En las religiones, lo tradicional no va hacia lo profundo, es un “como sí”.
Lo nuestro se va abriendo como una manera de estar en el mundo, es como una estructura mental. Ya no hay la estructura de conciencia desdichada, es la estructura de conciencia inspirada que busca abrirse paso en el mundo de lo trillado, de lo gris, yendo detrás de los semáforos que cambian de rojo a verde, y de verde a rojo todos los días; de la pérdida de sentido. La conciencia inspirada está muy ligada al sentido. La que en este momento vivimos no es la que nos lleva a otros mundos. Desde el “Yo tengo los pies en la tierra”, no es posible la conciencia inspirada, no hay conmoción. Cuando uno está con conciencia inspirada, uno se conmueve.
Hoy uno quiere escapar del sin-sentido, de la nada. Estamos en otra instancia histórica y psicológica. Por vía explicativa no lo vamos a hacer, eso no va por vía explicativa. No porque la reflexión explicativa no sea importante sino porque en este campo no se necesita. De hecho hay campos en los que la reflexión explicativa es importante, pero en el campo en el que uno registra sin-sentido y uno quiere avanzar hacia el sentido, esa no es la vía. Lo nuestro no va por la vía explicativa, no lo hagas así, no va a funcionar.
En la actualidad no hay método. No es como en otras épocas donde un método independientemente de que estés de acuerdo o no con esa visión, daba dirección a quien creía en ello. El materialismo dialéctico, con su tesis, antítesis y síntesis, marcaba por lo menos una dirección en quienes creían en ello. ¿Y qué tiene que ver un método con una revolución…? Le da dirección.
La lógica de hoy por el contrario, es la lógica de la desestructuración, de la incoherencia. Allí la gente experimenta y registra esa desintegración progresiva. Por ello se entiende sus ensueños y aspiraciones, como el de la unidad. La búsqueda de integración de los pueblos viene de ahí, es una traducción de esa necesidad de integración interna, de sentir cohesión interna, unidad interna, frente a su creciente registro de desintegración sicológica.
La gente no ordena lo que le pasa, tiene una ensalada en su cabeza. La lógica actual es la de los slogans. Todo se reduce a slogans que se repiten en libros, en TV, etc., pero no puedes manejar todo con slogans. El clima social está lleno de slogans. Las ideologías estaban llenas de slogans, pero hoy ya no dicen esas cosas; ya no lo dicen por cuestiones de conveniencia y convivencia social.
La nuestra, es una lógica diferente, es una lógica que toma en cuenta no solo lo que se ve sino también lo que no se ve, las co-presencias. Es una manera de hacer las cosas que va a incidir en la dirección de lo que va a ir pasando. La manera de ordenar determina la manera de estar en el mundo.
La religión interior no necesita ninguna de esas cosas, se genera un gran vacío como decía Hegel: “Dios se expresa en forma de vacío”. Es casi como se plantea en el budismo, aunque surgió como una propuesta interesante y luego todo terminó en religión.
Las religiones han hecho gala de topar lo interno del ser humano, pero no lo han logrado.
Los dioses están muy lejos, no va por la vía de los dioses, muy complicado llegar hasta ellos. Los dioses no nos escuchan. El ser humano ha tenido momentos en los que ha sido capaz de encontrar sus propias respuestas y sus propias salidas.
Se llega al drama por el sufrimiento que produce la opresión. Por el dolor que ocasionan las condiciones de vida. Por la injusticia, por lo que se hacen unos a otros, todo lo que hacen los que provocan sufrimiento. Quienes hacen cosas por superar las condiciones de sufrimiento en los seres humanos, hacen su parte, crean condiciones. No le van a resolver las cosas a la gente, pero están creando condiciones. Bien por los que trabajan por ello.