Un «centro» es una síntesis conceptual, en la que se engloba el trabajo de diferentes puntos físicos, a veces muy separados entre sí. Cada centro sirve a un tipo general de actividad, teniendo su base en los sistemas nervioso y glandular.

Centro intelectual:

Regula la elaboración de respuestas pensadas, la relación entre estímulos distintos, la relación de datos y el aprendizaje. Da órdenes a los otros centros, salvo al vegetativo y a las partes involuntarias de los demás.

Centro emotivo:

Regula los sentimientos y emociones como respuestas a fenómenos internos y externos. Sus señales modifican la acción de los otros centros, aún del vegetativo.

Centro motriz:

Regula la movilidad del individuo y las operaciones corporales voluntarias e involuntarias. Centro sexual:

Regula las actividades sexuales frente a estímulos internos y externos. Da señales a los otros centros.

Centro vegetativo:

Regula la actividad interna del cuerpo, dando respuestas equilibradoras a los desequilibrios que se producen y enviando señales a los otros centros para que se movilicen a satisfacer las necesidades.

Relación en estructura de los Centros

Los centros están relacionados en estructura, circulando la energía nerviosa entre ellos. En general, cuando la actividad aumenta en unos, disminuye en otros. A veces, la energía se bloquea en un centro y esto trae problemas a toda la estructura. En ocasiones, un centro no trabaja bien por falta de «ejercicio» y otro lo sustituye en su actividad, creándose también problemas para el conjunto.

Cuando alguien corre, por ejemplo, el centro motriz trabaja máximamente, pero el vegetativo debe regular funciones internas. La emotividad puede incluso ser la impulsora de esa carrera y el corredor por último, puede estar realizando operaciones intelectuales relacionadas con la situación. Lo más ponderable en este caso, es el trabajo del centro motriz; la energía en el intelecto se encuentra disminuida; en el sexo prácticamente anulada y en el emotivo será variable de acuerdo a la incitación del caso.

Si una persona efectúa complejas operaciones matemáticas, su centro vegetativo tenderá a aquietarse y las actividades de los otros disminuirán considerablemente.

Todas estas consideraciones tienen importancia práctica porque explican que la sobreactividad de un centro disminuye a la de los otros (particularmente a sus contiguos) y también puede descargar las tensiones innecesarias que a veces existen en los otros. Esto último permite comprender que puedan obtenerse desbloqueos emotivos y disminución de sobrecargas sexuales, gracias a un fuerte trabajo motriz que actúa “catárticamente” (descargando). También explica que la actividad negativa del centro emotivo (depresión, por ejemplo), hace disminuir la carga motriz e intelectual y una carga positiva del mismo (entusiasmo, por ejemplo) produce el efecto opuesto. Es claro que cuando un centro se «desborda» y da energía también a otros, lo está haciendo en desmedro de alguno que al final termina por descargarse, bajando la tensión general. En ese sentido, el vegetativo da energía a todos los otros y el sexual es el más importante colector y distribuidor de esa energía.

Ciclos y ritmos

Los centros tienen ciclos y ritmos diferentes que producen un biorritmo y ciertas repeticiones características en cada persona. Los ciclos respiratorios, circulatorios, digestivos, etc. son diferentes entre sí aún perteneciendo al mismo centro vegetativo en su regulación. A éstos, se los designa «ciclos cortos»; así como a los diarios, mensuales, de etapa biológica (infancia, adolescencia, juventud, madurez, vejez), se los denomina «ciclos largos».

La actividad de los centros se registra en ciertos puntos del cuerpo, aunque ellos no son los centros. El registro del centro vegetativo es corporal interno y difuso; el del sexual, en el plexo sexual; motriz, en el plexo solar; emotivo, en el plexo cardíaco e intelectual, en la cabeza.

Cada centro tiene «partes» que van desde las actividades voluntarias a las involuntarias. Estas últimas tienen la mayor velocidad imponiéndose a todo el centro en las sobrecargas y actuando aún sobre otros. Las partes de cada centro son: la intelectual, la emotiva y la motriz.

Cada parte de centro, tiene “sub-partes» que hacen trabajar a las partes en selección o confusión; adhesión o rechazo y tensión o relajación, es decir: bipolarmente (en positivo o en negativo).

El esquema completo de un centro cualquiera, con sus partes y sub-partes, es el siguiente:

De acuerdo a lo anterior, se puede ubicar una actividad o un conjunto de ellas en centros, partes y sub-partes con relativa precisión. Pero esto no tiene utilidad práctica. Sirve solo para entrenar la capacidad de distinción.

Velocidad

La velocidad de los centros es desigual, yendo desde el intelectual (el más lento), al vegetativo (el más veloz sobre todo en su parte motriz). Veamos un ejemplo de respuesta compleja y de velocidad diferente de los centros frente a un estímulo, al tiempo que nos ilustrará en cuanto a sobrecargas y descargas, y también en cuanto a registro de las actividades en algunos plexos.

Una persona cruza la calle descuidadamente. En ese momento, un automóvil que se desplazaba velozmente, frena a pocos centímetros de ella. Inmediatamente, ésta salta hacia un lado mientras registra contracciones musculares más intensas en el lado de su cuerpo más expuesto al peligro y también una fuerte tensión en el plexo solar (motriz). Después de esto, experimenta que su corazón se agita (emotivo) y su respiración está alterada. Un “frío» recorre su espinazo y sus piernas tiemblan (restos de alteración motriz y emotiva por la anterior descarga de adrenalina en sangre). Recién al final de esa cadena de reacciones, considera lo que podría haberle pasado en imágenes confusas, apretadas y veloces (intelectual en su parte motriz). Se cierra todo el proceso, cuando considera qué es lo que debe hacer dada la situación (intelectual, desplazándose de la parte motriz a la emotiva e intelectual del centro). Y con ello comienza una nueva cadena de reacciones, o bien, se produce una parálisis total del sujeto como si los centros hubieran quedado bloqueados, sin carga.

Si en el momento previo al incidente, el centro sexual hubiera estado en movilización, ahora habría quedado sin energía (consumo de su carga por sobre-actividad de los otros).

El trabajo de los centros en su tendencia estructural, se registra como unidad interna. El trabajo de los centros fuera de su tendencia estructural, se registra como contradicción interna.

Esto puede resumirse en esta frase: «Piensa, siente y actúa en la misma dirección». Lógicamente y por todo lo anterior, si en una situación dada se piensa de un modo, se siente de otro y finalmente se actúa de otro diferente, sobrevienen tensión y sobrecarga en algún centro y fatiga en otro u otros, con lo que al final se produce una alteración de actividad de conducta, o una descarga e inmovilidad frente a la situación dada.

Suponiendo que ya no se trata de una situación ocasional, sino de la cotidiana, esta suma de contradicciones va aumentando el mal trabajo de toda la estructura. Resultan entonces, consecuencias inesperadas en otros centros aparentemente no comprometidos con el intelectual, el emotivo y el motriz. La somatización es un ejemplo de esto.