Nadie puede meterse en ese trabajo si no tiene algo o potencia afectiva, pues a las dos horas te aburres. La pregunta es en primer término con la búsqueda: ¿Qué pretende usted? Segunda cosa: eso que pretende, ¿cuándo lo hace?, ¿en los ratos libres o es usted un persistente “envenenado”5? Estamos hablando de la potencia afectiva, de la afectividad puesta en marcha. Antes que pretender fijar la atención hay que ver si la pretensión de uno tiene carga afectiva. Pero no es sólo la técnica la que me llevará adelante, es la afectividad.

Hacemos un propio examen de la Ascesis, no sólo de los procedimientos sino de la afectividad con que entro. Es un trabajito de revisión sobre la propia Ascesis. ¿Qué registro tiene usted de la intensidad con que lo hace? ¿O es una máquina divagatoria? Es más, puedes estar en una especie de dialéctica contigo mismo, y no has descubierto el modo de disparar el fenómeno. No se trata de cuánto practiques, sino si lo estás movilizando adecuadamente. Cómo me emplazo es el tema.

Fuerza, brillo y permanencia en una imagen tiene que ver con la carga afectiva. Entonces, ya que nos metimos en el tema de la Ascesis, si yo tengo un propósito y tengo un conjunto de técnicas, debería examinar, comprender con qué fuerza o intensidad afectiva va todo eso. Ésa es la medida.

Revise cuál es su Ascesis, cuál ha sido su proceso. Dígaselo a usted mismo. ¿Y está claro el Propósito? Tal vez no esté claro. Bueno, démosle la mayor claridad posible. Esa es la primera cuestión. La segunda cuestión: vea la intensidad afectiva de ese Propósito. ¿Es que su Propósito tiene reemplazo? ¿O es algo irremplazable, casi obsesivo? ¿Lo experimenta como necesario? ¿O es sólo un deseo o algo interesante? Y no nos salgamos de este campo. El tema del Propósito, la intensidad afectiva y lo de la necesidad. Por supuesto que le podría también dar una miradita a la técnica que uso ya que puede ser discordante. (Apuntes Reunión Informal de Escuela. PPDV – 10-4-2009)