Lo que en el Dante es poesía, para muchos de sus lectores termina siendo la descripción de una realidad física que se encuentra en los mares del sur. El vate relata: “… Me volví a la derecha, reparando en el otro polo, y vi cuatro estrellas nunca vistas desde los primeros humanos. Gozar parecía el cielo con sus resplandores. ¡Oh septentrión, que triste lugar eres, pues que te ves privado de mirarlas.” El Purgatorio, Canto I. La Divina Comedia. Para Dante, la Tierra, según el sistema de Tolomeo, está inmóvil. A su alrededor giran las esferas celestes y con ellas el Sol, los planetas y las estrellas. En el poema estas son las direcciones del mundo: al norte, Jerusalén sobre el abismo infernal; al sur, en las antípodas de Jerusalén, la montaña del purgatorio; al este, el Ganges; al oeste, el estrecho de Gibraltar. El infierno y el purgatorio están en la Tierra, el uno en forma de abismo, el otro en forma de montaña, en cuya cúspide está el paraíso terrenal. Por lo demás, La imagen Tolomeica seguirá vigente aún después de la publicación de Revolutionibus orbium coelestium, de Copérnico en 1543. Como este negaba que la Tierra fuese centro del universo su concepción fue resistida vigorosamente. En 1609 Galileo introdujo el anteojo astronómico y confirmó la teoría heliocéntrica de Copérnico, pero aún pasaron varias décadas para que se cimentara la nueva visión de la realidad.