En nuestras actividades siempre hay cosas imprevistas, dificultades y sobresaltos. Una actitud adecuada es lo conveniente, y ésta se encuentra en relación con una actitud frente a la vida en general, no está una cosa aislada de la otra.
Esta actitud frente a la vida tiene que ver con la finitud de la vida, no es una cosa muy teórica, es como saber que todos vamos a morir y entonces hay que abocarse a cosas interesantes, importantes apuntando a lo esencial, no a secundariedades, lo cual lleva a desdramatizar los sobresaltos, los inconvenientes.
Además hay que ver las cosas de uno e ir haciendo progresos; hay cosas que no van, que uno hace con frecuencia, y que conviene irlas superando. Es necesario tener una actitud fuerte frente al mundo porque además de la crisis, del desmoronamiento y de todo lo que nos afecta, estamos golpeando al sistema y vamos a provocarlos, no es que nos quedaremos quietos precisamente.
En esta actitud, lo que interesa es lo-que-uno-hace, no sólo lo que uno encuentra en el camino, o lo que a uno le pasa, etc.; importa lo que uno hace e ir embistiendo las «cosas de papel» que aparecen (ilusiones, creencias, irrealidades en definitiva) en el medio e ir atendiendo a lo serio, a lo realmente importante.