Comienzo a concentrar llevando a reducción mínima de color-extensión, tanto el centro del registro como la esfera, manteniendo siempre la equidistancia a las paredes de la esfera, hasta llegar a un punto, donde ya no se registra la diferencia entre forma y centro de registro.
Es una reducción al punto mínimo de extensión-color. Es deseable que la reducción se produzca sin interrupciones. Lo válido es registrar el punto: “el universo cabe en ese punto”, porque acto y objeto se identifican allí; pero como, además, se está moldeando el espacio de representación, se arrastrará a todas las actividades mentales y de registro. Debe quedar el punto mínimo posible al que corresponderá el registro mínimo posible en un instante en el que se pierde la noción del transcurrir.
Este “punto adimensional de máxima compresión” se manifiesta, únicamente, si se da ese esfuerzo concentrativo en el que el punto desaparece y, por ende, desaparece todo espacio, todo tiempo y toda representación. En este paso no se pretende llegar allí, pero se observa que al mantener la atención se puede entrar en un “espacio” de otro nivel y sin representaciones, lo cual otorga una experiencia posible de desenvolver por recuerdo (deformado), ya que no es posible grabar una no representación (visual) y la ausencia de todo espacio de representación.
Cuando se llega al punto ya no se puede registrar la diferencia con la esfera. Hay un límite mental que es difícil de concebir, pero la esfera y el registro están fundidos en un punto.
Si se pudiera continuar con la concentración, podría suceder que desapareciera todo.