Otro punto muy importante es el descubrimiento de esa realidad psicológica en la que las situaciones y objetos están referidos verbalmente, conversacionalmente, mientras que las imágenes visuales, aunque existiendo, están más amortiguadas que las auditivas y suavemente kinestésicas de lo conversacional. Desde aquí se puede entender cómo el «trance», la entrada en ciertos ámbitos o espacios profundos no se efectúa por medio de las imágenes «trazadoras» correspondientes a los cinco sentidos externos, sino a imágenes profundas que usando las trazadoras «externas» mueven al intracuerpo hacia los espacios profundos. Esto puede ilustrar lo que ocurre con la fijación hacia la «interioridad» de un yantra geométrico que va cada vez más a lo «interior de lo interior» de la figura
(trazadora visual aparentemente estática pero que va imprimiendo un movimiento cada vez más interno a la visualización). En la fijación hacia la interioridad de un mantram la trazadora auditiva no es suficiente; se requiere que la interioridad de la verbalización se mueva (por repetición) hacia espacios cada vez más internos que va siguiendo el propio cuerpo gracias a la kinestesia del aparato de fonación. En suma, en cualquier trabajo hacia los espacios internos (y más que en cualquier otro caso, en trabajos para entrar en los espacios sagrados), hay un «trance», una desestructuración del «yo» cotidiano, que constituye la puerta de entrada a esos espacios tan profundos. Y para poner ese «trance», un mecanismo como el de la verbalización es imprescindible. Por todo lo anterior, ejercicios simples como los de oraciones y contemplaciones de imágenes, son propedéuticos, introductorios a procesos más complejos que habilitan la «entrada». Todo esto debe ser reflexionado porque el camino de toda Ascesis pasa por el perfeccionamiento de los mecanismos comentados.
Estamos en un punto sumamente importante: el de la entrada a los espacios internos en una forma comprendida y dirigida (que es imprescindible en toda Ascesis). Desde luego que “entradas” hay en todo trance acompañado de desestructuración del “yo”, pero por cierto en todo trance se suele desconocer qué está pasando y, sobre todo, en qué dirección va. (Apuntes de Escuela)