Tomemos por ejemplo la teoría del ensueño.
Gracias al ensueño -dice- la especie humana se desarrolla aun a costa de los individuos. Si desaparecieran los ensueños en el hombre, la civilización tal como la conocemos sería reemplazada por algo desconocido o suprimida por la contemplación y el quietismo.
Sin embargo, no es el caso de sacar conclusiones de este tipo en momentos que nos preocupa un problema de conocimiento.
Parece que normalmente la conciencia pasa de un objeto a otro, instante tras instante, aun cuando pueda hilar secuencias y elaborar pensamientos lógicos. La falta de permanencia en una idea es producto de la inestabilidad del ensueño, siempre movido por nuevos estímulos del exterior o internos del propio cuerpo o por cadenas asociativas que corresponden a huellas mnémicas.
Aun en el caso de proponérselo, el sujeto no puede detener el fluir de la corriente ya que de continuo se filtran elementos ajenos al tema en que se está.
Los ensueños son precisamente esas filtraciones imaginarias en la precisión de una idea.
Desafortunadamente el hombre común está tan poco entrenado en estas distinciones mentales que no advierte siquiera cómo sueña despierto de continuo. Desde luego que en ocasiones advierte el fantaseo en él y en otros y también distingue las imágenes del semisueño. Pero lo interesante es que no selecciona de continuo entre lo que piensa y lo que ensueña.
Lo más curioso de la teoría del ensueño es que nos enseña que existe un núcleo más o menos fijo y toda una constelación variable que depende de él.
Este núcleo de ensueño se expresa en los sueños nocturnos, en el fantaseo cotidiano, y es el que rige de un modo velado las actitudes del hombre. Responde más o menos a la pregunta: «¿Qué quiere ud. hacer de su vida?»
Continuamente los ensueños dominan al hombre, pero girando y desplazándose unos a otros alrededor del núcleo. Este es el que da relativa permanencia en una actividad hasta que se va desgastando por el surgimiento de uno nuevo que termina por reemplazarlo con el correr de los años. Esto explica las etapas sicológicas que acompañan a los cambios físicos en la infancia, adolescencia, madurez y vejez.
Los ideales de un individuo, su finalidad en la vida, sus aspiraciones, su escala de valores, responden a ese núcleo.
El núcleo de ensueño da dirección hacia el futuro al ser humano. Es quien impulsa en una dirección y permite realizar obras, aparte de cumplir con las condiciones objetivas de tipo animal.
Hay núcleos de ensueño e ideales de vida que son de tipo social, de época y hasta de barrio, de grupo o de familia. Pero no existe individuo sin ellos.
Según explica, el ensueño surge con la personalidad y se modifica cuando ésta cambia. ¿Qué es por tanto personalidad y qué relación guarda el ensueño con ella?