Son las diez de la noche. En todo ese tiempo hemos recorrido junto a nuestro maravilloso anfitrión varios lugares de Mendoza: su oficina, el café, la ciudad, el parque San Martín, su casa en Chacras de Coria, y luego de regreso a su oficina, terminamos la visita con el reenvío de la carta a David que gentilmente nos hace llegar por Internet. En el camino antes de despedirnos, nos hace la siguiente reflexión: el mensaje virtual ya se fue… ¿dónde estará ahora…? En algún lugar que no se lo ve, pero que existe…

Al día siguiente, tomamos el bus de Mendoza para el Parque Punta de Vacas. Decidimos quedarnos unas horas allí, antes de proseguir nuestro camino a Santiago y luego a Quito. Mientras viajamos intentamos reconstruir parte de la inspiradora conversa. Mientras conversamos siento que alguien nos mira con unos ojos encendidos y nos escucha con mucha atención. En un momento de silencio, la chica del asiento de al lado, nos comenta:

– Vengo escuchando su conversación… Me interesó mucho cuando hablaban sobre el sin sentido y sobre lo profundo…

Se establece el intercambio y en pocos minutos sentimos ya “el contagio”. Nos cuenta que está en búsqueda. Se dirigía a Uspallata a la comunidad de Emilio. Viene de Buenos Aires, está por terminar el último año de Ciencias Políticas y nos trasmite su inquietud: “no encuentra ningún sentido”.

La invitamos a venir con nosotros por unas horas al Parque de Punta de Vacas. Accede y nos acompaña en todo el recorrido. Escucha atentamente el relato de la ermita. Luego la invitamos a la sala a realizar la ceremonia del Oficio. Se coloca en la actitud adecuada. Luego hace el pedido y al final nos damos un sentido abrazo.

En la plaza de las estelas terminamos comiendo algo… y finalmente nos alistamos para la despedida. Le hacemos una última pregunta: ¿que es lo que mas te gustó de esta experiencia…? y responde: ¡la ceremonia! Luego intercambiamos datos y direcciones y nos recuerda: ¡de seguro nos vemos en el 2010!