de estas nuevas imágenes que surgen en la literatura, en el arte en general y demás, el estudio de todo aquello nos hace comprender lo que va sucediendo internamente, en el desplazamiento de estos registros, en la mente individual y colectiva. Así que ustedes comprenderán el sentido que tiene ese estudio aparentemente externo que a veces se ha sugerido para la producción monográfica, etc., ustedes comprenderán el interés que puede tener para la comprensión del desplazamiento de esos registros internos en el siquismo individual o colectivo.

Y si la cosa fuera simplemente de desplazamiento de modas o de temas epocales o de estilos artísticos o culturales, esto no tendría mayor interés. Pero sucede que también se desplazan los estilos de vida, y los registros de lo que puede ser felicidad para una época; esto, también se desplaza.

Y entonces esto sí, ya tiene mayor interés y mayor importancia. Porque se desplaza el registro de lo que la gente supone hace feliz al ser humano. Y esto sí moviliza con intensidad, y esto sí moviliza con fuerza. Es bastante diferente al desplazamiento de las modas o de los estilos literarios. Esto ya compromete seriamente al funcionamiento del individuo y al funcionamiento de los conjuntos humanos.

Si bien las motivaciones económicas, sociales y políticas ponen en marcha mecanismos de tensión -alguien pone en marcha esas tensiones, ¿no?-, esas tensiones sueltan el registro interno. Nadie está diciendo acá que las tensiones externas no tengan nada que ver: sí, es gracias a las tensiones externas que pasa todo esto, precisamente. Pero lo que sucede es que las traducciones de estos impulsos no son reflejo de las condiciones externas; de ninguna manera. Son algo muy diferente a simples reflejos de lo que pasa afuera.

Lo que pasa afuera es que se generan distintas formas de tensión, o la maquinaria obtiene distintos registros de distensión frente a ciertos fenómenos. Y estos impulsos se traducen produciendo sistemas de ideación y de imagen que el sujeto registra, y hacen que el sujeto vaya en una dirección o se aleje de esa dirección, pero no exactamente por reflejo, sino por una cosa mucho más complicada de traducción y de modificación de impulsos.

Estas tensiones sueltan el registro interno que corresponde a especiales modos de configuración perceptual y de representación, incluso del espacio de representación. Y además activan determinados paisajes internos o seres que a veces se hacen presentes en vigilia o que presionan con transformismos de todas maneras alegóricos.

Entonces ya una época entera busca un paisaje externo que responde a ese paisaje interno de refugio. Una época entera busca el aislamiento campesino, ante las tensiones urbanas por ejemplo. Y así siguiendo en la búsqueda de sus paisajes.

Pero también una época entera busca su Lilith o busca su Abraxas, o busca su guardián del umbral, o busca sus cuidadores, o busca los que rigen y tienen en sus manos la luz. Porque los impulsos corporales que corresponden a tales tensiones, producen las traducciones internas que de acuerdo a su intensidad, irrumpen en vigilia de un modo evidente u oculto, pero que fatalmente determinan conductas, ya que esa es, precisamente, la función de la imagen, determinar conductas.

Y si este fuera simplemente un problema que se traduce al mundo y ahí queda, no pasó nada, se mantiene en la subjetividad. Pero como la generación de tales imágenes mueve conductas, entonces, esto puede ser de interés. Porque tales conductas pueden estar en acuerdo con los procesos de la inteligencia y los procesos de la vida, o tales conductas, por incorrectas traducciones de estímulos externos, pueden provocar verdaderas catástrofes en el mundo externo.

Cuando una situación externa moviliza registros internos, por tensión, por ejemplo, y esta tensión se traduce en el nivel de imagen correspondiente a una zona corporal dada, el sistema de imagen puede registrarse en vigilia como ensueños secundarios. O no registrarse. Pero de todas maneras es el que determina la valoración de los acontecimientos externos. Y no debe pensarse que uno valora las cosas como buenas o como malas por un sistema de valores de una determinada moral externa, sino por los registros internos de distensión o de tensión o de contradicción que generan en el ser que observa al mundo.

