Para la comprensión de la circunstancia histórica en la que se haya inmerso todo interrogador es necesario primeramente interrogar acerca de esa misma interrogación.
La pregunta es: ¿Porqué se pregunta acerca de la historia que en si misma es una pregunta?
Fenomenológicamente la historia aparece como el objeto intencional al cual se refiere la conciencia. En cuanto nóema éste aparece surcado por la temporalidad de la conciencia. Por tanto: el nóema historia tiene en cuanto tal una protensión, una retención y una actualización.
La historia como objeto externo a la conciencia supone la creencia básica de la existencia del mundo exterior. Aquí se trata de suspender el juicio sobre el mundo exterior y adentrarse al espiral sobre la temporalidad del nóema historia.
Recién ahora se está en condiciones de comprender el sentido de la pregunta. Este sentido desde ya «pragmático’ y como prágmata, exige una dirección hacia el mundo de los objetos intencionales. Esta dirección está «cubierta» por la «conveniencia».
La «conveniencia» de la historia aparece como exigida por la condición temporal de la conciencia que requiere en si misma una interpretación.
El estudio de la historia es pues, exigencia de toda conciencia. Desde el punto de vista de la responsabilidad de la conciencia para consigo misma, esta responsabilidad se convierte en conveniencia. El estudio de la historia, es responsabilidad de la conveniencia.
Como hipótesis de trabajos se supone en toda conciencia una altura de actualización que implica una retención, y esta retención es lo que doy en llamar altura histórica de la conciencia. Descartando el solipsismo de Leibniz inferimos que en toda conciencia se da una altura histórica.
Toda conciencia tiene una altura histórica y si estas conciencias se dirigen al mundo de los objetos, lo hacen desde una altura histórica. Luego para todas las conciencias, todo objeto es histórico, Si nuestra posición es ingenua frente al mundo de los objetos las características de ésta (nuestra posición) es relevarse como lanzada al mundo de los objetos, desde una «altura histórica». El primer objeto que aparece es el cuerpo y éste se manifiesta como centro de acción (praxis). Como dificultad o facilidad. La conciencia pues, lanzada al mundo, se encuentra con el cuerpo como barrera o puerta. La presencia del cuerpo humano en el ámbito de los objetos, exige para si la categoría histórica. El cuerpo es histórico. Como histórico tiene un comienzo y un fin que aparece como posibilidad. La conciencia histórica se encuentra arrojada al mundo de los objetos históricos por intermedio de un cuerpo histórico. La altitud histórica es pues para toda conciencia ingenua, distinta de la altitud de otras conciencias ingenuas históricas que la han precedido o sucedido en la aparición frente al mundo.