El simple mecanismo original de estímulo-respuesta aparece altamente complejo en la estructura humana, siendo característica de ésta la “respuesta diferida” que se diferencia de la “respuesta refleja” por la intervención de los circuitos de coor­dinación y por la posibilidad de canalizar la respuesta por distintos centros de actividad neuroendócrina. Los centros trabajan estructurados entre sí y con registros propios, a la par del registro general que tiene el coordinador por la in­for­mación que llega desde los sentidos internos en el momento de accionar en el medio, y también por las conexiones entre centros y coordinador.

El centro vegetativo

Cada ser vivo, sobre la base del “plan” de su cuerpo, de sus có­digos ge­néticos, asimila substancias del medio externo y ge­­nera la energía psi­­co­física necesaria para la conservación y desarrollo de la vida. En el ser hu­mano, el centro vegetativo dis­tribuye la energía dando instrucciones desde sus numero­sas localizaciones nerviosas y glandulares. Es pues el centro básico del psiquismo. Desde él actúan los instintos de con­servación individual y de la especie, regulando el sueño, el hambre y el sexo. Bá­sicamente, las señales que dan instrucción (información) a es­te centro se registran cenes­té­si­ca­men­te, pero también señales que provienen de los sentidos externos tienen capacidad para movilizarlo o inhibirlo.

El centro sexual

Es el recolector y distribuidor energético que opera por con­cen­tración y di­fusión alternada movilizando la energía psi­cofísica en forma localizada o difundida. Su trabajo es volun­ta­rio e involuntario. De la tensión en este cen­tro se tiene regis­tro cenestésico, como así también de la distribución de energía al resto de los centros. La disminución de la tensión se produce por descargas propias de este centro y por descargas a través de los de­­­más centros. También puede conectar tensiones del cuerpo y de los otros centros. La estructura vegetativo sexual es la base filogenética a par­tir de la cual se han ido organizando los demás centros en el proceso evolutivo de adaptación.

El centro motriz

Actúa como regulador de los reflejos externos, condicionados e incondicionados, y de los hábitos de movimiento. Permite el desplazamiento del cuerpo en el espacio. Trabaja con tensiones y relajaciones musculares activadas por señales nerviosas y químicas.

El centro emotivo

Es el regulador y sintetizador de respuestas situacionales, mediante un trabajo de adhesión o rechazo. Cuando el centro emotivo da respuestas desbordantes, se producen alteraciones en la sincronización de los otros centros por bloqueos parciales.

El centro intelectual

Responde sobre la base de mecanismos de abstracción, clasificación y asociación. Trabaja por selección o confusión en una gama que va desde las ideas a las distintas formas de imaginación, dirigida o divagatoria, pudiendo elaborar distintas formas simbólicas, sígnicas y alegóricas. Cuando las respuestas incorrectas de este centro se desbordan de su ámbito producen confusión en el resto de la estructura y por tanto en el comportamiento.

Estructuralidad del trabajo de los centros

Existe diferente velocidad en el dictado de respuestas al medio, siendo aquella proporcional a la complejidad del centro. Mientras el intelecto elabora una respuesta lenta, la emoción y la motricidad lo hacen con más velocidad y el centro vegetativo (en algunas de sus expresiones como el reflejo corto), muestra la mayor velocidad de repuesta. El trabajo de los cen­­­­tros es estructural, lo que se verifica por las concomitancias en los otros cen­tros cuando uno está actuando como pri­­ma­rio. Ejemplificando: la actividad intelectual es acompañada por un tono emotivo (“gusto por estudiar”), que ayuda a mantener el interés mientras el nivel de trabajo de la mo­tri­ci­dad se reduce al mínimo. Si se trata de la recomposición ve­ge­tativa (por enfermedad, por ejemplo), toda la energía es ocupada en ese trabajo y la actividad de los otros centros se reduce al mínimo.
Los centros pueden trabajar desincronizadamente ocasionándose errores en la respuesta. Del trabajo estructural de los centros se tiene registro cenestésico y percepción psicológica y, por ello, en las experiencias de mucho conflicto interno el trabajo de los centros se experimenta como contradicción entre el pensar, el sentir y el actuar.