Para modificar la personalidad y el núcleo de ensueño, el sujeto no debe distorsionar ni su biotipo, ni el género de las percepciones, sino que debe modificar el potencial de su estructura. Debe pues trabajar con la energía interna de su maquinaria.
En principio la autoobservación parece lograr un desdoblamiento en la percepción que se percibe ya que además de estimular pasivamente se tiene «conciencia de la percepción». La energía que normalmente retornaría como respuesta, como ensueño, es recogida para alimentar el trabajo de la autoobservación que impide precisamente el fluir del ensueño. Cualquiera que por un momento trate de autoobservarse mientras percibe, comprenderá que esto es correcto.
Ocurre sin embargo, que la permanencia de tal estado es limitada. Por este motivo la Escuela se ve compelida a explicar técnicas que permitan dar permanencia a la autoobservación. Esas técnicas tienen que ver obviamente, con el manejo de energía de mayor potencial.
Para iniciarse en ese tipo de trabajo es necesario comprender al detalle la estructura de la máquina humana, a esa altura se explican las características de los «centros», de sus partes y subpartes y de las conexiones entre sí. Se estudian teóricamente y prácticamente las distintas velocidades de cada centro y la frecuencia con que uno echa a andar en reemplazo del otro. Tal sucede por ejemplo entre la emoción y el intelecto o la motricidad y la emoción, etc.
Para comenzar a disponer una adecuada energía parece imprescindible armonizar los centros, corrigiendo errores de conexión producidos por shoks y malas grabaciones.
De esta suerte de problemas generales de sicología se va pasando a un sistema de experimentación y de de praxis vital, de entrenamiento y de estilo de vida.