Los impulsos que llegan al coordinador, provenientes de los sentidos y de la memoria, son transformados en representaciones, procesándose estas estructuras de percepción y evocación a fin de elaborar respuestas eficaces en el trabajo de equilibrar a los medios interno y externo.
Así, por ejemplo, mientras un ensueño es una elaboración-respuesta al medio interno, un desplazamiento motriz es un movimiento-respuesta al medio externo, o en el caso de las representaciones, una ideación llevada a niveles sígnicos es otro tipo de representación-respuesta al medio externo.
Por otra parte, cualquier representación que se ponga en el campo de presencia del coordinador suscita cadenas asociativas entre el objeto y su copresencia.
Así, mientras el objeto es apresado con precisión de detalle en el campo de presencia, en el campo de copresencia aparecen relaciones de otros objetos no presentes pero vinculados con él.
Se advierte la importancia que tienen los campos de presencia y copresencia en la traducción de impulsos, como en el caso de la traducción alegórica en la que mucha materia prima proviene de datos llegados a la copresencia vigílica.
Es importante un estudio de los impulsos por el particular trabajo que el coordinador realiza con las representaciones.
Dos son las vías posibles: la abstractiva, que opera reduciendo la multiplicidad fenoménica a sus caracteres esenciales, y la asociativa, que estructura las representaciones sobre la base de similitud, contigüidad y contraste.
Sobre la base de estas vías de abstracción y de asociación, se estructuran formas, que son nexos entre la conciencia que las constituye y aquellos fenómenos del mundo objetal a los cuales están referidas.
(3) Una exposición sobre el tema de los impulsos se encontrará en J. Caballero, Morfología (símbolos, signos y alegorías), Madrid, Ed. Antares, 1997.