Son sin duda los ensueños los que van determinando conductas y valoraciones según venimos explicando desde hace muchos años. Porque tales ensueños son traducción de cenestesia interna, que a su vez es cotejada con el aporte sensorial externo en una situación dada.

No es de extrañar entonces que un paisaje interno o un personaje interno domina a un siquismo individual o colectivo, en un momento dado, de acuerdo a la fuerza del impulso que lo nutre y durante el tiempo que permanece la fijación del impulso.

Hay individuos y a veces conjuntos humanos guiados por un paisaje interno, o un personaje o ser interno. Aunque a este ser no se lo vea; bueno, este ser aparecerá entonces en su bandera y será un animal de ciertas características, por ejemplo. Y detrás de esa bandera habrá conductas, y será un factor de cohesión colectiva. Y esto durante un largo tiempo, porque el impulso interno que da vida a estos fenómenos puede ser prolongado. A veces el siquismo individual o colectivo puede permanecer fijado a esos paisajes y seres, aun cuando el impulso motivador externo haya desaparecido. Pero de todos modos ha quedado en memoria, relacionando a numerosos registros cenestésicos evocantes y que se hacen presentes cuando las tensiones externas sueltan esos mecanismos.

Y de otro modo, tales imágenes están aquietadas, tales imágenes no se manifiestan, todo está en calma. Pero basta que se susciten esos impulsos externos que motivan esos registros internos que a la vez traducen esas imágenes, para que salten conductas que irrumpen en el mundo de un modo a veces razonable, de un modo a veces no tan razonable.

Entonces, esa instancia síquica cuando este fenómeno está fijado, no está superada. Ello es factor de contradicción y sufrimiento, individual o colectivo.

Cuando en cambio, una instancia se resuelve, suele ocurrir el registro de un nuevo paisaje o nuevos seres que son los indicadores de la continuación del proceso, tal cual sucede en pequeño y en laboratorio en los procesos transferenciales que conocemos. Hablamos allí de reacomodación de cargas y de modificación de la valoración que se hace de esos paisajes y de esos personajes internos, y de la modificación de esos climas que se redistribuyen sobre otros objetos y entonces vemos que aumenta la perspectiva, el punto de vista, la comprensión interna, la integración de tales contenidos.

Ha nacido entonces una nueva etapa y recién ahora puede visualizarse la anterior sin la carga climática que antes impedía tal visión pero que movilizaba conductas. Y se sale entonces como de un sueño de las cosas que se han creído, de la vida anterior. Y a veces pueblos enteros salen como de un sueño, y a veces individuos salen como de un sueño. Y entonces consideran toda su etapa anterior como totalmente inadecuada, porque han sido movidos de ese modo sus registros oníricos o semi oníricos.

Todo esto debe comprenderse para saber definitivamente que las valoraciones y que las motivaciones de conducta, no pueden solucionar el problema del sufrimiento. El sufrimiento no puede solucionarse porque se haga una valoración diferente de los acontecimientos. El problema del sufrimiento puede modificarse al modificar la actitud mental. Esta actitud mental ha de ser totalmente diferente a la actitud habitual lanzada hacia las valoraciones del mundo. Esta actitud mental nada tiene que ver con las valoraciones que se hagan de las cosas. Esta actitud mental tiene que ver con el registro de las actividades posesivas o no posesivas frente al mundo y frente a las cosas. Y esto nada tiene que ver con que se le de una valoración u otra valoración al mundo objetal. Esto tiene que ver con la actitud de posesión o de no posesión. Y nada que ver con las valoraciones, cuya raíz comprendemos, y comprendemos como ilusoria.

En esta actitud mental, totalmente diferente, no hay nada que imponer; en esta actitud no hay nada que defender, porque no hay temor y porque no hay sufrimiento.

Tal actitud no surge milagrosamente, sino que se desarrolla y crece únicamente y gracias al trabajo interno.