La desestructuración actual viene de lejos y parece que terminar muy mal. A esta tendencia mecánica nosotros queremos anteponerle una intención humana que dé sentido. Todo se desestructura, las instituciones, los estados nacionales, las relaciones, el tejido social, todo… menos la banca, como podemos apreciar. Todo se desestructura, menos los bancos que aumentan sus redes, sus oficinas por todos lados y sus tarjetitas van llegando a la base social. El único problema de esta desestructuración son los ejércitos; es una organización, una institución que se resiste a desestructurarse, veremos que pasará… (ahora surge lo gracioso de que tanto la derecha como la izquierda quieren privatizarlos).

En esta desestructuración se va solamente a lo analítico, a lo compositivo de lo compositivo, tendencia que comienza en el siglo XIII con el inductivismo y que se expande por el mundo con el auge comercial anglosajón. No quieren ver lo procesal ni lo estructural, en rigor son neopositivistas. Hoy no se puede hablar de procesos, de cosas que vienen de una etapa, están en un punto y van a otro lado; todo parece como que ocurre porque sí.

Tampoco se pueden mencionar las relaciones múltiples que existen entre los fenómenos. Para ellos, los acontecimientos pasados con los estallidos sociales de Los Angeles, Chiapas, Santiago del Estero, los problemas de Rwanda o Haití no tienen nada que ver entre sí (?), no guardarían relación alguna.

La conciencia: Esta desestructuración se da en todos los campos y la conciencia humana no podría quedar aparte. ¡Cómo habría de quedar algo estructurado frente a la desestructuración general! Obsérvese la atención. Actualmente la gente no puede prestar atención más de tres minutos, en seguida se distrae, por eso los video clips son una expresión muy apropiada… Pueden prestar atención a cosas vitales (como el estudiante a sus estudios, su carrera) pero no porque se interesen por las cosas, y mucho menos pueden ver procesos ni relaciones entre las cosas. Todo es esquizo, no relacionado, desconectado. Un día alguien se va a mirar la propia mano y no va a saber de quién es… así que pasa con la cabeza humana, que tampoco queda estructurada en este proceso de desestructuración que se ve en las modas, en la arquitectura, en las instituciones, en la desorganización general.

Nosotros entendemos muy bien ésto y somos precisamente estructuradores, somos intencionales y no dialécticos y no vamos a decirle a la gente: frente a la desestructuración ¡hay que estructurarse!, aunque sepamos que es necesario, porque no confrontamos. Tenemos que presentarnos en todos lados para que nos encuentren y se relacionen.