Encuadremos ésto en base a la última parte de la carta diez.
Todavía quedan militantes políticos que se inquietan por saber quién será primer ministro, presidente, senador o diputado. Es posible que aquellos no comprendan hacia qué desestructuración estamos avanzando y qué poco significan las mentadas ìjerarquíasî en orden a la transformación social. También habrá más de un caso en el que la inquietud está ligada a la situación personal de supuestos militantes preocupados por su ubicación en el ámbito del negocio político. La pregunta, en todo caso, debe referirse a *comprender cómo priorizar los conflictos en los lugares en que cada uno desarrolla su vida cotidiana y saber cómo organizar frentes de acción adecuados en base a dichos conflictos*. En todo caso debe quedar en claro qué características deben tener las comisiones laborales y estudiantiles de base, los centros de comunicación directa y las redes de consejos vecinales; qué se debe hacer para dar participación a todas las organizaciones mínimas en las que se exprese el trabajo, la cultura, el deporte y la religiosidad popular. Y aquí conviene aclarar que cuando nos referimos al medio inmediato de las personas formado por compañeros de trabajo, parientes y amigos, en particular debemos mencionar a los *lugares* en que se dan esas relaciones.
*Hablando en términos espaciales, la unidad mínima de acción es el vecindario en el que se percibe todo conflicto aunque sus raíces estén muy distantes*. Un centro de comunicación directa es un punto vecinal en el que ha de discutirse todo problema económico y social, todo problema de salud, de educación y de calidad de vida. La preocupación política consiste en priorizar ese vecindario antes que el municipio, o el condado, o la provincia, o la autonomía, o el país. En verdad, mucho antes de que se formaran los países existían las personas congregadas como grupos humanos que al radicarse se conviertieron en vecinos. Luego, y a medida que se fueron montando superestructuras administrativas, se les fué arrebatando su autonomía y su poder. De esos habitantes, de esos vecinos, deriva la legitimidad de un orden dado y desde allí debe levantarse la representatividad de una Democracia real. El municipio debe estar en manos de los vecindarios y, si ésto es así, no puede plantearse como objetivo emplazar diputados y representantes de distintos niveles, como ocurre en la política cupular, sino que ese emplazamiento debe ser *consecuencia* del trabajo de la base social organizada. El concepto de ìvecindarioî vale tanto para una población extensa como para una población concentrada en barrios o edificaciones de altura. La conexión entre vecindarios debe decidir la situación de una comuna dada y esa comuna no puede, inversamente, depender en sus decisiones de una superestructura que dicta órdenes. En el momento en que los vecindarios pongan en marcha un plan humanista de acción municipal y ese municipio o comuna organice su Democracia real, el ìefecto demostraciónî se har· sentir mucho más all· de los límites de ese bastión. No se trata de plantear un gradualismo que deba ir ganando terreno hasta llegar a todos los rincones de un país, sino de mostrar en la pr·ctica que en un punto est· funcionando un nuevo sistema.
La preocupación política consiste en priorizar el vecindario. El municipio debe estar en manos de las unidades vecinales, que son las que ponen en marcha el plan vecinal (no lo pone en marcha el municipio). No hablamos de expansionismo territorial ni de polifoquismo: hablamos de hacer cundir un ejemplo. Cuando se ponga en marcha un efecto demostración adecuado, mucha gente va a estar dispuesta a seguirlo.
El tema de la acción municipal es una aspiración pero nuestro trabajo es vecinal, ligado a un CCD. El vecindario tiene, para nosotros, los límites a los que llegamos con nuestra acción y nuestra influencia, independientemente de lo que digan los mapas. Nos interesa reticular el municipio (que en algunos algunos casos puede ser muy grande) y coordinar la acción barrial ubicando a nuestra gente en distintos barrios. En cuanto a la apertura de puntos, no nos interesa abrir una provincia o un estado, sino un CCD en un barrio preciso. ìEstamos en un barrio de un paísî.
Este plan municipal puede ser inspirador para adaptarlo en cada lugar, seg?n circunstancias. Habr· problemas a la hora de la implementación, así es que habr· que pensarlo en términos amplios, con conocimiento de los problemas del lugar y que ésto sea apenas un p·lido esbozo de un plan.
Al trabajar en un CCD, no trato de poner en marcha la Obra Social, sino que hago diversas cosas pero presento este plan como un proyecto, una aspiración, como el modelo de comuna que queremos. ìYo aspiro a que haya un municipio con estos elementos que hoy no existenî.
Tanto en el caso del Banco Municipal que presta a los vecinos sin interés, como la Obra Social que abarata costos, no deberían aparecer problemas con las sucursales bancarias o los supermercados porque son opciones. Sin embargo van a manifestarse conflictos que ya existen.
El Foro comunal presiona a esa suerte de legislativo que tienen las comunas.
Políticamente nos interesa ir a las unidades electivas mínimas, porque esa puede ser la base vecinal que presione más arriba. No nos interesa manejar estamentos que no estén conectados con la base porque se van a caer. Nos interesa tomar los centros vecinales (que est·n vacíos y de los que nadie se encarga) y convertirlos en centros vecinales humanistas.
En el caso de los planteles, no se trata de que trabajen arraigadamente. Atienden a la cosa institucional. En el caso de La Comunidad, por ejemplo, promueve relaciones entre entidades culturales y agrupaciones. Ahí no hablamos de un punto preciso.