En este nivel, el trabajo de los sentidos externos es mínimo, no hay otra infor­mación del medio externo que aquella que supera el umbral que pone el mismo sueño.

El trabajo del sen­tido cenestésico es predominante, aportando impulsos que son traducidos y transformados por el trabajo de los me­canismos asociativos dando lugar al surgimiento de las imá­genes oníricas.

Las características sustantivas de las imágenes en este nivel son su gran poder de sugestionabilidad.

El tiem­po psicológico y el espacio se en­­cuentran modificados con respecto a la vigilia, y la estructura acto-ob­jeto aparece fre­cuentemente sin correspondencia entre sus elementos.

Del mis­mo modo, “climas” emotivos e imágenes se suelen indepen­dizar entre sí.

Es típica la desaparición de los mecanis­mos críticos y autocríticos que a partir de este nivel van a ir au­mentando en su trabajo a medida que aumenta el nivel de conciencia.

La inercia de los niveles y el ámbito for­mal pro­pio que colocan, hacen que la movilidad y el pasaje de uno a otro se hagan paulatinamente; (así, la salida y la entrada al sue­ño se harán pasando por el semisueño).

El tono de este nivel es igual que el de los demás: puede ir de un estado activo a otro pasivo y también pueden presentarse estados de alteración.

El sueño pasivo es sin imágenes, mientras que el activo es con imágenes.