Son muchos los estudiosos, pensadores y científicos que se inspiraron en las enseñanzas de la historia. Esto, en los escritores de ciencia-ficción ha sido particularmente notable. Baste un ejemplo: Ray Bradbury. Seguramente, este autor, al escribir sus Crónicas Marcianas recibió la influencia de varios escritores de cuentos fantásticos. También son muy claros en él los impactos de los grandes descubrimientos marítimos y terrestres. Bradbury se preocupó en su libro por mostrar las consecuencias perniciosas del encuentro entre culturas (en su caso entre la marciana y la terráquea), inspirándose en hechos como los acaecidos en Guatemala luego de la llegada de los europeos, cuando una epidemia de viruela diezmó a los grupos mayas de un área importante, situación esta que el novelista recrea como la plaga de varicela que, llevada por los terráqueos, acaba con los marcianos (diferente a la enfermedad terrestre que mata a los marcianos invasores en La Guerra de los Mundos, de H.G. Wells). La primera edición de The Martian Chronicles es de 1946, posterior en trece años a la traducción completa al inglés de los libros del Chilam Balam. El sueño profético referido por uno de los marcianos anunciando la llegada de los primeros seres humanos, hace recordar los dimes y diretes de las profecías mayas supuestamente registradas antes del descubrimiento de América por parte de los europeos. Tanto los mayas como los marcianos anuncian en sus profecías que los extranjeros están muy cerca, a una jornada de distancia y también en ambos casos se discurre sobre las características físicas de los invasores. Los extraños libros sonoros que “leen” los marcianos hacen recordar a los libros “pintados” o libros jeroglíficos de los mayas. Por último las máscaras, a las que tienen tanta afición los miembros de ambas culturas, confirman el juego de imágenes de Bradbury inspirado por la literatura maya.