Un partido o movimiento de la nueva izquierda se forma a partir de los grupos espontáneos urbanos y campesinos y es reflejo de la lucha común al par que instrumento de concientización general.
Los grupos sin el partido como aglutinante, son de fácil descoordinación.

Llega un momento en que la formación del brazo político se hace imprescindible.

Si la falsa democracia burguesa da oportunidades para que la izquierda joven (y puede darlas por considerarlo utópico), surja como movimiento o partido, ésta tendrá ocasión de afirmarse a todo nivel político para denunciar al sistema, a todos los otros movimientos y partidos burgueses, presentando a cada paso la realidad concreta y mostrando la posibilidad y los métodos de la revolución.
El partido no podrá controlar a los grupos espontáneos si éstos conservan su horizontalidad y su dinámica independiente y estará forzado en todo momento a desburocratizarse por el vacío político que pueden producir las masas que debidamente concientizadas, lo comprendan y apoyen únicamente como su brazo político, sin perder en ningún caso su valor substantivo.

El partido podrá obtener su caudal propio de tipo electoral, pero ese caudal no será revolucionario si no está dinamizado por los grupos espontáneos.

El partido o movimiento podrá provocar él mismo el vacío político aumentando el desprestigio de la farsa electoral. Pero la entrada de la nueva izquierda al poder político en todos sus niveles representará la entrada de la Revolución, la asamblea popular y la autocrítica continua.

Si la vocación de los adherentes a la acción directa no se modifica, encontrará también en estas nuevas estructuras su brazo político y su modo de expresión.

El brazo político no puede entrar en la dialéctica desviatoria de las plataformas y de las declaraciones de principios reformistas, sino negar eso mismo a favor de la dinámica creadora revolucionaria poniendo a la vista los ideales socialistas y libertarios.

El partido o movimiento surgirá como necesidad de expresión de los grupos espontáneos, como herramienta de difusión general y como fuerza tendiente a la toma del poder político, así como los grupos espontáneos tienden a la toma del poder real.

Vista así, la relación grupos-partido tiende a la toma del poder total, a la implantación del socialismo y al pasaje a la sociedad libertaria descentralizada y no autoritaria.

La forma del partido dependerá de las circuntancias y sus organismos tenderán a coordinar en su interior grupos de difusión, capacitación política, información, etc. Haciendo revertir sobre los centros de trabajo material de utilidad para su mejor desarrollo.

Aún la proscripción política no puede impedir el funcionamiento de semejantes estructuras por cuanto sus fondos, locales, muebles, útiles, etc., no necesitan la fijeza que caracteriza a las estructuras convencionales.

Los sistemas de afiliación, campañas financieras y difusión, han de variar de acuerdo a la «legalidad» con que opere el sistema.

Un problema importante a considerar por el partido es la autodefensa física, económica y jurídica de los grupos espontáneos y de los militantes que participan. En ese sentido, en el partido deben surgir ya en sus primeros pasos los piquetes de defensa, actores del derecho a réplica frente a la agresión física de la reacción y de sus agentes provocadores.

Los fondos del partido han de estar dispuestos primariamente para la ayuda de los perseguidos y despedidos de sus trabajos y para asistencia de sus familias.

Finalmente, el cuerpo jurídico debe configurarse para la protección de estructuras e individuos, haciendo valer en lo que se pueda los «derechos y garantías» que otorga el sistema.