El día séptimo:

  1. 1 Esta energía en movimiento podía independizarse del cuerpo, manteniendo su unidad.
  2. 2 Esta energía unida era realmente un segundo cuerpo, de la naturaleza de la luz. Entonces, recordé las leyendas sobre los fantasmas, sobre el alma y sobre el espíritu.
  3. 3 La energía, ya como segundo cuerpo separado de su base corporal física, o se disolvía por falta de unidad interna o bien evolucionaba hacia una unidad mayor.
  4. 4 La disolución era acorde con la pérdida de conciencia y la evolución con el ascenso o aumento de conciencia.
  5. 5 Los “fantasmas” y “espíritus” de algunos pueblos o de algunos adivinos, no eran sino los propios dobles de las personas que se sentían “tomadas” por ellos. Como su estado mental estaba obscurecido (en trance o éxtasis) por haber perdido conciencia y control de la Fuerza, se sentían manejados por seres extraños, que a veces producían fenómenos notables. Sin duda que muchos “endemoniados” sufrieron tales efectos.
  6. 6 Lo decisivo era entonces, el control consciente de la Fuerza. Esto variaba por completo tanto mi concepción de la vida corriente como de la vida posterior a la muerte.
  7. 7 Mediante estos pensamientos y experiencias fuí perdiendo fe en la muerte y desde entonces no creo en ella, como no creo en el sin-sentido de la vida.